Tres influencias misteriosas

© 2004 por Denny Kenaston

Si Jehová no edificare la casa,
En vano trabajan los que la edifican.
(Salmo 127.1)

En este capítulo, yo deseo que nos enfoquemos en tres aspectos más sobre la crianza de los hijos. Yo considero a estos tres aspectos como los más hermosos y eminentes entre todos los que se puedan nombrar. La palabra “misteriosas” nos indica que estas tres influencias se refieren a aspectos o cosas que van “más allá de lo que el poder humano pueda comprender o explicar”. Y esta expresión describe muy bien el contenido de este capítulo.

Ahora vamos a mirar el trasfondo divino para vislumbrar cómo nuestro Dios Viviente obra en las vidas de nuestros hijos. Yo me he referido al número tres en estos aspectos a considerar, pero la realidad es que Dios obra de muchas maneras de las cuales nosotros muchas veces no entendemos ni sabemos que para “edificar nuestra casa” el Señor obra en los corazones de nuestros hijos e hijas y de esa forma él prepara una morada santa para sí mismo en la siguiente generación. Por supuesto, las tres maneras que detallaré a continuación dependen mucho de nosotros los padres, pero es Dios quien hace la obra interior.

En los capítulos anteriores, yo he compartido bastante acerca del deber y la responsabilidad de los padres en el hogar. No obstante, si la presencia de Dios no está en nuestros hogares entonces todos los mandatos de “haz esto” o “no hagas eso” no producirán los resultados deseados. Yo sé que ya he hecho mención a este elemento divino varias veces en nuestro estudio. Sin embargo, ahora yo deseo enfocar de una forma más profunda el impacto que la presencia de Dios puede producir en nuestros hogares. Es más, yo estoy convencido que la falta de su presencia en el hogar es la primera causa del fracaso en muchos hogares. Yo hice mención en el capítulo 20 acerca de la razón para que los padres se sientan confundidos al tener un hijo rebelde. Lo cierto es que muchos padres les han enseñado a sus hijos todo en cuanto a las cosas que deben hacer y las que no deben hacer, pero no se les han enseñado o entrenado sus voluntades para que establezcan una relación íntima con la persona que tiene la verdadera razón de nuestra existencia: Jesucristo.

Ahora nosotros vamos a estudiar acerca de esos tres aspectos misteriosos a los que me referí al inicio.

1. El ambiente poderoso

Porque yo derramaré aguas sobre el sequedal, y ríos sobre la tierra árida; mi Espíritu derramaré sobre tu generación, y mi bendición sobre tus renuevos; y brotarán entre hierba, como sauces junto a las riberas de las aguas. Este dirá: Yo soy de Jehová; el otro se llamará del nombre de Jacob (Isaías 44.3–5).

Para mí estos versículos me son tan preciosos que casi no puedo escribirlos sin llorar. ¡Qué promesas tan preciosas nos da Dios a nosotros los padres mientras procuramos criar una descendencia para él!

Empezaré formulando la siguiente pregunta: ¿Cuál es esa “agua” a la que Dios se refiere en el primer versículo? Yo casi siempre hago esta pregunta en las ocasiones cuando predico sobre estos versículos. Y jamás he recibido la respuesta que Dios se esté refiriendo en esta cita al agua física. Todos hemos concordado que Dios habla proféticamente acerca del agua que es para nosotros su Espíritu Santo, manantial de aguas vivas. Mi corazón clama a Dios para que derrame más de esas aguas sobre mí. Yo deseo ser una fuente, que de mi ser broten las bendiciones del Espíritu de Dios, bendiciéndome no sólo a mí y a mi familia, sino que también a mis vecinos.

Ahora, analicemos la palabra sequedal, ya que esta es una palabra clave de la promesa específica que se da en los versículos anteriores. Tal parece que sequedal se refiere simbólicamente al ser humano que no conoce personalmente la obra del Espíritu de Dios en su vida. Muchos de nosotros vivimos en lugares donde el agua siempre está disponible. Como consecuencia de esto, nosotros no conocemos la cruel realidad de lo que es tener sed y no tener agua.

Para experimentar acerca de la sed, yo pienso que es mejor que uno se encuentre en un lugar donde no hay agua al alcance; por ejemplo, en un desierto. Yo conozco lo que es sentir sed, pues he viajado a África varias veces. Por otra parte, a base de la experiencia vivida, yo he aprendido que no se debe tomar cualquier agua que uno encuentre en ese lugar ya que en una ocasión me enfermé gravemente por haber tomado agua contaminada. Debido a que hay muchos lugares con agua contaminada, a veces uno tiene que esperar hasta algunas horas para llegar a un lugar donde haya agua buena para tomar. Además, si uno está caminando o trabajando bajo el sol durante un medio día y sin tomar agua entonces conocerá lo que significa estar sediento. Y es a esta clase de sed a la que se refiere Dios. Se puede decir que Dios nos habla en los versículos de la cita del espíritu de uno que mendiga, tal y como aparece en Mateo 5.3: “los pobres en espíritu”.

