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La entrega

Lección 2

Obstáculos y ayudas

Lo que Satanás más odia es Dios. Después de Dios, lo que más odia es el cristiano consagrado. El diablo no puede sacudir a Dios, pero con el cristiano tiene una oportunidad. La entrega a Dios te colocará en la zona activa de la batalla cristiana.

El diablo tiene una jugada para cada uno

¿Eres una persona de mucha energía? Él te quiere enredar en muchos negocios. ¿Eres menos ambicioso? Él te quiere hacer inútil con la pereza. Él ha preparado un plan para cada debilidad humana, y un imán para cada impulso del corazón del hombre.

No podemos estudiar todas las artimañas del enemigo, pero debemos saber lo suficiente de ellas como para no caer descuidados en sus tácticas y así ser desviados de nuestra meta de entregarnos totalmente al Señor.

     A. La feria de la vanidad

Aprendamos una lección de la historia de la iglesia menonita* en Holanda. En el siglo dieciséis la iglesia menonita fue perseguida ferozmente. Sus miembros vivían en pobreza material y bajo gran tensión. Ellos creían que el fin del mundo ya se aproximaba. Por todos lados brotaban iglesias nuevas. Pero cambiaron las circunstancias. Dios bendijo a los menonitas del siglo diecisiete. Mermó la persecución, y los menonitas, que eran buenos trabajadores, comenzaron a meterse en las industrias textiles y de embarque. Comenzaron a estudiar y produjeron líderes en los campos de la medicina, la ingeniería, y la agricultura. Había menonitas escritores, poetas, y pintores.

En lugar de pobreza y tensión había riqueza y tranquilidad. ¿Puedes adivinar qué pasó con la iglesia? Los menonitas de Holanda fueron los primeros menonitas en apostatar.

            1.  Riqueza o pobreza

Tomamos por sentado que la acumulación innecesaria de bienes terrenales ya se regalaron (véase el costo número 5). Pero queda el hecho que algunos cristianos, favorecidos por herencias grandes, prudencia financiera, o por la “bendición de Dios” tendrán ingresos grandes. Lee 1 Timoteo 6.17–19.

Supongamos que la fuente de tus ingresos ha pasado la prueba bíblica del discipulado. ¿Cómo te vas a proteger de ser enredado en los lujos y el asombro de las cosas materiales? Y tu estilo de vida, ¿producirá hijos diestros que sobrevivirán con lo más básico? Por favor, considera un voto de pobreza voluntaria. Tal voto se debe hacer después de mucha consideración. Si no hubiera otra razón, estaría bien tan sólo para imitar a Cristo. Aunque él tenía a su disposición toda la riqueza del cielo, ninguno de este mundo se lo hubiera imaginado por su estilo de vida.

¿Cuenta el hecho que puedo comprar algo justificarme que lo compre?

¿Cuál debe ser, pues, el motivo de comprar?  

Observa a las personas que dependen de la caridad y las donaciones de otros para vivir una vida en sencillez. Pocas veces dejan un buen testimonio en sus esfuerzos. Vuelven a las personas en contra de las mismas cosas que ellos mismos promueven. Son sanguijuelas que cuelgan de las mismas personas que critican. Los negocios y la diligencia son necesarios. Un verdadero voto de pobreza no destruirá la virtud y el ejemplo de la diligencia. Tal vez aun no se dirigirá directamente al tamaño del negocio de uno ni qué grande es la cuenta bancaria. Pero claramente se dirigirá al uso de tu dinero y de tu tiempo.

No aconsejamos un voto radical en un momento de gran emoción. Pero los hermanos jóvenes deben estar al tanto que Jesús aún demanda, de vez en cuando, lo mismo que le demandó al joven rico. Esta demanda muchas veces viene a través de la iglesia y pudiera ser, por ejemplo, un llamado a enseñar en una escuela cristiana —un trabajo que muchas veces no paga bien.

