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Boletín Hijos del Reino

Mateo 5.32 y Mateo 19.9

Entre los que profesan ser cristianos por lo general se reconoce que en el principio Dios estableció la ley del matrimonio. Al definirla brevemente, la ley del matrimonio establecida por Dios puede expresarse como la unión entre un hombre y una mujer que sólo puede romperse por medio de la muerte.

También de forma generalizada se entiende que bajo la ley de Moisés un hombre podía divorciarse de su mujer.

En realidad, la mayoría de los cristianos reconocen de forma bastante clara que las palabras de Jesús en Mateo 5.32 y Mateo 19.8-9 vuelven a exponer el modelo de cómo fue desde el principio: un hombre y una mujer son unidos por Dios hasta la muerte y al hombre no se le permite divorciarse de su mujer como se le permitió bajo la ley de Moisés. ¡Salvo por causa de fornicación!

¿Qué significa esto?

En primer lugar, definamos la palabra fornicación. De la forma que se utiliza en el Nuevo Testamento, la misma incluye cualquier actividad sexual considerada por Dios como pecaminosa. (Su significado específico de “la cohabitación de personas no casadas del sexo opuesto” se usa muy pocas veces en el Nuevo Testamento.) A continuación aparece una lista de los diferentes tipos de fornicación a los cuales se hace referencia en la Biblia:

De modo que la palabra “fornicación” como se utiliza en la Biblia incluye cualquier actividad sexual que no sea la relación ordenada por Dios entre un hombre y su mujer legítima.

Donde muchos comienzan a equivocarse en su comprensión de la frase en Mateo 19.9 (“salvo por causa de fornicación”) es cuando comienzan a pensar que Jesús estaba diciendo: “Si tu cónyuge legal comete el pecado de fornicación, tú puedes repudiarla”.

No obstante, detengámonos aquí mismo. Esta frase no encajara con el resto de las Sagradas Escrituras si Jesús estuviera diciendo: “Puedes separarte de un matrimonio adúltero (o de un “matrimonio” polígamo u homosexual) porque es fornicación continuar en él. No obstante, cualquier otro tipo de divorcio es pecado”. En otras palabras, ¡la cláusula de la excepción fue dada para que los hombres y las mujeres que están involucrados en un matrimonio o una relación en la cual sería pecaminoso continuar entonces puedan disolver semejante relación! A continuación ofrecemos algunos ejemplos donde un hombre puede repudiar a su mujer porque de continuar viviendo con ella estaría en “fornicación”:

Ejemplo 1:Un hombre comete el pecado de fornicación al casarse con tres mujeres al mismo tiempo (poligamia). Él debe repudiar a dos de ellas (o a las tres, si ninguna es su verdadera mujer) para no seguir en fornicación.

Ejemplo 2:Un hombre se casa, luego se divorcia de su primera mujer y se casa con otra. Para salir de su fornicación (adulterio), él debe repudiar a su segunda mujer (si la primera aún vive) de acuerdo con Romanos 7.1-3.

Ejemplo 3:Un hombre es homosexual y vive con su “cónyuge” (ya que en algunos lugares están comenzando a reconocer semejante unión como equivalente al matrimonio). O tal vez está cohabitando con alguien que no es su mujer. De cualquier manera, el tal debe repudiar a su pareja para no seguir en fornicación.

Ejemplo 4:El hombre de 1 Corintios 5 tenía la mujer de su padre, lo cual fue considerado incesto por el Antiguo Testamento. Pablo mandaba que él se apartase de aquella señora para que no siguiera practicando la fornicación.

De manera que la excepción de la fornicación es para que los que están viviendo en pecado tengan el derecho a escapar de su fornicación. Esta ley o mandamiento de Dios no fue dado para que los hombres puedan encontrar un motivo y así separarse de sus esposas legítimas. Si estás viviendo en fornicación, ¡por favor, sal de ella! Está escrito en libro de Isaías, capítulo 55, versículo 7: “Deje el impío su camino”. No está mal que repudies a tu mujer si lo haces para salir de la fornicación.

Un rápido repaso de 1 Corintios 7 podría ser provechosa aquí, teniendo en cuenta que estos versículos también son mal interpretados. Los versículos del 10 al 16 tratan del matrimonio cristiano con el incrédulo. Pablo reafirma las palabras de Jesús de no abandonar al incrédulo. De hecho, él los anima a tratar de ganarse al incrédulo permaneciendo a su lado. Pero si el incrédulo se separa, el creyente no está obligado a crear más problemas tratando de seguir con el incrédulo si éste no desea continuar. El creyente no está sujeto a servidumbre como para acosar a la persona incrédula que se separa, sino que debe quedarse sin casar o reconciliarse.

Los versículos del 25 al 40 de este mismo capítulo tratan del consejo de Pablo para las vírgenes. Fundamentalmente, y como una opinión personal de él mismo, Pablo le recomienda al hombre quedarse como está en el caso de ser soltero. Y si el hombre está casado entonces Pablo le dice lo que Dios manda que es que permanezca casado. Si estás libre de la ley del matrimonio, Pablo te aconseja que “no procures casarte”. Para el hombre casado es pecado repudiar a su mujer legítima. Para el hombre “libre” de la ley del matrimonio por la muerte de su cónyuge o para la virgen no le es aconsejable casarse debido a “la aflicción de la carne”. Pablo los exhorta a la vida de solteros, si es que son capaces de llevarla a cabo.

De manera que, de acuerdo a lo visto hasta aquí, sí continúa siendo lo mismo que fue desde el principio. Un hombre y una mujer juntos hasta que la muerte los separe. ¿Eres virgen? No está mal que te cases con otro que sea soltero o cuya esposa no esté con vida. ¿Estás casado con tu mujer legítima? No está bien que seas la causa de una separación ni que te cases con alguien más mientras tu mujer esté viva. ¿Estás divorciado y no te has vuelto a casar? Quédate así a menos que puedas reconciliarte con tu mujer legítima. ¿Estás casado con alguien con quien no debes estarlo? Cristo dio una excepción (“salvo por causa de fornicación”) para que puedas repudiar a tu cónyuge ilegítimo y puedas librarte de tu pecado.

“¿Perseveraremos en el pecado para que la gracia abunde? En ninguna manera” (Romanos 6.1-2).

“Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne” (Génesis 2.24).

Cualquier otro matrimonio o relación sexual es pecado.

—Miguel Atnip


Se incluye la siguiente cita para demostrar que esta definición de la “cláusula de la excepción” no es nueva.

“Esto de que la Escritura aconseja al matrimonio, y no permite la separación de la unión, aparece expresamente en la ley: No repudiarás a tu mujer, salvo por causa de fornicación. Considerando como fornicación, el matrimonio de los que viven juntos mientras el otro [el primer legítimo] cónyuge aún vive.”

—Clemente de Alejandría (circa 153-217 d.C.)

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