Nosotros podemos comparar esta sed con los momentos cuando realmente experimentamos sed de Dios, tal como la sed que David menciona en el Salmo 42. Es así como Dios decide derramar su Espíritu Santo sobre nosotros. Además, cuando algo como eso nos sucede a nosotros también puede ocurrir un hecho maravilloso; Dios derrama su Espíritu Santo sobre nuestra “generación”, o sea, sobre nuestros hijos.

En mi caso este versículo me anima mucho. Lo tengo escrito y puesto en un cuadro que está colgado en la pared de la sala de mi casa para recordarme de forma continua acerca de la promesa de Dios. Por otro lado, yo necesito recordarme a mí mismo que la bendición de Dios para mis hijos depende mucho de la sed que tenga de él. Se puede decir que entre más sed de Dios tenga, más recibiré de su Espíritu Santo y así mismo será el nivel de bendición que recibirán mis hijos de parte de Dios. ¡Qué promesa tan emocionante! “Todas las promesas de Dios son en él Sí, y en él Amén” (2 Corintios 1.20). Yo deseo en lo profundo de mi corazón que el Espíritu Santo sea derramado sobre mis hijos.

Ahora voy a explicar cómo sucede todo esto. Mientras Dios derrama su Espíritu Santo sobre mi esposa y sobre mí, entonces las bendiciones y la obra del Espíritu Santo se desbordan en nosotros para rociar a nuestros hijos e hijas. A nosotros los padres nos corresponde ser vasos llenos, “rebosando” (Lucas 6.38) en nuestros hogares.

En muchas ocasiones y al predicar sobre los versículos de la cita, yo he usado a dos de mis hijos como un ejemplo para demostrar lo que Dios nos quiere decir. Yo hago que ellos pasen adelante y se sienten enfrente de la plataforma. Luego, tomando un vaso vacío en una mano y una jarra con agua en la otra, yo me pongo a llenar el vaso con el agua mientras lo sujeto encima de las cabezas de mis dos hijos. Mientras el vaso se llena, ellos lo miran y esperan que se derrame el agua sobre ellos. Por supuesto, yo continúo llenando el vaso y el agua se derrama, cayendo sobre mis dos hijos. ¡Es una descripción poderosa! Yo reconozco que a veces he tenido que llorar al ver el agua caer sobre la cabeza de mis dos hijos.

Así es como ocurre la influencia misteriosa del Espíritu de Dios en nuestros hijos. El plan de Dios para nuestras familias es que ellos crezcan en un ambiente donde reine la obra del Espíritu Santo. Esto quiere decir que debe ser un ambiente repleto de la presencia y la gloria de Dios. Se puede decir que la gloria de Dios es Dios mismo presente en mi hogar y en el tuyo. ¿Acaso puede existir un mejor ambiente que éste?

Imagínate a un niño jugando a los pies de su madre mientras ella trabaja en la cocina. Tú sabes como son los niños. Ellos están abiertos para recibir cada influencia que venga de su alrededor. Los niños reciben muchas influencias durante todo el día. ¡Qué influencia tan poderosa es estar en un hogar donde la presencia de Dios se derrama a cada momento y día tras día! De hecho, esto mismo es lo que obra maravillosamente en el desarrollo del niño. Semejante influencia del Espíritu Santo llega hasta los hijos por medio de la vida diaria y consagrada de los padres. En este caso, yo veo esta descripción como un ejemplo de lo que se visualiza en los versículos citados anteriormente.

El joven Hudson Taylor se crió en esta clase de hogar. Las gotas de bendiciones siempre se derramaron sobre él desde su niñez debido al testimonio consagrado de sus padres. Estas gotas de bendiciones caían sobre su vida a causa de sus padres piadosos y en cada una de ellas se reflejaba el mensaje de las oraciones de estos padres a favor de llevar el evangelio a las partes más lejanas de China. No es una coincidencia que, a la edad de seis años, él le dijo a su padre:

—Papá, cuando yo sea más grande voy a ir a China.

Durante estos dos últimos años, yo he estado estudiando biografías de hogares piadosos. En medio de estas biografías noté que muchos de los siervos que Dios ha usado poderosamente se han criado en hogares piadosos. Ellos crecieron y se desarrollaron en ambientes donde el Espíritu de Dios prevaleció en sus hogares mientras crecían. Y yo estoy convencido que aquí estamos presentes ante una de las claves más importantes para asegurar que la siguiente generación siga en pos de Cristo. Si deseamos ganar a la siguiente generación para Cristo, entonces es preciso que nuestros hogares sean tal y como los de los guerreros espirituales del pasado.

