Inicio/Home

EL TESORO BÍBLICO

Por Guillermo McGrath- ©1985 usado con permiso

Capítulo 12

La profecía bíblica

Las profecías cumplidas, el futuro, el cielo, y el infierno

La profecía muchas veces es definida como la predicción del futuro, pero esto es limitar su carácter real que incluye tanto predecir el futuro como también proclamar la palabra de Dios. La palabra hebrea nabi, la cual es traducida profeta, significa uno que anuncia algo. Mientras que muchas personas de la Biblia son llamadas profetas (Abraham, Moisés, Aarón, Saúl, David, Isaías, Amós, etc.), y profetisas (María, Débora, Hulda, Ana, etc.), el significado más general del término es “una persona que habla a los hombres lo que Dios ha puesto en su boca” (Deuteronomio 18.18–22). Es en este sentido que el Nuevo Testamento llama “profetas” a todos los cristianos; proclaman y dan testimonio a la palabra de Dios porque han recibido al Espíritu Santo. “Mas esto es lo dicho por el profeta Joel: Y en los postreros días, dice Dios, derramaré de mi Espíritu sobre toda carne, y vuestros hijos y vuestras hijas profetizarán; vuestros jóvenes verán visiones, y vuestros ancianos soñarán sueños; y de cierto sobre mis siervos y sobre mis siervas en aquellos días derramaré de mi Espíritu, y profetizarán” (Hechos 2.16–18). En el sentido de dar testimonio de Cristo y de su evangelio, todos los cristianos son llamados a “profetizar” contra el pecado y para la salvación. Y haciendo esto, los cristianos encontrarán la misma clase de oposición que los profetas de antaño encontraron: “porque así persiguieron a los profetas que fueron antes de vosotros” (Mateo 5.12).

En este sentido general de la profecía como proclamar la palabra de Dios acerca del pecado y de la salvación, demasiadas iglesias faltan de ser “proféticas”. La verdadera iglesia del Nuevo Testamento tiene que ser una iglesia profética, que profetiza contra el pecado y profetiza de Cristo. La iglesia que es verdaderamente profética es sal y luz en la sociedad. Testifica contra el mal y la injusticia, y de este modo refrena la desmoralización no gobernada de la sociedad; es una conciencia a la sociedad, y de este modo obra como un preservativo (sal). Más importante, la iglesia profética llama a los hombres a dejar la sociedad no regenerada y nacer de nuevo, uniéndose con los santos. Señalando hacia Cristo la luz del mundo, la iglesia sirve como un faro en la oscuridad aumentadora. “Vosotros sois la sal de la tierra.... Vosotros sois la luz del mundo” (Mateo 3.13–14). Esto es el verdadero significado de la llamada profética de la iglesia. ¡Es una lástima que tantos cristianos débiles se creen “proféticos” porque abrazan fervientemente algún punto de vista acerca de la profecía no cumplida y lo defienden entrando en muchas disputas con otros cristianos sobre diversas interpretaciones! La profecía de la Biblia no debe llegar a ser notoria como un campo de batalla. No conviene para el cristiano la controversia intolerante sobre puntos oscuros y de poca importancia de especulación acerca de detalles del futuro. Aunque hay diferencias de opinión sobre detalles menores y especulativos de la profecía no cumplida, los cristianos bíblicos concuerdan en los hechos gloriosos de las profecías cumplidas. También concuerdan en los puntos fundamentales del futuro: las señales que preceden el regreso de Cristo, su segunda venida misma, el día del juicio, los castigos del infierno para los perdidos, los galardones del cielo para los salvos, y la necesidad urgente de predicar el evangelio ahora.