Recomendamos que los hermanos jóvenes desarrollen una mentalidad del más allá. Que tengan un estilo humilde de vida para que cuando llegue el llamado, estén listos para decir “sí”, sin titubear. Que no sean como aquel joven que salió triste, sin estar dispuesto a rendir su trabajo o sus sueños.

            2.  Tranquilidad o tensión

Hay unos pocos que pueden cambiar su vida lujosa y próspera a una vida de vigor espiritual. Pero son muy pocos. Históricamente, los que han llevado la obra de Dios y han peleado duro contra el mundo han sido hombres pobres. Y los ricos han servido de símbolo del alma perdida.

Sin embargo, nosotros vivimos en una generación que se ha colmado de placer, entretenimiento, y ociosidad.

¿Qué podemos hacer para romper la conformidad personal y para restaurar la tensión correcta con el mundo? Aquí ofrezco siete ideas, tomadas directamente de un estudio de la historia de la iglesia:

      1.  Aviva la visión del Apocalipsis. Vivimos en los últimos tiempos. No hay tiempo para estar ociosos. Lo que resta que hacer, ¡hay que hacerlo ya!

      2.  Mata el amor a la patria. En lugar de amar a la patria, valora el reino de Dios que arranca las barreras de las razas, las regiones, las culturas, y los idiomas. Los cristianos deben ser optimistas en cuanto al reino de Dios, pero pesimistas en cuanto al mundo.

      3.  Haz que la iglesia ya no sea una institución. No permite que los miembros pasen sus responsabilidades a los comités, las juntas, o los programas. Ora que el Espíritu obre a través de los líderes locales. La religión verdadera es organizada y a la vez disciplinada, y cada miembro es activo en ella.

      4.  Rompe los vínculos con el mundo. Busca una separación deliberada y una práctica sencilla, algo que los otros pueden ver claramente.

      5.  Divide los familiares y envía familias a los campos blancos (misiones). Las iglesias grandes no son antibíblicas; pero los grupos grandes, especialmente si muchos son familia, tienen la tendencia a conformarse a una religión y no a Cristo.

      6.  Subraya la responsabilidad de cada miembro. Cada persona tendrá que aparecer frente a Dios para dar cuenta de sí mismo.

      7.  Despierta una convicción misionera. En la iglesia cada miembro debe ser un misionero. Es necesario que tengamos la visión de una iglesia verdadera en cada pueblo en este tiempo que estamos viviendo, una iglesia bajo la dirección de Dios.

El gran mercado llamado “La feria de la vanidad” fue una prueba muy grande para Cristiano en el libro titulado “El progreso del peregrino”. La tanta mercadería de oro, perlas, ceda; de trigo, maíz, y ganado; de madera y hierro (Apocalipsis 18.12–13) hizo que su cabeza girara. Pero en los aposentos secretos de este gran mercado se hallaba la sangre de los mártires (v. 24). Satanás lo fabrica todo, la persecución así como también la prosperidad. Y su mercadería preferida son los cuerpos y las almas de los hombres (v. 13).

     B. El tiempo y las prioridades

La entrega verdadera realmente habla del uso del tiempo. Es por eso que el enemigo te mantiene demasiado ocupado con las cosas buenas, para que no tengas tiempo para las cosas mejores. Tal vez no te manda a hacer lo malo, pero si estás tan cansado de apenas hacer el bien, no te ha dejado hacer lo mejor.

Donde el problema es tiempo, la respuesta es prioridades

            1.  Tu trabajo

Los trabajos del ama de casa, los de la finca, enseñar en la escuela, todos se extienden hasta llenar todo el tiempo que tengas para ellos. ¿Estaría bien acortar un poco el tiempo para estos trabajos? Marta pensó que no (Lucas 10.38–42). ¡Hospitalidad para el Señor Jesús!, ¿qué podría ser más importante que eso en este momento? ¡Estar sentado a sus pies!