En Isaías 44.4, Dios nos revela una descripción hermosa de un hogar ungido de un ambiente espiritual: “sauces junto a las riberas de las aguas”. Una descripción similar se usa en Salmo 1.3: “Será como árbol plantado junto a corrientes de aguas”. Nosotros conocemos que los sauces que nacen cerca de un río crecen bien y que prosperan hermosamente. Pero para entender de forma más clara esta descripción, nosotros tenemos que considerar el crecimiento de los árboles en los sequedales. En este caso, los árboles que nacen en los sequedales reciben agua de vez en cuando y no en mucha cantidad. Por supuesto, los árboles en los sequedales se desarrollan y aun hasta maduran produciendo sus frutos, pero no como los árboles que crecen junto a las corrientes de agua. Algunos hogares cristianos son como el árbol en el sequedal; los hijos reciben sólo un poco de agua espiritual y eso sucede de vez en cuando. Quizá esta agua se reciba por medio de un culto familiar esporádico o en una campaña especial celebrada en la iglesia. Bueno, un poco de agua es mejor que nada y gracias a Dios por lo poco. Sin embargo, no es el plan de Dios que sea así. Nosotros debemos ser instrumentos en las manos de Dios para empapar a nuestros hijos hasta el tuétano de sus almas con la bendición del Espíritu Santo.

No obstante, cuando los padres están completamente consagrados al Señor y le buscan de todo corazón, entonces ellos propician un ambiente ideal para los hijos. Nosotros los padres debemos llegar a ser canales o cauces de riego continuo para nuestro hogar. Y los hijos son como árboles plantados junto a nosotros. Dios derrama su agua viva sobre nosotros a medida que caminamos a diario con él. El agua viva de Dios deberá ser suficiente para regar a toda la familia y que de esa manera todos prosperen. ¿Me doy a entender, amados padres? ¿No es ésta una descripción inspiradora? ¡Qué gran diferencia hace tal ambiente en la crianza de nuestros hijos! Eso va mucho más allá que tener un culto familiar diariamente. Yo no deseo desanimarte. Si tú tienes un culto familiar a diario eso es muy bueno, pero mi propósito es levantar tu visión a un nivel más alto.

En un sentido, yo sé que muchos cristianos tienen un punto de vista antiguo-testamentario acerca de la crianza de sus hijos: les enseñan, los entrenan, los castigan, etc. Todo esto es bueno y yo mismo lo practico. No obstante, amados padres, nosotros somos cristianos del Nuevo Testamento y hemos recibido al Espíritu Santo, la promesa del Padre. Por lo tanto, debido a eso nos corresponde adentrarnos de forma más profunda en cuanto a la crianza espiritual de nuestros hijos. Esto quiere decir que todos los aspectos prácticos para poner por obra lo que Dios nos ha facilitado por medio de su Palabra Santa y la sabiduría que a diario nos concede, deben estar ungidos por el Espíritu Santo del Dios Viviente.

Todo lo expuesto en los párrafos anteriores se puede resumir en la siguiente pregunta: ¿Qué le deseamos pasar a la siguiente generación? Le debemos pasar “la fe que ha sido una vez dada a los santos” (Judas 3). Pero, ¿qué es para ti la fe? ¿Acaso tú piensas que es un sistema teológico? Nosotros sabemos que es mucho más que esto: la fe debe ser una expresión y una experiencia viva en cada área de la vida de la persona; una vida abundante de poder sobre el pecado, además de la obediencia a las enseñanzas y las doctrina bíblicas. Y Dios nos ha provisto la vía más fácil para alcanzar tal fe al decirnos “antes bien sed llenos del Espíritu” (Efesios 5.18). La definición de este verbo en el idioma griego magnifica y embellece inmensamente este versículo. “Sed llenos” quiere decir: “Ser llenados y controlados por el Espíritu Santo día a día y de forma continua”.

No es mi deseo ofenderte. Pero yo pienso que sea de una forma u otra todos nosotros tenemos que atender lo que Dios nos está diciendo acerca de la crianza de nuestros hijos. Seamos realistas: muchos de los hermanos de la iglesia están perdiendo a sus hijos en el mundo. Está claro que algo está funcionando mal. Yo lo sé muy bien porque recibo muchas cartas de padres que están muy tristes debido a que sus hijos andan de forma errada. Estos padres miran a su alrededor y ven a muchos jóvenes que actúan de una forma muy mundana en las iglesias y me escriben pidiendo ayuda.

Muy bien, hay otra promesa más en los versículos que encabezan esta sección. Nosotros debemos prestarle atención a esta otra promesa antes de considerar la segunda influencia misteriosa. En el versículo 5 de Isaías 44, nosotros vemos el cumplimento del anhelo de cada padre cristiano sincero: Los hijos que se desarrollan en un ambiente bendito, ungido por el Espíritu Santo, escogen servir al Señor. El sentido de este versículo se basa en la decisión de clamar y creer que pertenecemos a nuestro Dios. “¡Soy de Jehová!” A decir verdad, nosotros debemos anhelar, orar y esforzarnos para que esto siempre sea una realidad en nuestra experiencia diaria.

Es mi anhelo que mis hijos escojan por su propia voluntad servir al Dios que su padre servía y que todavía sigue sirviendo. Aquí yo no me refiero a simplemente un bautismo en agua así como tampoco a nada más hacerse miembro de una iglesia evangélica, sino que me refiero a una entrega total y de todo corazón al Señor Jesucristo. El Señor es quien efectúa una regeneración completa en el hombre interior. ¡Alabado sea el Señor! Es un gran gozo cuando un alma experimenta la salvación del Señor en su vida.

