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—Sí, yo creo que sí, pues no importa a cuál religión perteneces. Lo importante es apoyar la que tienes y saberla llevar. Todas van hacia Dios. Yo tengo la religión mía y tú tienes la tuya, y así estamos bien.

¿Has oído esto? ¿Lo has dicho? ¿Lo crees?

¿Es tu concepto de las religiones como el siguiente cuadro?:

 

Qué concepto más bello, ¿verdad? Es parecido a los caminos de entrada a una ciudad. Puedes escoger cualquiera de los caminos y te llevará al mismo destino. Pero, ¿será así con la religión? ¿Serán buenas todas las religiones? Hagamos esta pregunta de otra manera: ¿Puede alguna religión dar la entrada al cielo?

Hay centenares de religiones en el mundo. Muchas personas afirman que su religión es uno de los caminos que va hacia el cielo. Y hay algunas religiones que pretenden que ellas son el único camino al cielo.

¿Qué dice la Biblia?

La Biblia no habla de muchos caminos que llevan al cielo, sino sólo de uno. Sólo uno. Medita en lo que dice la Biblia: “Estrecha es la puerta, y angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan” (Mateo 7.14). La Biblia también habla de otro camino, pero éste no va al cielo. Va a la destrucción. “Ancha es la puerta, y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos son los que entran por ella” (Mateo 7.13).

Entonces, ¿de cuál religión será ese camino que lleva al cielo? ¿Cuál denominación nos puede salvar?

¡Ninguna!

Jesús es ese camino que nos puede llevar al cielo. Él dijo: “Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al padre, sino por mí” (Juan 14.6).

El apóstol Pedro dijo acerca de Jesús: “No hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos” (Hechos 4.12).

Podemos representar lo que la Biblia nos enseña con el siguiente cuadro:

 

Pertenecer a cualquier religión no nos lleva al cielo, porque solamente una religión es el camino al cielo. Y esta religión es Jesús, el único camino al cielo. Y conocer que él es el camino al cielo tampoco nos lleva allí. Tenemos que llevar ese camino si queremos llegar al cielo. Tenemos que andar con Jesús. Él tiene que vivir y gobernar en nuestros corazones no sólo en palabras, “sino de hecho y en verdad” (1 Juan 3.18). Sólo así él nos podrá llevar al cielo.

Pero ¿es que no nos hace falta pertenecer a una religión?

La Biblia no habla de distintas religiones o denominaciones de las cuales tenemos que escoger la mejor. Pero sí habla de una hermandad de creyentes que aunque está en el mundo no es parte del mundo. “No son del mundo, como tampoco yo soy del mundo” (Juan 17.14). Habla de congregaciones compuestas de personas humildes que siguieron a Jesús. Habla de hermanos y hermanas que trabajaron juntos para esparcir el evangelio del Señor. A los que pertenecían a aquellas iglesias la gente los llamaba “cristianos”, pues eran seguidores de Cristo. Hacían lo que Cristo les mandaba.

Si tú quieres llegar al cielo, necesitas arrepentirte de todo pecado y rendirte por completo a Jesús porque de esa manera enseñó el Señor. Entonces tienes que andar cada día en una sumisión completa a lo que él te muestra en tu vida. Si haces esto, bien puede ser que Dios te guíe a una congregación de creyentes verdaderos. Una congregación compuesta por hombres, mujeres, y jóvenes que aman a Jesús con todo su corazón. Una hermandad donde todos andan en obediencia al Camino que los lleva al cielo, Jesucristo.

En tal congregación los hermanos se animan, se exhortan, y se instruyen en el “camino que lleva a la vida” (Mateo 7.14). Si uno se desvía del mismo los demás le amonestan en amor. Si persiste en su error los demás lo disciplinan con el objetivo de que su relación con Dios y el prójimo se restablezca y ande en victoria sobre el pecado. Hacen todo esto porque el amor de Cristo en ellos les constriñe a amar a tal persona y a guardar la pureza de la congregación.

