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Los Hermanos Suizos y la no-resistencia

El primer testimonio contra la guerra dado por un líder de los Hermanos Suizos, es el de Andreas Castelberger, de Zurich, que se fecha del año 1523, alrededor de dos años antes de que la primera congregación de los Hermanos Suizos fuera organizada por Castelberger y otros. Castelberger había realizado reuniones para estudiar la Biblia a las cuales concurrían Lorenzo Hochruetiner y otros que más tarde se unieron a los Hermanos Suizos. Cuando se le preguntó a Hochruetiner qué había enseñado Castelberger en esas reuniones, respondió que, entre otras cosas, “había hablado mucho contra la guerra y había mostrado que la doctrina evangélica es radicalmente opuesta a ella”.

Otro testimonio importante sobre este punto fue dado en septiembre de 1524 por Conrad Grebel, el principal fundador de la iglesia de los hermanos suizos, en una carta a Tomás Muenzer quien había tomado la espada en favor de la causa que representaba. Grebel le escribió diciendo:

El evangelio y aquellos que lo aceptan no han de ser protegidos por la espada, ni deben de esa manera protegerse a sí mismos... Es verdad que los creyentes cristianos están como ovejas entre lobos... Deben ser bautizados en ansiedad y problemas, tribulación, persecución, sufrimiento y muerte. Deben ser probados por fuego y alcanzar la patria del descanso eterno, no venciendo enemigos corporales con la espada, sino venciendo enemigos espirituales. Ellos no usan la espada del mundo ni participan en la guerra, ya que entre ellos el quitar la vida humana ha cesado totalmente, porque ya no estamos bajo el Antiguo Pacto.

Félix Manz, uno de los líderes más influyentes de los primeros Hermanos Suizos, dijo: “Ningún Cristiano hiere con la espada ni resiste el mal”. En la sentencia de muerte dictada sobre él, el 5 de enero de 1527, acusaron a Manz de que sostenía que ningún cristiano puede llevar a cabo la sentencia de muerte de ninguna persona ni matar a nadie.

La actitud de los Anabaptistas Evangélicos en lo que concierne a esta cuestión, fue promulgada por Hans Schlaffer quien sufrió el martirio el 4 de febrero de 1528 en Schwaz, en el Tirol. En su última Confesión contestó preguntas referentes a sus principios, y en particular sobre si él conocía a alguien que iba a ser su líder en un disturbio contra el gobierno. Schlaffer respondió:

Nuestra fe, vida y bautismo no están fundados más que en el mandamiento de Cristo, y en todos los días de mi vida no ha entrado en mi corazón ningún disturbio ni sedición. Sí, he huido de una casa cuyos habitantes vivían en discordia. No hay ninguna conspiración ni otra intención entre nosotros, excepto enmendar nuestras vidas y abstenernos de la vida viciosa e injusta del mundo. No es la menor entre nuestras doctrinas aquella que ordena sujeción y obediencia al gobierno en todo lo que sea bueno. No conozco ningún otro líder o autor de mi fe que Jesucristo, el Hijo de Dios.

Jorge B. Blaurock, que fue quemado en la hoguera el 6 de septiembre de 1529, escribió lo siguiente en un himno: “Te ruego Señor con todo mi corazón que perdones a todos nuestros enemigos y no les tengas en cuenta sus transgresiones”.

La primera Confesión de Fe de los Hermanos Suizos es la Confesión de Schlatten que fue redactada por Miguel Sattler y adoptada por una Conferencia que se realizó en Schlatten, al sur de Baden cerca de Schaffhausen, el 24 de febrero de 1527. Después de la muerte de Grebel y Manz, Sattler fue el líder más prominente de los Hermanos Suizos. Murió mártir, siendo quemado en la hoguera el 21 de mayo de 1527, en Rottenburg sobre el Neckar. Esta Confesión contiene los siguientes artículos acerca de la cuestión de la paz y de la no resistencia.