Mucha gente, en su preocupación y temor por el aprieto grave del mundo en que vivimos, se desesperan del futuro. Unos son tan pesimistas que no quieren ni siquiera pensar en el futuro. Pero el cristiano normal y victorioso se interesa vitalmente en el futuro. ¿Por qué no? ¡Vamos a pasar el resto de nuestra vida en el futuro! Una vida humana completa tiene que vivirse en las tres dimensiones del tiempo: el pasado, el presente, y el futuro. Los reaccionarios viven sólo para el pasado; los amadores del placer viven sólo para el presente; los visionarios viven sólo para el futuro. Los cristianos nacidos de nuevo han entregado el pasado, el presente, y el futuro en las manos de Jesucristo, el que era, es, y siempre será. Sabemos que en sus manos está invertido seguramente el futuro. Aunque la persecución que se está aumentando nos trajera tortura y muerte, todavía hay un futuro más glorioso al otro lado del sepulcro. La vía de victoria cristiana está en la obra triple de Cristo. Cuando viene Satanás para tentarnos con culpa por nuestros pecados pasados, con temor de hombres estorbando nuestro testimonio a otros en el presente, y con preocupación de daños o males que podrían perjudicar nuestra vida en el futuro, entonces la vía de victoria claramente es: “Ellos le han vencido por medio de la sangre del Cordero y de la palabra del testimonio de ellos, y menospreciaron sus vidas hasta la muerte” (Apocalipsis 12.11). Las tres formas más potentes y dañinas del temor aquí las vemos conquistadas por medio de la gracia de Cristo: la culpa del pasado, el temor de los hombres en el presente, la preocupación sobre el futuro. Para los que han entregado todo a Cristo como Salvador y Señor, los pecados pasados son confesados y dejados y cubiertos y lavados por la sangre de Cristo; el temor de los hombres es desechado por el amor de sus almas que nos impulsa a testificar de Dios con valor; la preocupación sobre el futuro es conquistada por nuestra confianza en Dios. Aunque las cosas vayan de mal en peor y los hombres tomen nuestras vidas, ¡no amamos nuestra vida en este mundo como que no hubiera una vida futura! “Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro” (Romanos 8.37–39).

No conviene que los cristianos contendamos de la profecía bíblica, aunque nuestras opiniones difieren un poco. Al contrario, podemos regocijarnos en unión a causa de ese gran tema. El punto mayor de la profecía es que todo sale bien en el fin para los que sirven a Dios. En el Salmo 73 leemos que el salmista estaba perplejo y perturbado sobre cómo iban las cosas en este mundo. Le parecía que los malos prosperaban y los justos pasaban por muchas aflicciones. Entonces Dios le llamó la atención, enseñándole que nunca se puede evaluar correctamente esta vida presente al no ser que sea vista a la luz de la eternidad. Cuando él vio el fin de los malos y el fin de los justos, entonces todo lo entendió y fue consolado. Confesó que no había estado viviendo en las tres dimensiones del tiempo hasta que vio claramente la visión del futuro, de la eternidad, y consideró el fin de ello. Entonces se alegró en el Salmo 73.23–24 sobre vivir la vida bajo el mando de Dios en los tres tiempos: “Con todo, yo siempre estuve contigo; me tomaste de la mano derecha. Me has guiado según tu consejo, y después me recibirás en gloria”. La vida en Cristo es una vida que satisface y da gozo porque es vivir en las tres dimensiones del tiempo (el pasado, el presente, y el futuro), bajo el mando y el cuidado de aquel que “es el mismo ayer, y hoy, y por los siglos” (Hebreos 13.8).

En este capítulo sobre la profecía bíblica queremos mostrar a Jesucristo como el gran tema que unifica toda la profecía bíblica. Queremos ver que él es el consolador de los que creen en él, viven en él, le aman, y le obedecen. “Yo soy el Alfa y la Omega, principio y fin, dice el Señor, el que es y que era y que ha de venir, el Todopoderoso” (Apocalipsis 1.8). El gran tema de la profecía bíblica no es Palestina, ni los judíos, ni el milenio, ¡sino es Jesucristo, nuestro Salvador y Señor! (¿Es Señor tuyo?) Al exaltar a Cristo, repasaremos las profecías cumplidas, las señales que preceden su venida, su segunda venida misma, el día del juicio, los horrores del infierno, y las glorias del cielo.

    A.  Las profecías cumplidas

Ya hablamos de este tema en nuestro capítulo sobre por qué creemos que la Biblia es la palabra inspirada de Dios, pero es apropiado añadir aquí unos pensamientos más. Las profecías cumplidas de la escritura son evidencia indisputable de que la Biblia es la palabra de Dios. “Yo soy Dios ... y nada hay semejante a mí, que anuncio lo por venir desde el principio, y desde la antigüedad lo que aún no era hecho; que digo: Mi consejo permanecerá.... Yo hablé, y lo haré venir; lo he pensado, y también lo haré” (Isaías 46.9–11). La prueba de la veracidad de toda profecía es su cumplimiento (Deuteronomio 18.22). Mencionamos en el capítulo anterior acerca de las profecías bíblicas cumplidas tocante a Tiro y Sidón, etc. Consideremos ahora a Samaria. En Miqueas 1.6, escrito aproximadamente 750 años antes de Cristo, Dios dice: “Haré ... de Samaria montones de ruinas, y tierra para plantar viñas; y derramaré sus piedras por el valle, y descubriré sus cimientos”. Pero Samaria fue una ciudad notable todavía en los días de Cristo y es mencionada muchas veces en el Nuevo Testamento. Sin embargo, la ciudad por fin fue destruida y llegó a ser un montón de piedras y ruinas. La colina ha sido limpiada gradualmente. Las piedras del cimiento y todo el escombro han sido llevados al borde de la colina y echados en el valle. ¡Ahora está cubierta de jardines! Por la ley de la probabilidad, hay sólo una posibilidad en 20.000 que esto pudo haber pasado por casualidad.