Amados padres, todos nosotros podemos experimentar este gozo sin límites. Es una promesa que Dios nos ha dado y él siempre cumple sus promesas. No obstante, nos corresponde a nosotros tener la voluntad de caminar con un corazón recto, y Dios cumplirá su parte.

2. El poder de un ejemplo entusiasmado

Aleluya.
Bienaventurado el hombre que teme a Jehová,
Y en sus mandamientos se deleita en gran manera.
Su descendencia será poderosa en la tierra;
La generación de los rectos será bendita (Salmo 112.1–2)
.

El salmista comienza la presentación de estas preciosas promesas con una alabanza. Me parece que es así como debe ser, pues las promesas de Dios que él ha cumplido hacen rebosar de alabanza al corazón del hombre. Aunque estas promesas son condicionales, las mismas no se presentan como se presentan las de un déspota. Antes bien, las promesas que vemos aquí reflejan una descripción maravillosa de un hombre piadoso y de la influencia que éste ejerce en sus hijos.

El ejemplo del padre piadoso es la segunda forma que Dios utiliza para obrar misteriosamente en las vidas de nuestros hijos. Hay cierto refrán que usamos para expresar la verdad contenida en este método: “De tal palo, tal astilla”. Esto aquí es muy cierto. Si tú andas con Dios, este refrán se convierte en algo que te anima con relación a la crianza de tus hijos. No es un secreto que tu andar con el Señor en tu vida diaria influirá para bien en la vida de tus hijos.

El Espíritu Santo nos ha permitido ver la descripción de un hombre espiritual que ama al Señor de todo corazón, tal y como se manda en Deuteronomio capítulo 6. Aquí se nota que este hombre teme al Señor; o sea, él está consciente de su cercana presencia en todo momento y no le tiene miedo al Señor, sino que le sirve con un temor reverente. Además, él ama a la Palabra de Dios y se deleita en ella, obedeciéndola de buena voluntad. Nosotros estamos en presencia del tipo de padre que se menciona en el Salmo 1.2. ¿Qué quiero decir con esto? Yo quiero decir que este es el tipo de padre que se convierte quizá en un “fanático”, que vive enamorado apasionadamente de la vida de Dios, y eso lo hace interesarse en la instrucción y enseñanza de sus hijos para que ellos también escojan el camino de Dios. Este padre ha ido más allá de cumplir tan sólo con el deber de la ley y ha entrado en la hermosura del amor de la misma en su interior. Por supuesto, no es de extrañarse al conocer que este tipo de padre sincero tiene hijos que lo admiran de forma continua. ¿De qué manera él influenciará a sus hijos? Tú ya sabes.

Hace algunos años, yo recuerdo que había invertido todo un día sábado en preparar un sermón para predicarlo al día siguiente. Al llegar a la casa, después de haber estado estudiando para este sermón, mi pequeña Esther me salió al encuentro y me hizo esta pregunta:

—¿Papá, tienes que predicar mañana? —Yo pensé un momento antes de darle la respuesta. En aquel momento mi corazón rebosaba a causa del mensaje que había preparado para la gloria de Dios. De hecho, predicar me es un gran placer y lo tengo como un gran privilegio. Por eso, le dije a Esther:

—No, mi amada hijita. No tengo que predicar. ¡Mañana tendré el privilegio de predicar! —Luego, yo le impartí algunas enseñanzas acerca del gozo que uno recibe al ocuparse en el servicio a Dios.

Del mismo modo, el hombre al que se refiere el Salmo 112 sirve a Dios de todo corazón, como si se tratara de una gran oportunidad y no como si fuera un deber. Yo imagino que a este tipo de hombre le encanta asistir a la capilla, leer la Biblia, orar y compartir el evangelio con otras personas. Por otra parte, en este Salmo yo veo a un hombre repleto de entusiasmo, que vive con gozo la vida cristiana y que para él los mandamientos de Dios “no son gravosos” (1 Juan 5.3). Aquí podemos concluir que este hombre piadoso tiene hijos que respetan su autoridad y la obedecen por amor a su padre. No hay duda alguna que su vida ungida por el Espíritu Santo influirá en la vida de sus hijos. ¿Acaso piensas que este padre es alguien que provoca a ira a sus hijos, que hace las cosas mecánicamente y sin amor? Tú y yo conocemos la respuesta. Quizá puede ser que él no tenga todos los dones como un maestro por excelencia, pero su entusiasmo y amor reemplazará lo que haga falta.

Con todo lo antes expuesto, yo sé que la influencia que este hombre obre en sus hijos es un poco misteriosa. Los corazones de los hijos de este tipo de padre serán guiados por una mano invisible. ¡Dios hace esta obra si nosotros hacemos la nuestra! Una cosa sé, y es que el entusiasmo es contagioso. El entusiasmo de una persona puede aferrarse en otra persona y motivarle a seguir adelante. Por lo general, una persona llevada por el entusiasmo de otra desea hacer lo mismo o casi lo mismo que ésta haga. Eso quiere decir que una persona que se entusiasme por el entusiasmo de otra deseará imitarle a causa de la admiración que le tiene. La imitación es la expresión más elevada de la admiración. Esto se observa a menudo en el mundo. Por ejemplo, los jóvenes se comportan casi de una forma maniática al imitar la conducta y hasta las costumbres de algún músico o actor perverso y loco.

