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Cuando el cristianismo era nuevo

Copyright © 1994, David W. Bercot. Todos los derechos reservados. Cubierta, copyright © 1994, Robyn Miller. Traducido del inglés por Ernest Strubhar.
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¿Quién entiende mejor a los apóstoles?

Nosotros los cristianos que creemos en la Biblia usualmente pensamos que somos seguidores del cristianismo como lo enseñaron los apóstoles. Los cristianos primitivos también creían que seguían las enseñanzas apostólicas. Pero hemos visto que sus creencias y prácticas diferían bastante de las nuestras. A la luz de esto, ¿cómo podemos saber si ellos seguían mejor la norma establecida por los apóstoles, o si nosotros la seguimos mejor?

Nos llega el pensamiento: “Bueno, comparemos lo que ellos enseñaban y lo que nosotros enseñamos con la Biblia”. Muy bien, pero tal respuesta realmente no resuelve el problema. Los cristianos primitivos basaban sus creencias en la Biblia—lo mismo que hacemos nosotros. Citaban las Escrituras para apoyar lo que decían—como también lo hacemos nosotros. El problema al fondo llega a ser uno de interpretación. Bien que podemos comparar sus interpretaciones de las Escrituras con las nuestras, pero esto por sí solo no resuelve el problema.

Hay todavía otra pregunta que hacer: ¿Es más probable que la interpretación nuestra sea la correcta, o la de ellos?

La ventaja del tiempo

Es de interés notar que los cristianos primitivos tenían una disputa con los gnósticos que es muy semejante a nuestra disputa con ellos. Tanto la iglesia como los gnósticos afirmaban que estaban en lo correcto en cuanto al evangelio. Tertuliano escribió: “Yo digo que el evangelio mío es el correcto. Marciano [un maestro gnóstico principal] dice que el suyo es el correcto. Yo digo que el evangelio de Marciano se ha adulterado. El dice que el mío se ha adulterado. Bueno, ¿cómo podemos resolver esta disputa, excepto por el fundamento de tiempo? Según este fundamento, la autoridad la tiene el que tiene la posición más antigua. Esto se basa en la verdad elemental que la adulteración está con aquel cuya doctrina originó más recientemente. Ya que el error es la falsificación de la verdad, la verdad tenía que existir antes del error.”1

El fundamento de tiempo utilizado por Tertuliano es uno de los fundamentos que los historiadores utilizan para evaluar informes históricos contradictorios. Un informe escrito más cerca en tiempo al hecho histórico usualmente se considera más confiable que un informe escrito después. De semejante manera, los eruditos utilizan el fundamento de tiempo para evaluar la fidelidad de los manuscritos de la Biblia. Donde difieren los manuscritos, generalmente se toma más en cuenta los más antiguos, y no los más recientes.

Piénselo usted. ¿Confiaría usted en un manuscrito del Nuevo Testamento que difería de los demás y que fue producido 1400 años después de que murieron los apóstoles? Especialmente si tuviera un manuscrito disponible que fue escrito unos pocos decenios después de la muerte de los apóstoles, ¿confiaría aún en el más reciente? ¿Por qué, pues, escogemos doctrinas que se enseñaron por primera vez 1400 años después de la muerte de los apóstoles, o aun después de eso? Tenemos a la vista las doctrinas que enseñaron los cristianos que vivían apenas unos pocos decenios después de los apóstoles.

El efecto cumulativo de cambios leves

Una copia que se hace no reproduce exactamente el original. El cristianismo ha sido copiado de una generación a otra, y a través de los años esto ha producido cambios. De una generación a la próxima, la mayoría de los cambios han sido muy leves, casi imperceptibles. No obstante, el efecto cumulativo de cambios leves hechos a través de muchos siglos puede producir cambios verdaderamente significantes. Tome, por ejemplo, la lengua española. De una generación a otra, nuestra lengua cambia levemente. El cambio se produce tan despacio que apenas nos damos cuenta de él. Notamos muy poca diferencia entre el hablar nuestro y el de nuestros abuelos. Sin embargo, a través de muchos años, el efecto cumulativo de tantos cambios leves produce una lengua muy diferente de lo que era. Por ejemplo, si nos pusiéramos a leer el español del siglo decimotercero, creeríamos estar leyendo una lengua apenas conocida.