Jesucristo nos ha liberado de la servidumbre a la carne y nos hace aptos para el servicio de Dios a través del Espíritu que nos ha dado. Por lo tanto, debemos seguramente dejar las no cristianas, más aún satánicas, armas de fuerza tales como la espada, la armadura y otras semejantes, junto con el uso de ellas, ya sea para la protección de amigos o contra enemigos personales; y hacerlo en el poder de la palabras de Cristo: “Yo les digo: no resistáis al que es malo”.
El uso de la espada por el gobierno para castigar y matar a los malhechores, y guardar y proteger el bien es un designio de Dios fuera de la perfección de Cristo. En la ley del Antiguo Pacto se ordena la espada contra los malhechores para castigo y muerte de ellos, y los gobiernos del mundo han sido designados para llevarlo a cabo.
En la perfección de Cristo, sin embargo, la disciplina de la Iglesia se usa solamente para la corrección y exclusión de aquellos que han pecado, sin duda no para la destrucción de la carne, sino como amonestación y mandato a no pecar más.
Aquí, muchos que no conocen la voluntad de Cristo para con nosotros y nos preguntan si un cristiano puede o debe usar la espada contra los malhechores para proteger o defender el bien, o por amor.
Nuestra respuesta unánime es: Cristo enseña y ordena que debemos aprender de Él, porque Él es humilde y manso de corazón y encontraremos descanso para nuestras almas. Con respecto a la mujer encontrada en el acto de adulterio, Cristo no dijo que debía ser apedreada hasta la muerte de acuerdo a la ley de Su Padre; sin embargo dijo: “No hago nada por mí mismo, sino lo que me enseñó el Padre”. Le habló con palabras de misericordia y perdón, amonestándola a que no pecase más. Nosotros deberíamos actuar de la misma manera, de acuerdo a la regla de la disciplina de la iglesia.

La Confesión de Schlatten y casi todas las otras confesiones menonitas contienen artículos sobre la cuestión de si un cristiano puede desempeñarse como magistrado o funcionario del gobierno civil.

Una confesión escrita en Junio de 1527, por un ministro de los Hermanos Suizos llamado Carlin, quien estaba preso debido a su fe, en Basilea, tiene los siguientes artículos:

Que el gobierno es ordenado por Dios y que el poder es dado por Dios está declarado por Pablo en su carta a los Romanos en el capítulo 13. Además Cristo dijo que el poder de Pilato era de Dios (Juan 19:11). Pero, de acuerdo al mandamiento del Padre (Mateo 17:5) debemos oír solamente a Cristo, el Hijo de Dios. Ahora bien, ya que Cristo huyó cuando iba a ser elegido rey, y no dictó sentencia contra la mujer adúltera, y se negó a juzgar entre dos hombres en asuntos pertinentes a posesiones terrenales (Lucas 12:14), y Su reino no es de este mundo (Juan 18:36); y aún más, en ninguna de las Escrituras se dice que el gobierno es de naturaleza cristiana, y no es competencia de los cristianos juzgar a aquellos que están fuera (1 Co. 5:12, 13), sino que los cristianos deben usar solamente la disciplina de la iglesia; por lo tanto, de acuerdo al ejemplo de Cristo está fuera de lugar para un Cristiano ser magistrado, pero él también debe evitar todo aquello que es dudoso y rehusar el ejercicio de la magistratura. Pero esto no dice que el gobierno debiera ser abolido.

Lo siguiente es extraído de un sermón predicado por Hans Marquardt, ministro de los Hermanos Suizos, en St. Gall, Suiza, en 1528:

Confesamos que el gobierno civil es necesario, que es designio divino y que el uso de la espada por el gobierno es bueno y necesario, y nosotros decimos con Pablo en Romanos 13, que todo hombre debe estar sujeto y ser obediente al poder superior, no sólo a uno benigno y pacífico, sino también a un gobierno tiránico, debido a que no hay poder sino venido de Dios. Por lo tanto, todos los creyentes, bajo cualquier gobierno que estén viviendo, no se quejarán de las cargas pesadas, ni resistirán al gobierno, ni causarán problemas ni disturbios debido a lo que ellos hayan sido llamados a soportar. En asuntos de fe, sin embargo, los creyentes son responsables sólo ante Dios a quien deben mayor obediencia que a los hombres. Por lo tanto, todos nuestros hermanos estiman su fe en Dios a través de Jesucristo, nuestro Salvador, como la cosa más alta, grande y valiosa y de esta fe no permitimos que nos sea robada aunque nuestra vida corra peligro. Pero en asuntos que no conciernen a la fe y la conciencia, y que no presentan conflicto con nuestro deber con Dios, estamos prontos a obedecer al gobierno civil en cualquier cosa que se nos pida. Y si el gobierno, contrario a la justicia y al derecho, confisca nuestra propiedad y nos reduce a la pobreza, lo soportamos y lo sufrimos, ya que nos es imposible escapar a dicha opresión sin trasgresión y disturbios.
Pero que el cristiano deba ser un ejecutivo del gobierno o magistrado, no lo admitimos. Cristo dice en Lucas 22: “Los reyes de las naciones se enseñorean de ellas, y los que sobre ellas tienen autoridad son llamados bienhechores; mas no así vosotros, sino sea el mayor entre vosotros como el más joven, y el que dirige, como el que sirve”. Aquí se prohíbe a los creyentes la ejecución del gobierno por medio de la fuerza, y el hecho de que bajo el Antiguo Pacto Dios le permitió a Su pueblo el uso de la espada, no nos concierne u obliga, porque la Antigua Ley ha sido reemplazada por el nuevo mandamiento de Cristo, que debemos amar a nuestros enemigos.... El creyente no ha de ser un gobernante terrenal, ni usar la violencia, ni ir a la guerra o usar la espada.