Se requiere sabiduría para ser fiel y aprobado en las cosas pequeñas de la vida, y siempre sacar tiempo para las cosas más importantes. Sobre todo, se requiere mucha autodisciplina para llevarlo a cabo.

            2.  Ser dueños de terreno o de un negocio

El ser dueños de terreno o de un negocio se estima como un ideal para los cristianos conservadores y de orientación familiar. Eso puede ser cierto. Pero, por favor, recuerda dos cosas:

      1.  No son mandatos del Nuevo Testamento. Nuestro ejemplo perfecto, Jesús, tuvo prestado su primer y último lugar de descanso (el pesebre y la tumba). Él dijo que no tuvo dónde recostar su cabeza (Mateo 8.20). Nota la medida de la entrega del apóstol Pablo: “No tenemos morada fija” (1 Corintios 4.11).

      2.  La deuda ahoga. El crédito moderno es una herramienta para comprar lo que quieras antes de que lo merezcas. Lamentablemente, nuestra sociedad está tan adaptada a prestar dinero, en vez de ahorrar, que se hace casi imposible evitar la deuda completamente.

           Pero la deuda ha cerrado con candado la puerta del servicio para muchos jóvenes cristianos. Tomar prestado impone otro señor en su vida. “El que toma prestado es siervo del que presta” (Proverbios 22.7).

           El dinero prestado es un obstáculo, y también puede llegar a ser una maldición. Paga tu deuda. Trata de no tomar prestado otra vez. Para hacer tus mejoras, ahorra. O si no, no mejores. En lugar de tomar prestado, gasta menos.

           Hay una ley económica que dice: Si se inventa un aparato para ahorrar tiempo, será económico solamente si el tiempo ahorrado se usa en hacer más trabajo. Nuestros aparatos para ahorrar tiempo, ¿nos dan más tiempo para la familia y para servir a otros? ¡No! Ahora sabes el porqué.

            3.  La educación

Se cree que la educación es un producto de la entrega y que es esencial para servir a Cristo. Por eso, muchos jóvenes invierten mucho dinero y años en estudio y entrenamiento. Muchos estudian bajo tutores que no se preocupan por nada en servir, sino que promueven títulos como una manera fácil de ganar riquezas. El reino de Dios ha perdido a miles de discípulos capaces a causa de esta trampa. Otros entran en seminarios y escuelas religiosas, y desaparecen por años, a veces para siempre, y se les olvida que la única educación que Jesús exige es “sígueme”. En otras palabras, Jesús puso primero el servicio, y después la instrucción. Es un truco del diablo darles la vuelta. Los años de educación le compran tiempo al diablo para sembrar las semillas del liberalismo. Así el diablo logra desviar a los que antes eran cristianos entregados.

No es que estemos en contra del estudio. Pero como regla, debe seguir el trabajo práctico. Trabaja en el día y estudia en la noche. Muchos hombres han llegado a ser muy útiles al Señor al poner en práctica esta regla. La Biblia pone más arriba la práctica que la teología, y más alto el trabajo que el conocimiento.

Las instituciones de educación avanzada son liberales por su misma naturaleza. En los colegios se separa la juventud y la falta de experiencia, de la edad y la experiencia. La teoría, practicada o soñada, se le enseña a mentes fértiles lejos de los rigores de un mundo real de trabajo diario. La fe, la cual no existe si no hay obras (Hebreos 11), nunca se producirá por amontonar conocimiento en el colegio.

Una educación que matiza de una forma bella a la práctica bíblica es trabajar (tal vez gratuitamente) a la par de un cristiano de experiencia, viendo cómo él trabaja y escuchando sus testimonios. Así fueron las escuelas de los profetas. Ése fue el método de Cristo con sus discípulos, y el de Pablo con Timoteo y Tito, y de muchos más a partir de aquel entonces.

            4.  Pasatiempos

Los pasatiempos y las actividades de nuestro tiempo libre son divertidos y por lo tanto toman fácilmente el tiempo que mejor se usaría para el Señor. ¿Cuánto tiempo pasas leyendo el periódico?