Vemos lo mismo en cuanto al cristianismo. Estoy seguro que el cristianismo del segundo siglo no era una copia exacta del cristianismo apostólico. Pero los cristianos del segundo siglo estaban, podemos decir, en la generación que seguía a la de los apóstoles. ¡Y nosotros vivimos alejados del cristianismo primitivo por 1900 años! ¿Será razonable decir que después de diecinueve siglos el cristianismo de hoy no ha cambiado del cristianismo de los apóstoles? ¿Especialmente cuando, a la vez, decimos que el cristianismo del segundo siglo había cambiado grandemente después de apenas 50 años?

La ventaja de lengua y de cultura

Pero el fundamento de tiempo no es la única ventaja que los cristianos primitivos llevaban con respecto a nosotros. Ellos también estaban en una posición mucho mejor para interpretar los escritos de los apóstoles.

¿Piensa usted en el griego antiguo?

Como primer punto, los cristianos primitivos podían leer las Escrituras del Nuevo Testamento en el griego original de los apóstoles. ¿Cuántos de nosotros podemos hacer esto? Algunos pastores han estudiado el griego antiguo varios años en los seminarios. Pero pocos de ellos dominan bien el griego. La mayoría de ellos ni pueden leer un texto griego sin la ayuda de un léxico griego-español. ¿Y los cristianos primitivos? No tenían que estudiar el griego antiguo; era su lengua materna. No sólo hablaban el griego; pensaban en griego.

¿Cuánto entendemos nosotros de la cultura temprana del mundo mediterráneo?

¿Qué de la barrera cultural? La mayoría de los cristianos de hoy saben muy poco acerca de la cultura y el ambiente histórico de la época del Nuevo Testamento. Y muchas veces, lo que creen saber resulta más falso que cierto. Aun los eruditos que dedican la vida entera al estudio de la cultura y el ambiente histórico del Nuevo Testamento jamás podrán entenderlo tan bien como lo entendían aquellos que vivían en ese tiempo. De esta manera, otra vez los cristianos primitivos llevan una ventaja importante sobre nosotros en cuanto a entender las Escrituras.

¿Hemos hablado nosotros con el apóstol Juan?

Como punto final, la primera generación de cristianos primitivos tuvieron la oportunidad de oír a los apóstoles personalmente, como también de hacerles preguntas.

Clemente de Roma es un ejemplo. El era discípulo personal tanto del apóstol Pablo como también del apóstol Pedro.2 Pablo habla específicamente de Clemente en su carta a los filipenses: “Asimismo te ruego a ti, compañero fiel, que ayudes a éstas que combatieron juntamente conmigo en el evangelio, con Clemente también y los demás colaboradores míos, cuyos nombres están en el libro de la vida” (Filipenses 4.3). ¿Será probable que Clemente, el compañero personal de Pablo, entendiera mal lo que Pablo enseñaba acerca de la salvación? ¿Por qué hablaría Pablo con tanto aprecio de su colaborador si éste enseñara el error?

Ya he hablado de la relación de Policarpo con el apóstol Juan, quien le ordenó como obispo de la iglesia de Esmirna. Si los “ángeles” de las siete iglesias de Apocalipsis se refieren a los obispos de estas iglesias, bien es posible que el “ángel” de Esmirna fuera el mismo Policarpo. Y, en Apocalipsis, Jesús no dice ni una palabra acerca de algún error doctrinal en la iglesia de Esmirna. De verdad, Jesús no tuvo que corregir nada en esta iglesia. Nada (Apocalipsis 2.8-11). Claro que la iglesia de Esmirna caminaba muy bien bajo el liderazgo de Policarpo; de otra manera lo hubiera dicho el Señor.