Además, en tres profecías diferentes acerca de Gaza y Ascalón (Sofonías 2.4–6; Amós 1.8; Jeremías 47.5), escritas seiscientos y setecientos años antes de Cristo, es predicho que los filisteos perecerían, que Gaza llegaría a ser un desierto, que Ascalón sería destruida y llegaría a ser un pasto para ovejas. ¡Todo esto ha pasado exactamente como fue predicho! La Gaza moderna tiene otra ubicación que la ciudad antigua y Ascalón fue destruida en el año 1270 y hasta este día nunca ha sido reconstruida. Los naturales de allí evitan el lugar como un lugar maldito. Se podría citar docenas más de tales cumplimientos. En Isaías 41.23, el profeta desafió a los dioses paganos, diciendo: “¡Dadnos nuevas de lo que ha de ser después, para que sepamos que vosotros sois dioses!”

Las profecías respecto a Cristo, como vimos en un capítulo anterior, fueron cumplidas aun más maravillosamente. La historia completa de la vida de Cristo, sus mayores características, y los eventos e incidentes mayores de su vida fueron cumplidos como se habían profetizado, hasta el detalle más pequeño. Él fue profetizado ser de la familia de David, nacer de una virgen, nacer en Belén, residir en Egipto. Fue profetizado que su ministerio sería anunciado por un heraldo parecido a Elías, que su misión incluiría a los gentiles, que tendría un ministerio de curación, que enseñaría por parábolas, que sería despreciado y rechazado por los gobernantes, que sería traicionado y vendido por un amigo por treinta piezas de plata. Fue profetizado que sería crucificado, que echarían suertes sobre sus vestidos, que moriría con los malhechores, que su costado sería traspasado pero ni un hueso suyo sería quebrado, que sería sepultado por un hombre adinerado. Aun sus palabras al morir fueron predichas. También fue profetizado que él resucitaría de los muertos, que ascendería al cielo para sentarse en su trono, que mandaría al Espíritu Santo, y que su rechazamiento sería seguido con la destrucción de Jerusalén. ¡Cristo cumplió más de 300 profecías del Antiguo Testamento!

    B.  Las señales que preceden la segunda venida de Cristo

Mateo 24.3 dice que los discípulos de Cristo le hicieron una pregunta muy importante acerca del futuro. Ellos fueron sacudidos por el anuncio que él acabó de darles que el templo y la ciudad de Jerusalén iban a ser destruidos. Al parecer de ellos, tal catástrofe podría ocurrir sólo en el final de todas las cosas. Por tanto, le hicieron esta pregunta: “Dinos, ¿cuándo serán estas cosas, y qué señal habrá de tu venida, y del fin del siglo?” En su respuesta Cristo combinó dos eventos diferentes: la destrucción de Jerusalén en el año 70, y su segunda venida en el fin del mundo. Ha dejado a muchos estudiantes de la Biblia perplejos en cuanto a cómo puede uno distinguir cuáles de estos versículos pertenecen a cuál de estos dos eventos diferentes. Pero la solución es muy sencilla; al comparar la escritura con la escritura, notamos que Lucas 21.20 dice explícitamente que el literal aparecimiento visible de ejércitos hostiles poniendo sitio a Jerusalén indicaría que su desolación estaría cerca. Los cristianos primitivos lo interpretaron así también, junto con la advertencia profética de Pablo en Hebreos 13 que debían abandonar a la Jerusalén terrenal. Cerca del tiempo en que los ejércitos romanos se acercaron para poner sitio a la ciudad, los cristianos huyeron de Jerusalén. Pero las otras señales de Mateo 24 fueron propuestas por nuestro Señor como las que precederían el fin del mundo en el tiempo de su segunda venida. Repasaremos ahora esas señales de advertencia.