¿Cuánto has gastado en las fotografías? 

¿En casetes?

Piensa bastante en el tiempo y dinero que gastas en los pasatiempos, y ponte unos límites para proteger tu entrega al Señor Jesús.

Aprende una lección de unos negociantes prósperos. Muchos de ellos, mucho antes de hallar el éxito, organizaron sus vidas. Primero escribieron un papel titulado: “Los principios por los cuales vivo”. Evaluaron todo lo que creían y todo lo que querían lograr, y lo alistaron en orden de importancia. Lo escribieron en forma de mandato. Tal vez te llevará semanas o años para hacer tu listado, pero te aclarará la mente.

Estos principios son como metas. El cristiano tiene que tener mucho cuidado al ponerse metas. Por seguro, la meta principal es cumplir la voluntad de Dios.

Mi propia hoja de “Principios” comienza así: “Vive para la suprema gloria de Dios. Que los negocios de tu Padre sean tu meta principal. Cada meta depende de su voluntad...”

La voluntad de Dios se encuentra llena de sorpresas y cambios interesantes. Poner metas significa estar continuamente dispuesto a nuevas manifestaciones de la voluntad de Dios. Es un arte no tan fácil y un tanto peligroso. Porque una meta mal dirigida puede estorbar nuestra entrega.

Pero, si sólo hacemos papeles, somos visionarios nada más. Para ser hombres o mujeres de visión, tenemos que tomar un paso más: Hacer un horario para que cumplamos las metas que hemos fijado. ¿Tienes un horario diario en donde apartas tiempo para las cosas más importantes?

Mantener un horario puede ser un gran desafío para el cristiano. ¿Cómo podemos planear, y a la vez dejar que Dios controle nuestro tiempo? Tenemos que darle a Dios el derecho de cambiar nuestro horario. Somos sus siervos.

Siempre debemos estar dispuestos a aceptar los cambios espontáneos, aquellos  donde tenemos la oportunidad de cambiar una actividad de poca importancia por una de alta prioridad. Jesús hizo eso cuando habló con la mujer samaritana en lugar de comer. El buen samaritano también perdió un día de negocio, pero ganó la inmortalidad por cambiar sus planes.

Enfrentémonos con la verdad: Ser ferviente en espíritu es un buen comienzo. Pero organizarnos y disciplinarnos es un buen final.

La iglesia local es una ayuda poderosa a la entrega

    C. La iglesia local

La iglesia local, si es lo que debe ser, es una ayuda poderosa a la entrega. La entrega es contagiosa. Estudia Hechos capítulo dos hasta el capítulo cinco. Nota especialmente la unidad y la pureza de la iglesia primitiva. Entonces nota el gozo y el amor en la hermandad. La entrega personal produce tal ambiente, y se desarrolla en este ambiente. Nadie sabe exactamente cómo se va a expresar la entrega.

En este caso, bajo las presiones gemelas de la persecución y la pobreza extrema, resultó que literalmente aquellos cristianos tenían todas las cosas en común. Una o dos veces en la historia, en circunstancias similares, la entrega se expresó así. El mundo se detiene y mira con temor y asombro cuando la entrega voluntaria llega a tales extremos; y la iglesia crece en poder.

Sin embargo, los problemas en la iglesia local causan los obstáculos mayores a la entrega.

            1.  El pecado en la iglesia

El pecado y la hipocresía en la iglesia no sólo condenan al culpable, sino hacen que los demás sean más vulnerables a la debilidad y la enfermedad (1 Corintios 11.30). Un poquito de levadura leuda toda la masa. Jesús reservó sus palabras más tajantes, no para las rameras, sino para los hipócritas.

Particularmente, los jóvenes son sensitivos a la inconstancia cuando lo que se predica es diferente de lo que se vive. Si la práctica y la prédica no van de acuerdo, las energías de los jóvenes se dedicarán al trabajo y los negocios (o a la diversión y los juegos) en lugar del trabajo del reino.