Lo que nosotros amamos es lo que nuestros hijos amarán. Esto es muy cierto y casi todos lo sabemos porque o bien lo hemos visto reflejado en nuestras propias familias o en algún otro hogar. Si el padre es fanático a los deportes entonces el hijo también lo será. Así es la vida. Por ejemplo, mis hijos aman cultivar el huerto. ¿Acaso tú puedes imaginarte la razón? ¡Es porque yo también amo hacerlo! Me gusta mucho meter las manos en la tierra y sembrar. Cuando llega la primavera, la “fiebre de la siembra” nos infecta a todos en mi hogar. Por supuesto, yo soy el culpable de esto. De igual modo, me gusta el trabajo duro. ¿Sabes una cosa? A mis hijos les gusta también.

El mismo principio se aplica tanto para lo bueno como para lo malo. Cuando se aplica para lo bueno y lo recto entonces se convierte en una herramienta poderosa a favor del género humano y para la gloria de Dios. No obstante, cuando se aplica para lo malo entonces se convierte en un arma de destrucción. Por eso, en el buen sentido de la palabra, nosotros los padres debemos ser “fanáticos” para las cosas del reino de Dios.

Esto que escribí aquí me hace pensar en William Booth. Él fue un fanático en las cosas del reino de Dios. Yo he estudiado su vida de forma muy detallada y escribí un artículo acerca de la misma que fue publicado en la revista The Heartbeat of the Remnant (“El Latido del Remanente”). William amó al Señor con todo su corazón. En uno de los capítulos anteriores, nosotros estudiamos cómo su vida surtió efecto en las generaciones después de él. Él vivió una vida consagrada a Dios y a su familia, y fue por ello que todos sus hijos desearon hacer lo mismo. Sus hijos lo escogieron así a causa de lo que veían en la vida de su padre.

Cuando William regresaba de una predicación realizada al aire libre, les contaba a sus hijos acerca de las maravillas que Dios había hecho en esa campaña evangelística. Y debido a esto, sus hijos siempre le esperaban ansiosamente. William permitió que cada uno de sus hijos le acompañara a alguna campaña evangelística cuando el hijo cumplía los doce años de edad. Aunque sus hijos muy bien sabían que la gente les tiraría huevos podridos en las predicaciones al aire libre, ellos siempre esperaban con anhelo la oportunidad de poder ir con su padre. ¿Acaso te imaginas qué se hace para que un muchacho de doce años desee con todo su corazón poder tener la oportunidad de ir con su padre a algún lugar donde sabe que le tirarán uno o dos huevos podridos en la cara? ¡Es muy fácil! Si el padre se goza con mucho entusiasmo en tales oportunidades que sirve al Señor y cuenta a esos hechos como un privilegio que Dios le concede al llevarle el evangelio a los corazones de las almas perdidas por compasión de ellas, entonces el hijo igualmente los contará como un privilegio.

Cuando yo predico sobre la vida hogareña, a menudo los padres me preguntan: “Hermano Denny, ¿cómo haces para que tus hijos ayunen, se levanten temprano para leer la Biblia y cosas semejantes? ¿Acaso sean leyes en tu hogar que ellos tienen que obedecer?”

La respuesta a estas preguntas es: “No, nosotros nunca forzamos a nuestros hijos a que hagan tales actividades espirituales. Estas actividades son disciplinas voluntarias que uno tiene que practicar de buena voluntad. Y si no lo hace de esa manera, entonces de nada le aprovechan.”

La clave para estimular a los hijos a realizar tales actividades es el ejemplo y el entusiasmo que pueden ver en sus padres. En nuestro hogar, tales actividades son disciplinas que emanan de un ambiente de paz y con una voluntad dispuesta. ¿Sabes por qué? Si el padre o la madre hace un ayuno y luego da un testimonio de gozo acerca de las bendiciones recibidas al hacerlo, entonces no será difícil estimular a los niños a desear practicar el ayuno. De hecho, en nuestro hogar no llevar a cabo esta práctica se convierte en un problema ya que nuestros hijos desean ayunar desde edades cuando a penas son demasiado pequeños para participar en tal bendición cristiana. Por ejemplo, nuestro hijo David empezó a participar en nuestros ayunos familiares a la edad de seis años.

Amados padres, ahora les hago otra pregunta: ¿Cuál es el origen de este entusiasmo? Una buena pregunta, ¿verdad? De acuerdo a lo que yo veo y lo que siento en mi corazón jamás he visto una actitud carnal ni muchos un embullo emocional temporal en alguno de mis hijos cuando se trata de practicar estas bendiciones de la vida cristiana. Hay hombres que son expertos a la hora de entusiasmar a otras personas. Incluso, algunos de estos hombres reciben miles de dólares después de haber dado un discurso motivador. Yo no me refiero a esta clase de entusiasmo que en nada se relaciona con el reino de Dios.