1.   El engaño (Mateo 24.4–5, 11, 23–26): Estos versículos describen la reinante atmósfera religiosa del tiempo del fin como una de engaño. Satanás se lanza contra la iglesia para probarla como nunca antes y engaña a las naciones (gentiles) en maneras milagrosas. Segunda de Tesalonicenses 2.3–12 habla de “un poder engañoso” que obra “con todo engaño”. Y en Apocalipsis 13.3–4 leemos: “Y se maravilló toda la tierra en pos de la bestia, y adoraron al dragón”. Esto se refiere a una rebelión por todo el mundo contra todo lo que se llama Dios (2 Tesalonicenses 2.4), un ateísmo por todo el mundo que no existió en ningún tiempo previo durante todo el siglo de la iglesia. Rechazando los hombres a Cristo más y más y olvidándose de la justicia, Satanás aprovecha la oportunidad de explotar su poder y llevar al mundo entero en una gran rebelión ateísta contra la iglesia y contra Dios.

2.   La apostasía (Mateo 24.4, 10–14, 23–26): Estos versículos describen cómo obra el engaño entre los miembros de las iglesias: la iniquidad llega a ser común, muchos son ofendidos, muchos falsos profetas se levantan, el amor de muchos se enfría, y muchos apostatan. El Nuevo Testamento está lleno de versículos que describen esta gran apostasía de los días postreros. Lo mismo que entre las naciones hay una revolución internacional, así entre las iglesias hay gran apostasía. La Biblia afirma que no viene el fin “sin que antes venga la apostasía” (2 Tesalonicenses 2.3), y que muchos “apostatarán de la fe” (1 Timoteo 4.1–3). Estas cosas preceden la segunda venida y aun ahora están en todas partes.

3.   El desenfreno (Mateo 24.6–8, 12, 21, 37–39): Las guerras, los alborotos, las revoluciones, los dolores, gran tribulación, y la iniquidad abundarán y se multiplicarán en todas partes. La decencia común, la ley, y el orden serán extinguidos. Será como era en los días de Noé antes del diluvio: habrá inmoralidad y materialismo, y no tomarán en cuenta a Dios. Se nota especialmente que se corrompió la tierra de entonces y estaba llena de violencia. Dios tenía que destruir a los hombres o ellos hubieran destruido la tierra (Génesis 6.11, 13; Apocalipsis 11.18 —¡aun ahora tienen el poder atómico para destruir la tierra!). Desde el año 1945 ha habido más de cien guerras tribuales, internacionales, civiles, y “frías”.

Su ferocidad e insensatez se están aumentando. La frase, “Se levantará nación contra nación”, se refiere específicamente al aumento del nacionalismo violento (mientras que “reino contra reino” se refiere a las guerras internacionales y civiles). ¡Sólo mira el estrago hecho por el nacionalismo alemán, el nacionalismo japonés, el nacionalismo chino, el nacionalismo africano, y todas las guerras de revolución que provienen de grupos nacionales o tribales o raciales que son oprimidos o despreciados!

El racismo destruye vidas incontables en todo el mundo. El Señor Jesús profetizó que el los últimos días nación pelearía contra nación (griego, ethnos pelearía contra ethnos). Esto lo vemos pasando en el mundo hoy. Las “purgas étnicas” matan a miles de personas.

El prejuicio racial está segando un torbellino de la siembra del odio.

4.   La persecución (Mateo 24.9–10, 13, 22): Sólo es de esperar que un mundo que es cegado por las tres precedentes señales del fin (el engaño, la apostasía, y el desenfreno) naturalmente también se pondrá a perseguir a los cristianos verdaderos. El llamamiento de la iglesia como sal y luz siempre ha sido una clase de conciencia al mundo, recordándoles de Dios y reprendiendo sus pecados. Un escritor de la iglesia primitiva lo dijo bien cuando escribió:

Expresándolo sencillamente, lo que es el alma en el cuerpo, eso son los cristianos en el mundo.... El alma mora en el cuerpo, pero no pertenece al cuerpo; y los cristianos moran en el mundo, pero no pertenecen al mundo. La carne aborrece al alma y la trata como un enemigo, no porque ha sufrido algún mal de ella, sino porque previene que disfrute sus placeres. Asimismo el mundo aborrece a los cristianos, no porque sufra por ellos, sino porque se ponen en contra de sus placeres (La epístola a Dionicio, aproximadamente en el año 130 a.d.).