Amigo, si lo puedes hallar, hay algo mejor. Vale la pena buscar la satisfacción espiritual y el estímulo de ser miembro en una iglesia sin mancha ni arruga.

            2.  Cuando se cambia la entrega honesta por la competencia sucia

A veces lo que comienza como una entrega sincera se desvía y llega a ser una competencia sucia. Aunque la iglesia se compone de muchos miembros, es un solo equipo; es un cuerpo que trabaja en unidad. Cuando los miembros de nuestro cuerpo físico comienzan a competir el uno con el otro, pronto brotará el cáncer o alguna otra enfermedad. Compararnos entre nosotros mismos no es juicioso.

“Guarda las tradiciones”

            3.  Las tradiciones

Las tradiciones, ¿son una ayuda, o un obstáculo para la entrega? Todas las iglesias tienen su manera de hacer las cosas. La mayoría de las iglesias tienen algunas reglas. Con el tiempo estas normas y prácticas llegan a ser una manera de vivir. Eso es tradición.

A primera vista pareciera que las tradiciones se oponen a la vida llena del Espíritu de los verdaderos cristianos entregados. Parecen ser tan innecesarias; pueden convertirse en cercos que mantienen dentro de la iglesia a los “cristianos” no entregados.

Muchos cristianos nuevos, todavía llenos del celo de su primera consagración, dudan de las tradiciones y sueñan con volar en el vasto mar de la voluntad de Dios con sólo el Espíritu Santo por guía. Otros insisten en que las tradiciones sirven de tropiezo a los nuevos convertidos, haciendo que les sea difícil entregarse a una humilde iglesia bíblica.

Estos sentimientos deben ser evaluados. A veces nacen de corazones honestos y sinceros. Es verdad que las tradiciones que no se basan en principios bíblicos ahogan la verdadera entrega a Cristo y su palabra. Pero otras veces estos sentimientos sencillamente nacen de un disgusto hacia la sencillez. Tenlo por seguro: no importa cómo comienzan estos sentimientos, casi siempre llevan a la destrucción de nuestra entrega a Cristo.

La cristiandad no es una cultura. Ni se limita a la cultura. Cruza las fronteras culturales. Pero donde echa raíz, produce una manera de vivir, una sub-cultura. Y es interesante notar que esa manera de vivir se parece en cualquier parte del mundo. ¿Por qué será?

La manera de vivir del cristiano es resultado de aplicar los principios bíblicos a la vida diaria. Es la expresión de la santidad de Dios en el día de hoy. La obediencia es una parte del discipulado. La entrega verdadera halla expresión para cada detalle de la palabra inspirada. La espiritualidad produce tradiciones que nos alejan del sistema del mundo. Y vivir apartado del mundo ayuda a la espiritualidad.

Las normas y reglas son como las líneas blancas trazadas por las orillas de las carreteras. Esto se hace en el pleno día. Pero sirven para cuando las condiciones del tiempo se oscurecen, de manera que los que manejan vehículos puedan siempre manejar con mucho cuidado al observarlas.

Buenas tradiciones son una herencia que recibimos de cristianos entregados de antaño. Son los resultados de la lucha de la iglesia en contra del mundo durante muchas generaciones. El Espíritu les enseñó a ellos así como nos enseña a nosotros.

Por lo tanto, las tradiciones buenas son bíblicas y ayudan mucho en resguardar la entrega. No son reliquias familiares —valiosas por ser antiguas; sino que son como monedas de oro —todavía vigentes. ¿Debemos despreciar este tesoro?, ¿debemos sentirnos apenados por ello?

Las tradiciones son una guía que nos dejaron nuestros antepasados. No sólo debemos recibirlas; debemos resguardarlas para que tengamos tradiciones seguras. Las tradiciones evolucionan porque nuestra sociedad evoluciona. Las modas y los intereses del mundo giran de una cosa a otra cada vez con más velocidad. Pero las tradiciones de una iglesia segura y que madura evolucionan muy lentamente. Puede pasar una generación sin que haya mucho cambio en las normas.