En las discusiones mantenidas en Zofingen, en el cantón de Berna, en Suiza en julio de 1532, el portavoz de los Hermanos Suizos dijo:

En el capítulo 5 de Mateo, Cristo prohíbe a los creyentes todo uso de la fuerza. Dice que antes que recurrir a la ley, deben permitir que los otros los defrauden, no deben disputar con nadie y deben dar la capa a aquel que les quita el saco. El gobierno civil fue ordenado por Dios para castigar a los malhechores y proteger a los buenos.... Nosotros creemos que el gobierno civil debería estar separado de la iglesia de Cristo, y ella no estar establecida en él. Sea lo que fuere que le debemos al gobierno: interés, diezmos, impuestos y tasas de aduana, lo damos deseosa y obedientemente. Obedecemos al gobierno en todo lo que se nos pida que no sea contrario a la voluntad de Dios.

En marzo de 1538 tuvo lugar en la ciudad de Berna una discusión de ocho días de duración. En ella los representantes de los hermanos dijeron:

Cristo, al enseñar el principio de la no-resistencia, no desea abolir el gobierno civil. Reconoce la legitimidad del gobierno, pero enseña que debería estar fuera de la iglesia cristiana. Esta es nuestra posición acerca de esta cuestión.... El evangelio difiere de la ley Mosaica en este punto.

Además dice:

Heinrich Bullinger, el sucesor de Zuinglio, como cabeza de la iglesia estatal del cantón de Zurich, escribió dos libros contra los Hermanos Suizos, los cuales fueron publicados en 1531 y 1560. Bullinger declara que los hermanos consideraban la guerra como “el mayor mal concebible”.
Ellos creen que los cristianos deberían permanecer prontos a sufrir (antes que devolver el golpe). Ningún cristiano puede ser gobernante. El gobierno no debería tomar a su cargo el reglamentar sobre asuntos de fe y prácticas religiosas. Los cristianos no resisten la violencia y no recurren a la ley. No usan los tribunales. Los cristianos no matan. El castigo usado por ellos no es la prisión y la espada sino sólo la disciplina de la iglesia. No se defienden, por lo tanto no van a la guerra y no obedecen al gobierno en este punto.

Anexado al segundo libro de Bullinger arriba mencionado, hay un folleto escrito por portavoces de los Hermanos Suizos dando las razones por las cuales ellos no hicieron causa común con la iglesia estatal. La siguiente cita ha sido extraída de ese folleto:

Los teólogos de la Iglesia establecida abogaron en el primer período de sus labores reformatorias en favor de la opinión cristiana y evangélica de que los cristianos no deben protegerse a sí mismos o proteger su doctrina evangélica por medio de la fuerza carnal y mundana, la espada, las armas o la resistencia, ni defenderse de ese modo contra sus adversarios y oponentes, sino que deben usar sólo la Palabra de Dios como la espada del Espíritu y otras armas que se mencionan en el capítulo 6 de Efesios; y que no deben vengarse, ni resistir el mal; la espada terrenal mosaica no debe encontrarse entre ellos; ellos no deben buscar hacer justicia por medio de los tribunales en cuanto a las posesiones terrenales u honor, sino que deben estar dispuestos a sufrir y soportar la cruz, si han de ser Cristianos. Y esta, su anterior doctrina, está claramente fundada en las Escrituras del Nuevo Testamento.