La oposición al pecado trae persecución (Juan 7.5–7), y donde abunda el pecado allí abundará la persecución de los santos. Si han perseguido a nuestro Señor, también nos perseguirán a nosotros (Juan 15.20; Mateo 5.10–12,44; 10.23; Romanos 12.14; Hechos 9.5; 2 Timoteo 3.12; Hechos 14.22). Es verdad que en estos tiempos modernos, millones han sido matados y torturados y han sido obligados a huir por causa de Cristo bajo el látigo de los dictadores y el nacionalismo —¡más que en cualquier tiempo previo en la historia! Y la situación muestra cada señal de estarse empeorando. “Mas el que persevere hasta el fin, éste será salvo” (Mateo 24.13). Cristo dice claramente que los cristianos serán entregados a tribulación, y matados, y aborrecidos de todas las gentes por causa de su nombre (Mateo 24.9). Esto indica una persecución internacional, por todo el mundo, en los días postreros.

5.   El anticristo (Mateo 24.5, 15, 23–24): La palabra anticristo significa tanto ser en contra de Cristo como también sustituirse por Cristo. El Nuevo Testamento enseña que hay un espíritu de anticristo y un sistema del anticristo y que hay muchos anticristos pequeños, pero que todos culminarán en un anticristo final que unificará a las naciones en un estado mundial y en una iglesia mundial en rebelión contra Dios (Daniel 9.27; 11.31; 12.11; 11.36–38; 2 Tesalonicenses 2.3–12; 1 Timoteo 4.1; 1 Juan 2.18; 4.3; 2 Juan 7; Apocalipsis 13). Gloria a Dios que el sistema entero del anticristo será destruido en la segunda venida de Cristo (2 Tesalonicenses 2.3, 8). Aun ahora está apoderándose del mundo. Que venga pronto Cristo.

6.   Los desastres (Mateo 24.7, 21–22, 29, 35, 39): Lo mismo que hemos visto que nuestro Señor predijo señales en el reino político (el engaño, el desenfreno, la persecución, y el anticristo), y señales en el reino religioso (la apostasía, el ateísmo, la iglesia mundial), así también predijo señales en el reino de la naturaleza. Estas señales precederán su segunda venida. Es revelado que éstas incluirán hambres, pestilencias, terremotos, el oscurecimiento del sol, la privación de la luna de su luz normal, la caída de estrellas del cielo, la conmoción de las potencias de los cielos, y la remoción del cielo y de la tierra presentes. Ya vemos el exceso de población formando hambres tremendas en países subdesarrollados. Vemos cambios perjudiciales en el ciclo del tiempo, más y más terremotos por todo el mundo, y plagas nuevas e incurables que se están extendiendo (como el cáncer). Lo mismo que las diez plagas cayeron sobre Egipto antes del éxodo de los hijos de Dios, así la tierra será herida en los últimos días. Será afligida, turbada, y plagada antes que venga Cristo y partan los santos para estar con él. En Lucas 21.25–26; en Apocalipsis 6.12–17, como también capítulos 8–9, 15–16, etc., y en 2 Pedro 3.7–13, se halla descripciones detalladas de los desastres en el reino de la naturaleza en los días postreros. Todas estas escrituras dan un cuadro de Dios derramando plagas y desastres de un horror aumentador, y aún los hombres no se arrepienten de sus pecados. Finalmente, en el día de juicio, la tierra vieja y los cielos son disueltos por la ira de Dios para ser reemplazados con nuevos.

7.   ¿Un reavivamiento? (Mateo 24.14): Parece haber poca evidencia de un reavivamiento extensivo en los últimos días, pero la predicación del evangelio hasta los fines de la tierra llevará fruto, especialmente en esas naciones que todavía no son tan endurecidas contra el evangelio. Pero la Biblia no indica que las poblaciones de las ciudades grandes de las llamadas “naciones cristianas” realmente vuelven a Dios en el fin, sino que se endurecen en su engaño a pesar de los desastres horribles que ocurren a su derredor (Apocalipsis 2.21–22; 9.20–21; 16.9, 11). Muchos hoy día creen que habrá una “segunda oportunidad” después de la segunda venida de Cristo, pero ciertamente esto no se puede probar por ninguna escritura. Hoy es el día de salvación y después de esto viene el día del juicio (2 Corintios 6.2; Hebreos 9.27). La escasez de respuesta al evangelio en los postreros días movió a nuestro Señor a decir: “Cuando venga el Hijo del Hombre, ¿hallará fe en la tierra?” (Lucas 18.8).