Las tradiciones buenas son bíblicas, pero no sustituyen a la Biblia. Varían de iglesia en iglesia. La pregunta importante es: ¿Se ha hecho patente que las tradiciones de tu iglesia sirven para resguardarte de las formas de mundanería, sin quitarte la entrega a Dios? Si es así, entonces apóyalas y defiéndelas.

    D. La diversión y los juegos

Un obstáculo moderno a la entrega es la diversión y los juegos. Los niños juegan; y les ayuda a desarrollar sus imaginaciones al igual que sus capacidades para algún trabajo futuro. El juego también provee refrigerio físico y mental. Pero hoy en día todo el mundo quiere jugar en vez de trabajar.

¿Dónde está la base bíblica para la diversión y el juego? ¿Qué hicieron Jesús y sus discípulos después de un día duro de trabajo? Y la gente sencilla y común de antes, ¿cómo gozaban de una vida social?

Los jóvenes tienen necesidades que se extienden más allá de la casa de sus padres. Estas necesidades tal vez algún día se suplan en el matrimonio; pero mientras tanto, a los jóvenes les gusta estar juntos con otros jóvenes y gozar de compañerismo.

Los juegos producen un ambiente de liviandad en vez de seriedad. Chupan la energía que se podría usar para algo mucho más provechoso.

¿Por qué no buscar el refrigerio e intercambio social en maneras que promueven los intereses del reino? Un ejemplo sería cuando los hermanos se reúnen para algún trabajo que tiene resultados duraderos y promueve las buenas obras.

¿El matrimonio ayuda, o le sirve de obstáculo a la entrega?

     E. El matrimonio

¿El matrimonio ayuda, o le sirve de obstáculo a la entrega? ¿Puede el casarse distraer de la entrega?

Tal vez estas preguntas te parecen ridículas. Casi todo el mundo se casa al fin y al cabo. La mayoría de los jóvenes suponen que se van a casar y ni piensan en la posibilidad de que el matrimonio pudiera interferir en su vida cristiana.

Y la Biblia honra el matrimonio. Sin embargo, en 1 Corintios 7.32 vemos que el apóstol Pablo recomienda fuertemente la vida soltera: “El soltero tiene cuidado de las cosas del Señor”. Jesús también aprobó la vida soltera (Mateo 19.12). Debemos estudiar el tema.

Quizá fue a causa de estos versículos que la iglesia primitiva comenzó a preferir a los pastores y maestros solteros. Esto luego se desarrolló en el celibato forzado del sacerdocio y monasterio de la iglesia católica romana. Esta práctica tal vez fue un intento de fomentar una entrega total al Señor y su obra. Pero en realidad fue una idea anti-bíblica y contraria a la santidad. Fue un cumplimiento de las profecías de los últimos tiempos (1 Timoteo 4.3).

¿Se debe casar o no?

Ese afán de casarse, esa fascinación entre los novios y las novias que consume a tantos jóvenes, choca fuertemente con 1 Corintios 7.20–27: Si no tienes una esposa, “no procuras casarte”. Los jóvenes deben parase en el crisol de este versículo hasta que sus deseos y pasiones personales se derritan. Estar casado solamente con el Señor, para así ser santo en cuerpo como en espíritu (v. 34) es una manera maravillosa de comenzar la vida cristiana. Aquí hay paciencia. En lugar de una búsqueda desesperada, sirve al Señor alegremente en el llamado actual, esperando en él para alguna dirección futura.

Según Mateo 19.12, hay hermanos que se quedan solteros de por vida. Algunos lo hacen por motivos físicos, otros por razones que ellos no pueden controlar y que otros les han impuesto. Pero otros escogen ser solteros “por causa del reino de los cielos”.