No obstante, nosotros como padres debemos encontrar la vía para encaminar a nuestros hijos a tener la actitud de “esto es un gran privilegio”, y no la actitud legalista de “tengo que hacerlo”. Esto puede ocurrir solamente por medio del Espíritu Santo que hace un cambio interior cuando la persona experimenta el nuevo nacimiento. Esto nos trae nuevamente al aspecto espiritual del hombre. La palabra entusiasmo es una palabra griega (no se utiliza en la Biblia, pero etimológicamente se deriva de ese idioma). En griego, la palabra entusiasmo quiere decir “dentro de Dios”, pues la raíz etimológica es en-theos. En el idioma español esta palabra se traduciría literalmente como “En-Dios”. Por eso, la palabra entusiasmo nos debe hacer pensar en una vida inspirada por Dios. Un estilo de vida que vivimos diariamente ante nuestros hijos con el fin de darles un ejemplo. En mi caso, yo puedo decir que Dios está dentro de mí, moviéndome, inspirándome y dándome poder para manifestar de forma interna y externa la verdadera vida cristiana. Y mis hijos observan mi vida diariamente y desean imitar mi ejemplo.

Ahora vamos a estudiar algunos sinónimos de la palabra entusiasmo: “admiración, celo, pasión, inspiración, enardecimiento, ánimo, fervor, fogosidad, hervor, vibrante, alegría, vehemencia”. ¡No hay nada de apatía ni mucho menos de pereza en estas palabras! La Biblia nos manda: “Todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres” (Colosenses 3.23). Bueno, la única manera de cumplir con lo que dice en este versículo es rendirnos a Cristo de todo corazón, muriendo al mundo y sus deseos. Entonces Cristo nos dará su gracia para andar en él con mucho entusiasmo.

En efecto, nosotros estamos tratando con uno de los principios acerca de discipular a nuestros hijos. Tú debes amar lo que deseas transmitirles a tus hijos. Además, te es necesario poner por obra mediante tu ejemplo y enseñar con tus palabras lo que deseas que ellos aprendan de ti. En verdad, el asunto es cuestión de la clase de hijos que tú quieras formar. ¡No hay límite con respecto a lo que tú puedes transmitirles a tus hijos! La Biblia está repleta de principios que son buenos y sabios a la hora de transmitirles a tus hijos las cosas que les prepararán el camino para la vida y el reino de Dios. Lo que tú quieras transmitirles a tus hijos es necesario que ames hacerlo y que lo hagas con gozo en tu propia vida para que así ellos también escojan hacer lo mismo. ¿Deseas que tu hijo sea un ganador de almas? Entonces tú mismo debes convertirte en un perseguidor sincero de lo mismo. Explícale y demuéstrale en qué consiste la bendición de ganar almas para Cristo y quizá muy pronto él estará a tu lado mientras haces de pescador de almas. Es una obra mucho más maravillosa pescar hombres que pescar peces, ¿verdad? Bueno, lo que deseo explicarte es que si tú pescas almas con entusiasmo entonces tu hijo lo hará del mismo modo.

En conclusión, cuando hayamos terminado de criar a nuestros hijos, nosotros vamos a obtener los resultados en la misma medida que nos interesamos en ellos.

3. La oración intercesora y constante

Levántate, da voces en la noche, al comenzar las vigilias;
Derrama como agua tu corazón ante la presencia del Señor;
Alza tus manos a él implorando la vida de tus pequeñitos (Lamentaciones 2.19).

Ahora bien, yo me voy a referir a la tercera influencia misteriosa: la oración intercesora y constante. Puede ser que esta influencia sea la más poderosa de las tres. Al igual que las otras dos influencias, la oración intercesora y constante es algo que se fundamenta en lo espiritual y no tiene ningún beneficio a quien lo practica en la carne. Lo cierto es que nadie puede orar oraciones intercesoras con buenos resultados a menos que viva una vida que demuestre diariamente el poder de Dios. Por otra parte, los que experimentan la verdadera intercesión en la oración tendrán el privilegio de hacer mover la mano de Dios en favor de su familia.

El versículo citado anteriormente fluyó del corazón del profeta Jeremías y es la parte central del tema que estaremos estudiando. Jeremías amó extremadamente al pueblo de Dios, pero éste no lo entendía debido a que muchas de sus profecías se referían al juicio. El autor en el libro de Lamentaciones se refiere al juicio como algo con lo que ya se está viviendo. Aquí Jeremías está rogando por los hijos de su pueblo. Mi corazón muchas veces se ha unido al de Jeremías, en especial cuando me he encontrado orando después de la hora de la media noche. Yo he escogido el versículo anterior para iniciar esta sección del capítulo ya que para mí es claro que el mismo no se refiere a una oración normal.