Pilgram Marpeck (1495?-1556), quien luego de la muerte de Miguel Sattler fue el ministro más prominente de la iglesia de los Hermanos Suizos, escribió lo siguiente:

Decir que aquellos del Antiguo Pacto eran Cristianos.., aunque la espada terrenal mosaica era usada entre ellos, es equivalente a decir que dicho uso de la espada del mundo se permite en la iglesia de Cristo hoy en día. Por medio de esto el verdadero orden espiritual, la espada, la disciplina, la excomunión, y el poder y gobierno del Espíritu Santo, de la verdadera iglesia de Cristo y los sacerdotes espirituales, serían anulados y destruidos. Y por medio de tal confusión de los dos sacerdocios y otras cosas del Antiguo y Nuevo Testamentos, no puede resultar otra cosa que la introducción de una desolación y destrucción de la ciudad santa. Dan. 9, Mateo 24, etc. En la actualidad hay otro Rey, otro reino, otro sacerdocio, otra ley, que no es una ley carnal de gobierno, o del mundo, procedimientos judiciales terrenales como aquellos de ayer, sino espiritual, una ley o mandamiento del Espíritu —amor y paciencia, que Dios prometió “ayer” y que “hoy” por primera vez escribió en los corazones, y que el Hombre Cristo ordenó a sus sacerdotes los cuales fueron nombrados hoy (en el Nuevo Pacto). Asimismo que ellos deben amar a todas las personas, no solamente a sus amigos o seres queridos, sino también a sus enemigos, y no resistir el mal, como se muestra claramente en Mateo 5, Lucas 6, y Romanos 12. También que uno no debe usar armas carnales contra el otro, ni ellos contra sus enemigos. Isaías 2, Miqueas 4, Mateo 5. Toda pelea física, mundana, terrenal y carnal, los conflictos y las guerras son anulados y abolidos entre ellos por medio de dicha ley. Los Salmos 4, y 5, Oseas 2: Cuya ley de amor, Cristo... entonces, como el Sumo Sacerdote del momento, observó y por medio de ella dio a Sus seguidores un modelo a seguir. Por el contrario, el gobierno del mundo no muestra misericordia, sino que se venga (Rom 13), así como sucedía con aquel que quebrantara la ley de Moisés que moría sin misericordia (Hebreos 10). Y esta ley hoy en día fuera de Cristo, permanece sin ser anulada por Cristo para venganza y disciplinar a los malvados.

En las discusiones llevadas a cabo en Frankenthal en el Palatinado, del 28 de mayo al 19 de junio de 1571, entre representantes de los hermanos suizos y la Iglesia Reformada estatal, los portavoces de los hermanos dijeron:

Estamos de acuerdo con ustedes en cuanto a la opinión de que un cristiano no debe vengarse, pero Cristo enseña (Mateo 5) que aun si se nos ha hecho mal, no debemos ser causa de que el gobierno use la violencia contra nadie por motivo nuestro. Nuestro pensamiento no es que la magistratura no deba ser reconocida, sin embargo, no queremos ser la causa, por presentarnos ante la ley, de que el gobierno ejerza venganza contra el trasgresor.
Ustedes dicen que un cristiano podría ser magistrado y castigar a los malhechores con la espada. Nosotros no podemos aceptarlo sin pruebas al respecto de Cristo y los apóstoles.
Confesamos que la magistratura, de acuerdo a las enseñanzas de Pablo (Rom. 13) es ordenada por Dios. Pero en cuanto a que un cristiano puede servir en tal carácter para ejercer venganza por medio de la espada, demandamos que para tal enseñanza se nos dé evidencia en las Escrituras.
Todos los creyentes apuntan al ejemplo de Cristo. Sus apóstoles no participaron en guerras ni usaron la espada para castigo sino que han manifestado amor hacia sus enemigos así como a sus amigos.
Ustedes dicen que la paz de Cristo debe estar en el corazón del creyente pero que, sin embargo, él podría participar en la guerra si se le solicita. No encontramos ejemplo apostólico que muestre un hecho tal.

En 1589 los Hermanos Suizos del Cantón de Zurich, en una “Súplica” dirigida a las autoridades, dijeron:

Es asunto del gobierno proteger el bien y, por medio del uso de la fuerza, castigar el mal de acuerdo a sus transgresiones. Por lo tanto el ser magistrado y usar la espada, con el ser cristiano, son dos cosas que no concuerdan. Reconocemos al gobierno como una institución necesaria.... Pero no creemos que la autoridad civil debe estar dentro de la iglesia de Dios.

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