Pero, ¿por qué escogería alguien hacer eso?

La persona casada (1 Corintios 7.4) entrega una parte de su vida a otro: su cuerpo, su cuenta bancaria, su futuro. Estas cosas ya se habían entregado al Señor. Introducir la tercera persona pudiera perjudicar la primera entrega.

La persona soltera tiene intereses singulares. Puede servir al Señor en maneras que el casado no puede. El matrimonio obliga a la persona a buscarse un trabajo que dé el sustento para su esposa e hijos. Tiene que pensar en algún solar en donde pueda hacerse una casa. Tiene que pensar en las necesidades de su casa y en la compra de algunos muebles. Tiene que pensar en quitar la maleza del maizal y juntar el dinero para ir al médico. Pablo lo llama tener “cuidado de las cosas del mundo” y “aflicción de la carne” y “congoja” (1 Corintios 7.27–35).

Primera de Corintios 7.26: “A causa de la necesidad que apremia.” Parece que en ciertas condiciones sociales o económicas, tales como la persecución severa o pobreza extrema, el matrimonio no es recomendado.

Nota lo que dijo Jesús en Mateo 19.12: “El que sea capaz de recibir esto, que lo reciba”. Aparte de todo lo que se ha dicho en cuanto las ventajas de no casarse, reconocemos que la vida soltera es un llamado, un don dado por Dios mismo para sus propósitos especiales.

La mayoría de los cristianos, aun los que pasan la prueba de 1 Corintios 7.27 de “no la busques”, siempre se casan. Hay dos razones por esto.

Ese impulso sexual, natural y dado por Dios, que está dentro del hombre es muy fuerte y traicionero. Hoy, como en el Corinto de la antigüedad, el mundo lo alimenta sin pena. Para vivir en tal cultura como soltero, virgen, y casto en cuerpo y mente, se necesita una disciplina personal muy fuerte además del poder de Dios. Se requiere estar tan entregado a la obra de Dios, que se neutraliza los impulsos y deseos de la carne. Mateo 19.12 llama a tal persona un eunuco.

Fallar en esto arruinaría la consagración. Por eso Pablo dijo que para evitar la fornicación, que se casen: pues es mejor casarse que estarse quemando.

El Señor dirige. Él tiene su voluntad propia. A él le encanta tomar al cristiano consagrado, que está dispuesto a caminar en el valle de la vida solo, y después bendecirlo con un compañero de pecho y con un hogar.

Quizá su plan para tu futuro se cumpla mejor siendo tú casado. Bienaventurado el hombre o la mujer que puede esperar en el Señor, soltero y contento, hasta que el Señor le indique otra cosa. Porque una esposa es también un don de Dios maravilloso (Proverbios 19.14).

¿Qué tal el hombre casado? ¿Queda alguna bendición en la consagración para él? Distraído, dividido, afligido, ¿puede él aún estar consagrado al Señor?

Piensa en Adán. “Le haré ayuda idónea para él”, dijo Dios. Adán necesitaba ayuda, no para adelantar sus propias ambiciones y negocios, sino para el trabajo que Dios le había dejado. Dios creó a Eva y se la trajo a Adán.

Dios hará lo mismo hoy. En su manera, y cuando él ve la necesidad, él unirá dos almas para un solo propósito. La entrega del hombre a la obra del Señor será recompensada con una ayuda cabal. Y la mujer se eleva a niveles más altos de influencia a través de la contribución a su marido y a sus hijos.

Un buen matrimonio sin duda produce una fuerza mayor que la que las dos personas pudieran producir cada una por sí solas. En otras palabras, en este caso uno más uno suma más que dos. La energía del matrimonio alegre es una fuente casi inagotable. (Eso incluye al soltero, casado con el Señor. Ejemplos: Jesucristo mismo o el apóstol Pablo.) Lamentablemente, muchas parejas emplean esta energía en ganar dinero, en cuidar bien de su casa, o aun en promover la política. Con un poco de premeditación, esta misma energía se podría emplear en la obra de Dios.