Jackie y yo siempre oramos por nuestros hijos en todo tiempo. Esto es una parte esencial en nuestra adoración personal. Además, al llevar a mis hijos a dormir, yo siempre oro con ellos y por ellos. No obstante, este capítulo se refiere a otra clase de oración que va más allá de las oraciones normales. Este tipo de oración profundiza mucho más el carácter intercesor de la oración. Para ser más claro, yo aquí me refiero al tiempo en los cuales una persona “está en el Espíritu” (véase Apocalipsis 1.10). Este es el tiempo cuando una inspiración especial, una petición necesaria y un deseo que prevalece atrapan a la persona y lo único que la misma desea hacer es orar. Esto se conoce como intercesión. Es algo así como cuando los creyentes del Antiguo Testamento se aferraban de los cuernos del altar y no los soltaban hasta que recibían la contestación de su ruego. Es mi deseo que entiendas que ésta es la clase de oración que debes que hacer por tu familia. Es un tiempo donde sientes en lo profundo de tu corazón que ha llegado el momento de reconocer tu necesidad de ser quebrantado ante Dios por las necesidades de tu hogar.

Con relación a ciertos asuntos en la vida de un niño, siempre habrá ocasiones en los que los padres tendrán que orar para buscar y encontrar los resultados deseados. Por otra parte, durante la etapa cuando los hijos se convierten en adolescentes y luego en jóvenes se ha experimentado que muchas veces ellos pierden de vista lo correcto y entonces se hace preciso que los padres o quienes estén a su cargo intercedan por ellos de forma constante. La oración intercesora es un arma eficaz en esa etapa cuando se atraviesa por las tempestuosas experiencias de la juventud.

Yo deseo que sepas que existe algo sublime en eso de orar después de la medianoche. No es común hacer esto y eso lo hace sublime. Aquí uno decide que lo que va a hacer es mucho más importante que quedarse en cama, durmiendo. La persona siente en su corazón el deseo de orar fervientemente mientras los demás duermen (véase Santiago 5.16). Orar de esta manera es algo muy necesario en la crianza de los hijos. Sin embargo, lamentablemente muchos padres no incluyen esto en su visión sobre la crianza de sus hijos. Incluso, algunos de ellos esperan hasta que pase alguna tragedia para así afanarse de forma ferviente a la oración.

Recuerdo la historia de la madre de James Stewart. James fue un gran evangelista escocés que predicó en la parte oriental de Europa durante los primeros años del siglo XX. Pero ahora nosotros no nos vamos a enfocar en su vida, sino que aprenderemos algo acerca de su madre. La madre de James fue una hermana consagrada a la oración. Ella dedicó a su hijo a Dios desde el momento de su nacimiento, pero él se consagró al fútbol. Cuando su hijo arribó a la edad de catorce años parecía ser que él estaba en el camino a convertirse en un jugador de primera clase. Sin embargo, gracias a Dios su querida madre, una verdadera madre piadosa, no iba a permitir que esto sucediera. Noche tras noche, ella se levantaba durante la madrugada para interceder por su hijo, resistiendo al diablo en el nombre del Señor Jesucristo. De esa manera, ella oró durante varias noches hasta que recibió la seguridad que Dios había contestado sus oraciones. Ella sintió en su corazón que el Espíritu Santo le estaba confirmando que James se convertiría a Cristo. Dos días después de ella haber recibido esta confirmación, y en el preciso momento cuando su hijo estaba en plena mitad de un partido de fútbol, la convicción del pecado en su vida le sobrevino con todo el poder que se puede describir. Al terminar el partido, él se arrodilló estando todavía en la misma cancha de juego y rindió por completo su vida al Señor. Dios lo salvó. Entonces con mucho gozo en su corazón y en su rostro, James se levantó y fue a darle la noticia a su madre. Al decirle lo que había sucedido en su vida, ella no demostró ninguna sorpresa. ¡Ya ella había recibido la confirmación dos días antes!

A tal tipo de oración es a lo que me refiero cuando escribo “la oración intercesora y constante”. Pero es sabio que sepas que nosotros no debemos orar así sólo cuando estemos en medio de las pruebas, sino que también debemos hacerlo cuando estemos experimentando un tiempo de bendiciones. Nosotros debemos resistir a Satanás constantemente y eso incluye cuando la vida de nuestros hijos está en orden. Aun cuando nuestros hijos anden buscando con toda seriedad la voluntad de Dios, nosotros debemos interceder por ellos.

Hace un tiempo, una persona me contó acerca de las oraciones que escuchaba de labios de su madre. Cuando todavía era muy pequeño, él escuchaba a menudo las oraciones de intercesión de su amada madre mientras ella dedicaba sus hijos a Dios. Ella pedía que Dios usara a sus hijos y que ellos sirvieran de bendición para las generaciones venideras. ¿Cuál fue la contestación que ella recibió? Tres de sus hijos llegaron a convertirse en predicadores y así también lo hicieron cuatro de sus nietos. Pero la historia no termina con esta información. Todo esto me emociona nuevamente al darme cuenta de la forma poderosa que nosotros podemos influir en la vida de nuestra descendencia aun después de la muerte. Nuestras oraciones, oraciones intercesoras y constantes, pueden influir en las vidas de nuestros hijos, las vidas de nuestros nietos y aun las vidas de nuestros biznietos. ¡Oh, Señor! ¡Que levantes una hueste de hombres y mujeres que se esfuercen en la oración de forma constante y que sepan cómo aferrarse a ti, tocando las mismas puertas del cielo a favor de sus hijos!