Para los cristianos primitivos oír a los apóstoles explicar sus propios escritos no era lujo; era necesario. ¿Qué comentó Pedro mismo de los escritos de Pablo? “Nuestro amado hermano Pablo . . . os ha escrito, casi en todas sus epístolas, hablando en ellas de estas cosas; entre las cuales hay algunas difíciles de entender, las cuales los indoctos e inconstantes tuercen, como también las otras Escrituras, para su propia destrucción” (2 Pedro 3.15-16). Pedro escribía a cristianos que dominaban bien el griego y que entendían perfectamente la cultura en que vivían, la misma que tenía Pablo. Mas aun con estas ventajas, Pedro admite de que hay cosas “difíciles de entender” en los escritos de Pablo. Y nosotros, que vivimos distanciados de ellos por casi 2000 años y hablamos otro idioma, ¡creemos que es imposible que entendiéramos mal los escritos de Pablo!

Desafortunadamente, Pedro no dice qué enseñaban aquellos maestros “indoctos e inconstantes”. ¿Sería posible que entendieran ellos los escritos de Pablo de la misma manera que los entendemos nosotros? A fin de cuentas, los engañadores que se multiplicaban tanto en el fin del primer siglo eran los gnósticos. Y como ya hemos visto, su interpretación de las cartas de Pablo se asemeja en muchas maneras a la nuestra.

La mayoría de las enseñanzas de los apóstoles era hablada

Todas las enseñanzas de Jesús se comunicaban oralmente. El no dejó ni siquiera una palabra escrita de instrucción para la iglesia. Cuando la iglesia tuvo su principio en el día de Pentecostés, la única enseñanza cristiana que tenía era la palabra hablada. De hecho, el Nuevo Testamento que conocemos hoy no se completó hasta casi terminar el primer siglo. Por esta razón la iglesia del primer siglo tenía que depender mayormente de las enseñanzas habladas de los apóstoles. Y los apóstoles enseñaban oralmente a estos cristianos.

¿Realmente cree usted que el apóstol Pablo, evangelista y maestro incansable, no enseñó nada más a las iglesias sino sólo las 13 o 14 cartas breves que tenemos en nuestro Nuevo Testamento? ¡Claro que enseñó más! Pablo exhortó a los tesalonicenses: “Así que, hermanos, estad firmes, y retened la doctrina que habéis aprendido, sea por palabra, o por carta nuestra” (2 Tesalonicenses 2.15). Pablo deseaba que los cristianos siguieran sus enseñanzas habladas tanto como las escritas.

¿Y qué de los demás apóstoles? ¿Cree usted que Pedro nunca escribió nada sino unas siete páginas? ¿Y qué de los apóstoles Andrés, Jacobo, Felipe, Bartolomé, Tomás, Jacobo (el hijo de Alfeo), Simón el cananista, y Judas (hijo de Alfeo)? ¿En verdad cree que ellos no tenían nada que compartir con la iglesia? ¡Increíble! Estos eran los hombres que Jesús mismo había escogido. Habían andado con él por tres años, un grupo de discípulos íntimos que escucharon sus enseñanzas. Según el testimonio de la iglesia primitiva, todos los apóstoles dedicaban su vida a la predicación del evangelio, enseñando constantemente.

Pablo escribió a los corintios: “Os alabo, hermanos, porque en todo os acordáis de mí, y retenéis las instrucciones tal como os las entregué” (1 Corintios 11.2). Pablo sigue con una amonestación a algunas mujeres de Corinto que no llevaban un velo sobre la cabeza. No sabemos de ningún mandamiento apostólico escrito antes de eso de que las mujeres cristianas llevaran un velo cuando oraban o profetizaban. Pero claramente los apóstoles habían dado una instrucción hablada. Y Pablo testifica que las iglesias ya tenían una costumbre en cuanto al uso del velo: “Si alguno quiere ser contencioso, nosotros no tenemos tal costumbre [la de andar una mujer sin velo], ni las iglesias de Dios” (1 Corintios 11.16).