De esta manera, el matrimonio con otra persona y la entrega al Señor se relacionan íntimamente, aunque no siempre es así. Un matrimonio precipitado puede dañar para siempre tu utilidad en el reino de Dios, y aun poner en peligro tu vida espiritual. Quedarse soltero sería mucho mejor que eso. Pero el matrimonio, si se hace con la dirección del Señor, puede llevar la entrega a nuevos niveles de servicio. Pudiera llevarse algún tiempo, mucha oración, y el consejo de otros para resolverlo todo en el caso tuyo.

Dios tiene su propia serie de pruebas

     F. Las pruebas de Dios

Dios tiene su propia serie de pruebas para el cristiano. A algunos de sus hijos los pasa por el fuego y a otros los pasa por el agua. ¿Por qué nos hace eso Dios? ¿Es que acaso ya no se interesa por nuestra felicidad?

Enfrentémonos con la realidad. La felicidad del hombre no es la meta principal de Dios. (Es una bendición adicional de su amor.) La meta principal de Dios es su propia gloria. El hombre es un peón en el gran tablero de ajedrez de la lucha espiritual de Dios contra Satanás. Los peones se arriesgan y aun sin quejarse se sacrifican según el deseo del Rey.

Los hombres que comprenden esta verdad han hecho grandes obras de fe. Abraham se levantó temprano para sacrificar a su propio hijo. Así obtuvo la bendición de aquellos que oyen la palabra de Dios y la hacen. El apóstol Pablo flotó un día y una noche en alta mar. ¿Será que aquello era divertido para él? ¿Piensas que el sol no le produjo ampollas en la espalda ni que el agua salada le quemaba las heridas? ¿Piensas que él argumentó con Dios en algún momento en cuanto a su llamado? Eso no lo sabemos. Pero sí sabemos que el cristiano consagrado ha dicho un “sí” final e incondicional desde el mero comienzo de su vida cristiana. Ninguna prueba le hará titubear. Job dijo: “Aunque él me matare, en él esperaré” (Job 13.15). ¡Qué amor! ¡Qué resignación! El mejor ejemplo de todos es el mismo Hijo de Dios; cansado, agotado, hambriento, y torturado, nunca titubeó en su decisión de hacer la voluntad de su Padre.

El Espíritu Santo está bien cerca de cada cristiano consagrado para dar el poder.

A veces se han perdido grandes oportunidades porque bajo la prueba faltó la decisión. El joven rico se deshizo cuando Jesús le dijo: “Vende todo”; pero gracias a Dios, en su lugar se levantó Bernabé, que pasó la prueba y se asió del don de la fe (Hechos 4.36–37).

Dios disciplina a sus hijos. Pero lo hace con dolor en su corazón y por razones importantes para él. ¡Créelo, hermano!

Preguntas sobre la lección

  1.  ¿Por qué tiene la riqueza la tendencia de ser un obstáculo para la entrega?  

  2.  Y la pobreza, ¿da una garantía de entrega completa?

  3.  ¿Cuáles son las siete cosas que podemos hacer para ayudarnos a relacionarnos correctamente con un mundo rico y satisfecho de sí mismo?

      a. 

      b. 

      c. 

      d. 

      e. 

       f. 

      g. 

  4.  ¿Cuál es el problema cuando pensamos que no tenemos tiempo para las cosas espirituales? 

  5.  ¿En qué maneras ahoga la deuda a la entrega?  

  6.  Explica cuál educación es la que ayuda nuestra entrega.   

  7.  Anota tres cosas que pueden hacer que la iglesia local sea un estorbo para la entrega:

      a. 

      b. 

      c. 

  8.  El matrimonio

      a.  estorba la entrega cuando:  

      b.  ayuda la entrega cuando:  

  9.  Dios prueba nuestra entrega para (fortalecer, debilitar) nuestra consagración.