    C.  La segunda venida de Cristo

Hay muchas, muchas escrituras sobre este tema, y a causa de las limitaciones del tiempo y del espacio, aquí sólo podemos poner en lista un bosquejo sencillo de los eventos que acompañarán la segunda venida de nuestro Señor. Por una mala interpretación de la expresión “vendrá como ladrón en la noche”, unos han concluido que la venida de Cristo será quieta y secreta, pero si buscas en tu concordancia todas las escrituras que usan esta frase, verás inmediatamente la verdad del asunto. El mejor intérprete de la escritura es la escritura misma.

•  Nadie puede predecir la fecha exacta de su venida (Mateo 24.36).

•  Los cristianos estarán preparados para su venida (1 Tesalonicenses 5.1–2, 4; Lucas 12.40; Apocalipsis 16.15).

•  Los que no son cristianos no estarán preparados para su venida (1 Tesalonicenses 5.3; Apocalipsis 1.7; Mateo 24.30).

•  Su venida no será en secreto (Mateo 24.23, 26; 2 Tesalonicenses 2.2).

•  Su venida será visible a todos, a los santos y a los pecadores (Mateo 24.27, 30; Apocalipsis 1.7).

•  Vendrá en las nubes, con gran gloria y poder (Lucas 21.27; Hechos 1.11; Apocalipsis 1.7; Mateo 24.30; 26.64).

•  Vendrá con una gran voz de mando y con el son de trompeta (1 Tesalonicenses 4.16; 1 Corintios 15.52; Apocalipsis 1.10; 11.15).

•  Vendrá con ángeles y las almas de los santos que se habían muerto (Mateo 24.31; 25.31; Judas 14; 2 Tesalonicenses 1.2).

•  Su venida señalará la resurrección de tanto los justos como los pecadores, los salvos y los perdidos. Todo ojo le verá incluso los que le crucificaron (Juan 5.28–29; Apocalipsis 1.7; Mateo 24.30; 26.64).

•  Los santos muertos serán resucitados primero; después los santos vivos serán transformados (1 Tesalonicenses 4.16–17).

•  Su venida será para glorificar a los santos y condenar a los pecadores (2 Tesalonicenses 1.7–10), para juzgar a los vivos y a los muertos (2 Timoteo 4.1; 1 Pedro 4.5).

•  El juicio de los pecadores y la destrucción del mundo serán en el fin del siglo (2 Timoteo 4.1; 2 Tesalonicenses 1.6–9; 2 Pedro 3.7–13; Apocalipsis 20.12; Judas 14–15; Mateo 25.31–33).

La Biblia enseña que Cristo vendrá como un ladrón en la noche. Segunda de Pedro 3.10 dice claramente: “Pero el día del Señor vendrá como ladrón en la noche; en el cual los cielos pasarán con grande estruendo, y los elementos ardiendo serán deshechos, y la tierra y las obras que en ellas hay serán quemadas”. Primera de Tesalonicenses 4.16–17 explica, además, que la venida del Señor será acompañada de una voz de mando y voz de arcángel —¡sonidos que serán lo suficiente fuertes para despertar a los muertos!

Hay personas que creen que habrá dos resurrecciones. Sacan esa idea de Apocalipsis 20.5–6. En vez de creer que una resurrección espiritual (el nacimiento de nuevo) es la primera resurrección y que una resurrección corporal es la segunda, los milenarios interpretan las dos resurrecciones como la de los santos y la de los condenados. El pensamiento milenario también incluye una venida secreta de Cristo sólo para la iglesia, siete años de tribulación en la tierra, otra venida de Cristo para establecer un reino judaico que dura mil años. Ese reino mundial incluye pecadores vivos (mortales) y santos resucitados entremezclados en la tierra, y una capital en la Jerusalén vieja en Palestina. Entonces en el fin de los mil años habrá una revolución tremenda en que todos los pecadores se vuelven contra Cristo y atacan a Jerusalén. Cristo y sus ángeles y santos libran la batalla de Armagedón contra Satanás, sus ángeles o demonios, y los pecadores los cuales serán armados con caballos, lanzas, espadas, y muchas armas de madera. Después de eso llegará la resurrección de todos los pecadores muertos y el juicio final. Luego se desharán la tierra y los cielos viejos y Dios creará el cielo nuevo y la tierra nueva.