En tal congregación hay pastores que con humildad predican la palabra de Dios. Pastores que guían al rebaño bajo la dirección del “Pastor y Obispo” de nuestras almas (1 Pedro 2.25). Pastores que por el ejemplo de sus vidas rectas animan a los hermanos a sentirse seguros de la protección de Dios en la iglesia del Señor.

Muchas veces los de tales congregaciones se relacionan con otras congregaciones de creyentes verdaderos. Los hermanos buscan el rostro del Señor juntos. Una hermandad de creyentes como ésta es capaz de enfrentar las falsas enseñanzas y de entregarse por completa a la obra de la evangelización.

En tal hermandad de creyentes la presencia de Cristo en la vida de cada miembro es más importante que todo lo demás en esta vida. Por eso (aunque se les conozca por un nombre denominacional), no se destacan a sí mismos como el remedio para el pecado del mundo. Ellos forman un grupo de personas humildes que siguen a Jesús y que le predican al mundo las buenas nuevas de la salvación.

Lo más lamentable de todo esto es que existen muchas congregaciones que proclaman que aman a Jesús y que predican las buenas nuevas de salvación a los perdidos, pero que no obedecen a las palabras de quien dijo: “Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí” (Juan 14.6). Muchas de estas religiones se destacan a sí mismas como el camino que lleva al cielo y se identifican como congregaciones “cristianas”, pero no obedecen a Cristo.

Por favor, no te dejes engañar. Evalúa la congregación a la que estás asistiendo o a la que estás considerando asistir y compárala con las enseñanzas de la Biblia.

  Ø ¿Enseña que Jesús es el único camino al cielo y la cabeza de la iglesia? ¿Predica la doctrina bíblica para la iglesia cristiana o tan sólo hace énfasis en los mandamientos de los hombres?

  Ø ¿Exige una vida de santidad y justicia o simplemente te deja seguir en un camino de pecado y egoísmo para no meterse en tu vida?

  Ø ¿Te ayuda a obedecer todos los mandamientos del Nuevo Testamento o simplemente pasa por alto aquellos que no le convienen?

Volvamos a la pregunta que hicimos al principio:

¿Serán buenas todas las religiones?

No. Hay muchas religiones hoy que son nada más organizaciones humanas, aunque también sean organizaciones muy religiosas. Muchas de ellas no exaltan a Jesús ni mucho menos lo obedecen. La mayoría de estas religiones no glorifican a Jesús como el único camino hacia el cielo. ¿Cómo pueden ser buenas? “Si alguno se cree religioso entre vosotros, y no refrena su lengua, sino que engaña su corazón, la religión del tal es vana” (Santiago 1.26). “Todo espíritu que no confiesa que Jesucristo ha venido en carne, no es de Dios” (1 Juan 4.3).

El que desea andar con Jesús sabe que necesita ser parte de una hermandad bíblica; un cuerpo de creyentes en el cual todos se hacen responsables el uno por el otro y todos buscan estar constantemente en una comunión viva con el Maestro. “La religión pura y sin mácula delante de Dios el Padre es esta: Visitar a los huérfanos y a las viudas en sus tribulaciones, y guardarse sin mancha del mundo” (Santiago 1.27).

¿Es así tu vida?

¿Se compone tu congregación de personas que viven de esa forma?

¿Destaca tu congregación a Jesús como el único camino al cielo?

—Mariano Garber

  Ø Hay camino que parece derecho al hombre, pero su fin es camino de muerte.

—Proverbios 16.25

 

  Ø Guardaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros con vestidos de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces. Por sus frutos los conoceréis.

—Mateo 7.15–16

 

  Ø Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros? Y entonces les declararé: Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad.

—Mateo 7.22–23

 

  Ø El que venciere será vestido de vestiduras blancas; y no borraré su nombre del libro de la vida, y confesaré su nombre delante de mi Padre, y delante de sus ángeles.

—Apocalipsis 3.5