Por favor no se adelante aquí concluyendo que yo crea que existan otras doctrinas, u otros mandamientos morales, u otras revelaciones que recibieron los cristianos primitivos sólo verbalmente. En verdad, los escritos de los cristianos primitivos dan una evidencia amplia de que no había ninguna doctrina sino sólo las que tenemos escritas. Nuestro Nuevo Testamento contiene todas las doctrinas y todos los mandamientos morales necesarios para la vida cristiana.

En vez de eso, la tradición apostólica (o sea, las enseñanzas habladas de los apóstoles) constaba de dos cosas mayores. Primero, establecían o aprobaban prácticas respecto a la adoración y el compañerismo cristiano. En verdad, la iglesia primitiva recibió la mayoría de sus prácticas en estos puntos por tradición apostólica hablada, no por escrito. Por ejemplo, en ninguna parte del Nuevo Testamento leemos cuándo deben reunirse los cristianos, o cuántas veces deben celebrar la santa cena. Pero el testimonio de los cristianos primitivos nos enseña que definitivamente había tradiciones dadas por los apóstoles y sus compañeros en cuanto a esos puntos.

El gobierno de la iglesia también se estableció por tradición apostólica, o sea por las enseñanzas habladas de los apóstoles. Cuando Pablo dio a Timoteo y Tito las instrucciones acerca de escoger ancianos y diáconos para la iglesia, no instituía una nueva forma de gobernar la iglesia (1 Timoteo 3.1-13; Tito 1.5-9). Sencillamente describía a los hombres que debían ser escogidos para tomar los puestos que todos ya conocían.

En segundo lugar, las enseñanzas habladas de los apóstoles aclaraban y explicaban los puntos que se habían tratado (o que pronto serían tratados) en los escritos que componen el Nuevo Testamento. Los apóstoles nunca idearon que la iglesia debiera interpretar sus escritos por sí solos, aparte de las muchas enseñanzas habladas que daban. Y ya que la iglesia primitiva se aferraba a las abundantes instrucciones habladas de los apóstoles, llevaban una ventaja enorme a nosotros en cuanto a interpretar los escritos de los apóstoles.

Pero, por favor, no confunda usted las tradiciones apostólicas con las tradiciones humanas adoptadas por las iglesias después. La gran mayoría de las tradiciones enseñadas por la iglesia católica romana y por la iglesia ortodoxa (de Grecia y Rusia) eran desconocidas a los cristianos primitivos. Tales tradiciones se adoptaron después del tiempo de Constantino.

¿Será que los cristianos primitivos a propósito falsificaron la verdad?

Hasta ahora, todo lo que yo he podido decir muestra que los cristianos primitivos estaban en mejor posición para entender e imitar a los apóstoles. No he mostrado que no falsificaron a propósito, con intención de engañar, las enseñanzas que ellos habían recibido de los apóstoles. ¿Las falsificaron? La respuesta a esta pregunta pueda ser muy importante en nuestra relación con Dios.

Los capítulos

Introducción 1 El prisionero 2 Los cristianos primitivos 3 Ciudadanos de otro reino 4 La cuestión de cultura 5 ¿Por qué tuvieron éxito? 6 Acerca de la salvación 7 Acerca de la predestinación y el libre albedrío 8 Lo que el bautismo significaba 9 La prosperidad: ¿una bendición? 10 El Nuevo Testamento y el Antiguo 11 ¿Quién entiende mejor? 12 ¿Se falsificaron las enseñanzas? 13 Cómo el cristianismo primitivo se destruyó 14 Los muros restantes se derrumban 15 El cristiano más influyente 16 ¿Fue la Reforma un retorno al cristianismo primitivo? 17 El renacimiento del cristianismo primitivo 18 ¿Qué quiere decir para nosotros? Diccionario biográfico Notas del texto