Con todo amor hacia los que mantienen las diferentes opiniones, le parece a este escritor que la opinión que cree en un reino terrenal de mil años de Cristo que termina en fracaso y revolución no es un punto de vista que exalta a Cristo. Pero por otra parte, todas éstas son teorías especulativas que no afectan vitalmente la esperanza bendita del regreso de Cristo ni nuestro deber de estar preparados para él. Creemos en su venida inminente. No preguntamos si eres un milenario o no, sino más bien, ¿son tus pecados lavados en la sangre del Cordero y estás listo de encontrarlo en el aire?

    D.  El día del juicio

Además de lo que se ha dicho ya acerca del juicio, nota las siguientes verdades bíblicas:

•  Todo hombre tiene que comparecer ante el tribunal de Cristo, aun los cristianos (2 Corintios 5.10).

•  Los que confiesan sus pecados, los mandan al juicio de antemano y tienen perdón aquí y ahora para esos pecados (1 Timoteo 5.24; 1 Juan 1.9).

•  Aunque somos salvos por fe, somos juzgados por obras; por tanto, las obras tienen que resultar de la gracia de Cristo (Mateo 16.27; Apocalipsis 20.12; 22.12; 1 Pedro 1.17).

•  Los que saben lo que deben hacer y no lo hacen son juzgados más duramente (Juan 9.41; 15.22; Santiago 4.17).

•  Todo hombre tiene su cita en el juicio (Hebreos 9.27).

•  Los cristianos tienen la seguridad de la salvación y por esto no viven en un miedo culpable de los resultados del día del juicio; ellos saben que tienen vida eterna (1 Juan 4.17; 5.13).

•  A causa de que varias descripciones son dadas del día del juicio, unos teorizan que habrá muchos diferentes juicios, pero creemos que habrá un juicio, llamado el día postrero (Juan 12.48).

•  El día del juicio será la separación final entre lo bueno y lo malo (Mateo 25.32; Apocalipsis 20.13–15).

De todos los días no habrá ninguno como el día del juicio. ¿Estás preparado?

    E.  Los horrores del infierno

La Biblia dice que el infierno es tan horrible porque realmente fue preparado originalmente para el diablo y sus ángeles (Mateo 25.41). Si los hombres terminan en ir al infierno es porque escogen servir al pecado y a Satanás. ¿Pensarías que el ministerio de carreteras fuera cruel si fijara muchos letreros de advertencia acerca de un camino que termina en una hondonada profunda? No, les darías gracias y harías caso de las advertencias evitando ese camino que lleva a la destrucción. Asimismo debemos dar gracias a Dios por sus advertencias y evitar el camino al infierno. Aquí hay siete cosas horribles acerca del infierno:

  1.   El infierno tendrá una nueva ubicación horrible (Apocalipsis 20.14–15).

  2.   El infierno está lleno de una oscuridad horrible y absoluta (Mateo 8.10–12; 22.11–13; 25.30; Job 18.5–21; 2 Pedro 2.17; Judas 6.13).

  3.   El infierno está lleno de fuego y calor horrible e interminable (Lucas 16.23–24).

  4.   El infierno está lleno de un humo horrible y ahogante (Apocalipsis 14.11; 2 Pedro 2.17).

  5.   Los que están en el infierno tienen cuerpos horriblemente cambiados, capaces de sufrir para siempre, pero que nunca llegan a ser inconscientes (Lucas 16.25–26).

  6.   El infierno está lleno de sonidos horribles —llanto, lamento, gritos, lloro— y no hay nunca música ni palabras bondadosas (Mateo 8.10–12; 22.11–13; 25.30).

  7.   La cosa más horrible del infierno es que en él no hay esperanza; una vez que uno está allí, no hay escape (Apocalipsis 20.14; 14.11).

Recibe a Cristo como tu Salvador. Él ha preparado un lugar mejor para sus siervos.

    F.  Las glorias del cielo

El cielo es un lugar preparado para un pueblo preparado (Juan 14.1–4), y Cristo tiene muchos galardones allí esperando a sus santos redimidos (1 Corintios 2.9). Pero la cosa más gloriosa del cielo será que veremos a Cristo y estaremos con él para siempre (Salmo 17.15; 1 Juan 3.2). A su diestra hay delicias para siempre (Salmo 16.11). Aquí hay siete nuevas y maravillosas glorias de los cielos:

  1.   Habrá una tierra nueva (Apocalipsis 21.2). El cielo bajará a la tierra nueva (2 Pedro 3.13).

  2.   Habrá cielos nuevos (Apocalipsis 22.5; 21.23). No habrá más sol; Cristo es la luz.

  3.   Tendremos cuerpos nuevos, inmortales, sin dolor (Apocalipsis 7.16; 21.4; 1 Corintios 15.40–49).

  4.   Tendremos almas nuevas, redimidas de la misma presencia del pecado (Apocalipsis 22.3).

  5.   Tendremos una sociedad nueva. No habrá más pesar ni pecadores (Apocalipsis 21.27).

  6.   Viviremos en un paraíso de un jardín nuevo. No habrá insectos, no habrá barrios miserables (Apocalipsis 22.3; 21.2).