Andrew Murray escuchó este tipo de oraciones. Ocho generaciones de los Murray se han levantado para servir a Dios luego que este hombre piadoso oró por sus descendientes de una forma intercesora y constante. Al estudiar acerca de su hogar y del hogar de su padre, yo me quedé maravillado al darme cuenta de la gran influencia que Andrew tuvo en sus retoños. Sí, amados padres, ocho generaciones de siervos del Señor han brotado de sus oraciones.

Andrew creyó con todo su corazón acerca de la gran influencia que sería orar por sus generaciones futuras. Yo también creo en lo mismo. En realidad, yo he invertido mucho tiempo orando por mis descendientes. Hermanos y hermanas, nuestras oraciones pueden alcanzar a nuestra descendencia aun mucho tiempo después de nuestra partida de la tierra. ¿Qué esperamos para poner en práctica en nuestras vidas diarias orar de esta manera intercesora y constante? ¡Toquemos el trono de Dios por medio de nuestras oraciones de intercesión! ¡Dios aún reina y siempre lo hará!

Mujeres con llantos suplicantes

Así dice Jehová de los ejércitos: Considerad, y llamad plañideras que vengan; buscad a las hábiles en su oficio; y dense prisa, y levanten llanto por nosotros, y desháganse nuestros ojos en lágrimas, y nuestros párpados se destilen en aguas. (…) Oíd, pues, oh mujeres, palabra de Jehová, y vuestro oído reciba la palabra de su boca: Enseñad endechas a vuestras hijas, y lamentación cada una a su amiga (Jeremías 9.17–18, 20).

En esta sección sobre la oración intercesora yo he sentido en lo profundo de mi ser que es provechoso rogarles a las hermanas que oren por los hombres. Madres, yo deseo que sepan que una forma poderosa de influir en la vida de tus hijos es al orar por tu esposo. Cuando las cosas anduvieron mal para el pueblo de Israel, Dios llamó a las mujeres para que se reunieran y oraran por los hombres. ¿Qué ocurriría si todas las madres que hay en nuestras tierras empezaran a interceder por los hombres? En los capítulos anteriores, yo he tratado de mostrar la enseñanza bíblica que la mayor obligación en la crianza de los hijos la tienen los hombres. Dios lo ha ordenado así. Sin embargo, nosotros los hombres necesitamos las oraciones y el apoyo de las mujeres. Las esposas que interceden por sus esposos se convierten en una parte importante y esencial de la misteriosa influencia que Dios tiene en el hogar. Hermanas, ¡ustedes no se imaginan cuán potentes realmente son sus oraciones intercesoras! ¡Levanten llanto por nosotros!

Nosotros los padres sabemos y muchos de nosotros reconocemos abiertamente que hemos fracasado en muchos aspectos de la crianza de nuestros hijos. La mayoría de nosotros hemos sido criados en hogares sin un padre espiritual y por eso no sabemos lo que significa guiar un hogar como debe ser guiado. Nosotros lo confesamos, amadas hermanas, y es por eso que les pedimos que levanten llanto por nosotros. ¡Intercedan por nosotros!

Amadas madres, yo deseo darle un consejo a cada una de ustedes. Jamás se quejen de sus esposos delante de sus hijas. En cambio, enséñenles a sus hijas acerca del poder de la oración intercesora. Enséñenles a llorar, a gemir y a orar ante Dios por Papá. Muéstrenles cómo orar al hacerlo de una forma intensa y profunda. Aunque a lo mejor oran por nosotros diariamente, yo les ruego que oren tal como Pablo oró por los gálatas (véase Gálatas 4.19). Pablo oró por ellos de una forma tan intensa que fue como si hubiera estado sufriendo “dolores de parto”.

Los versículos descritos en la cita de Jeremías nos describen algo maravilloso. ¡Imagínate! Un grupo de hombres que han sido quebrantados ante el Señor y que las lágrimas fluyen por sus mejillas. ¡Por favor, oren por nosotros para que Dios nos provoque una sed profunda de él y un anhelo intenso en nuestros corazones de tener más comunión con él!

Oración

Padre Celestial, ¡ten misericordia de nosotros! Hemos visto de forma clara en este capítulo algo que tiene un objetivo bastante alto para ser alcanzado. ¿Qué podemos decir? ¿Qué podemos hacer? Señor, aun no hemos alcanzado tu plan y propósito. ¡Oh Padre! Te rogamos que nos hagas hombres y mujeres espirituales sin importarnos el precio que tengamos que pagar. Ahora nos damos mucho más cuenta que nuestro diario andar contigo es de vital importancia. ¡Por favor, concédenos un avivamiento personal y real de forma tal que nuestros hijos puedan verlo en nosotros cada día! En el nombre de Jesucristo, amén.

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