  7.   Disfrutaremos de una adoración nueva para siempre en su presencia (Apocalipsis 21.22; 5.9; 14.3; 15.3).

Ya no más habrá tiempo; estaremos con Cristo por toda la eternidad. Pero sólo los que son criaturas nuevas en él ahora pueden disfrutar de este tiempo cuando todas las cosas son hechas nuevas (Apocalipsis 21.5; Hechos 3.21; Gálatas 6.15). Los que no se gozan ahora del canto espiritual, del estudio de la Biblia, de las reuniones para la oración, de adorar a Dios, y de hacer su mandato, en cualquier caso no disfrutarían del cielo porque ésas son las cosas que hacen los santos y los ángeles en su presencia para siempre. Puesto que seremos como los ángeles, pueda ser que seamos mandados a las distancias más lejanas del universo en encargos por nuestro Señor. Nuestros nuevos cuerpos resucitados y glorificados podrán volar por el aire. ¡No pierdas el cielo! Los que no estarán en el cielo estarán en el infierno; no hay un lugar intermedio (Lucas 16.26). Aun el recuerdo de los perdidos será borrado en el cielo (Job 18.17).

Se cuenta la historia de un hombre que tenía un sueño o una visión del cielo. En su sueño fue guiado por la mano del Salvador a un libro grande en que fueron registrados todos los nombres de los redimidos. Detrás de cada nombre había una mancha de sangre. Al inquirir qué representaba esto, se le dijo que éstos eran los pecados de esa persona, tachados con la sangre del Redentor. Detrás del nombre de un hombre él vio una mancha tremendamente grande de sangre. El hombre preguntó:

—¿Qué hizo este hombre que ocupó tanta sangre para perdonarle? ¿Qué clase de pecados horribles tenía?

Mirándole por un momento largo, Cristo al fin contestó:

—¡Ya no sé, lo he olvidado!

¡Gloria a Dios que él no sólo perdona nuestros pecados; también los tacha y los lanza al mar del olvido! (Jeremías 31.34; Hebreos 8.12; 10.17).

En Jesús hay victoria

Me contaron la bella historia, que Jesús bajó de la gloria,

Que dio su vida en la cruz por llevarme a la luz.

Oí que él sufrió, que por mí su sangre vertió;

Me arrepentí de mi maldad, victoria me dio Jesús.

 

En Jesús hay victoria, él es Salvador por siempre.

Él me buscó y me compró con su sangre carmesí.

Él siempre me ha amado, y mi amor le he dado;

Por su obra redentora, la victoria me dio a mí.

 

Oí que a enfermos sanaba, que su gran poder revelaba,

Que a los ciegos hacía ver, que a los cojos hacía andar.

Clamé a Jesucristo: Ven y sana mi alma.

Entonces, sí, él me sanó; la victoria pudo ganar.

 

Oí de una morada que me preparó en la gloria,

Y de calles de oro, más allá en la santa Sión.

Los ángeles de él cantan, y de su hermosa historia;

Y al irme allá, yo cantaré de victoria la canción.

—Versión española de María Juana de Mejía

Preguntas de estudio
para diálogo en la clase y la iglesia

   1.  ¿Qué es la profecía?

   2.  ¿Por qué molestarse en tener interés en el futuro?

   3.  ¿Por qué hay mucha controversia acerca de las profecías de la Biblia que todavía no son cumplidas?

   4.  ¿Cuáles son tus favoritas entre las profecías cumplidas?

   5.  Hablen de siete señales que preceden la segunda venida de Cristo.

   6.  ¿Crees que habrá un gran avivamiento en los días postreros? ¿Por qué sí o por qué no?

   7.  Hablen de la segunda venida de Cristo.

   8.  ¿Qué creen ser el Armagedón?

   9.  ¿Qué es la cosa más horrible acerca del infierno?

  10.  ¿Qué crees ser la cosa más maravillosa del cielo?