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Discursos sobre el avivamiento

Carlos Finney

CAPÍTULO 1

El avivamiento genuino

“Oh Jehová, aviva tu obra en medio de los tiempos, en medio de los tiempos hazla conocer; en la ira acuérdate de la misericordia.”

Habacuc 3:2

 

Se supone que el profeta Habacuc fue contemporáneo del profeta Jeremías y que el versículo arriba citado se dio en referencia a la cautividad babilonia de los judíos. Previendo los juicios que tenía que sobrevivir la nación judía, el alma del profeta se conmovió hasta la agonía y gritó congojadamente, “Oh Jehová, aviva tu obra en medio de los tiempos, en medio de los tiempos hazla conocer; En la ira acuérdate de la misericordia.” Fue como si hubiera dicho, “¡Oh Señor! ¡No permitas que tus juicios desuelen a Israel! En medio de este horrendo tiempo, sean tus juicios un medio para hacer llegar el avivamiento entre nosotros. ¡En la ira acuérdate de la misericordia!”

La religión es el deber del hombre, y es algo que a él se le ve obligado cumplir. La misma consiste en obedecer a Dios con y de todo corazón: así, se puede decir que es su deber. Es verdad que Dios induce al hombre a cumplir su deber por medio de su Espíritu, por la razón de que el hombre natural es muy pecaminoso y no tiene ganas de obedecer a Dios. Si el hombre no tuviera necesidad de Dios de ser animado a la obediencia, tampoco habría necesidad de orar, “Oh Jehová, aviva tu obra…” El razonamiento de esta oración es el de que los hombres siempre no quieren obedecer, y si Dios no interpone su influencia a través del Espíritu Santo, ningún hombre obedecería los mandamientos de él.

La necesidad de un avivamiento presupone una declinación religiosa. Mucha de la religión auténtica en el mundo es resultado de un avivamiento. Parece que Dios se ha aprovechado de la conmovilidad del hombre y usa tales tiempos excitantes para despertarle a la obediencia. El hombre natural tiene tal sueño espiritual, y hay tantas cosas para distraer su atención de lo espiritual, que a veces es imprescindible que Dios le aguijonee con experiencias conmovedoras, hasta que se quiten esos obstáculos. A veces el hombre dormido necesita un fuerte toque para despertarle lo suficiente y moverle a buscar la gracia de Dios y para vencer su apatía y cumplir sus deberes.

No es que la religión verdadera consista solamente en experiencias conmovedoras. No obstante, los deseos carnales, los apetitos y la sensualidad obstruyen la religión, tal que la voluntad del hombre es esclavizada por ellos. Así, es preciso que Dios utilice los avivamientos para despertar a los hombres a la realidad de su culpa y peligro, y esto necesita ser de tal manera que se produzcan suficientes emociones y buenos deseos en el hombre para estimularlo a vencer los deseos carnales y a librar su voluntad a la obediencia hacia Dios.

Al repasar la historia de los judíos, se ve que Dios usó los avivamientos para mantener un buen estado de religión entre ellos. En esos avivamientos, había experiencias conmovedoras, causando a la gente, volver a Dios. Luego, dentro de poco tiempo, las influencias contrarrestadoras traían la declinación otra vez. Así, la religión de los judíos empeoraba de más en más, hasta que Dios, a través de su Espíritu, les convencía del pecado y los reprendía de nuevo. De esa manera, Dios ganó su atención y los encauzó para fijarse en la salvación, despertándolos y produciendo el avivamiento. Luego, las influencias contrarrestadoras se levantarían otra vez, la religión se disminuía y la nación judía entraba de nuevo en la lujuria, la idolatría y el orgullo.

Existe tan poco de principio en las iglesias actuales, tan poca firmeza y estabilidad de propósito, que si los sentimientos religiosos no se despertarán y quedarán despiertos, los contrarrestadores sentimientos mundanos y las atracciones sensuales prevalecerían. Y, como resultado, los hombres no obedecerían a Dios. Me parece que muchos de los hombres actuales tienen tan poca comprensión espiritual y sus principios están tan débiles, que si no son conmovidos a obedecer a Dios, muchos darán la vuelta y regresarán para no seguir en pos de Cristo. Ésta es una gran falta hoy, tal que las iglesias no experimentan la verdadera religión, sino a través de avivamientos. Muchos han tratado de promover a la iglesia a obedecer a Dios sin usar avivamientos, pensando que el mejor método de impulsar a los hombres a la obediencia es el de andar lentamente, sin tiempo emocionante alguno.

Para mí, tal razonamiento no tiene razón. Si la iglesia estuviera bastante madura y tuviera lo suficiente de principio en sí para quedar despierta, entonces, sí, ese modo de pensar tiene razón. No obstante, lo que pasa actualmente es que la iglesia está durmiendo y hay muchas atracciones mundanas que la contrarrestan, tal que no podrá adelantarse si no ocurriera algo estimulante.

No obstante, es muy deseable que la iglesia crezca en la obediencia de modo continuo, sin necesitar lo emocionante. Mucha estimulación no es buena para la salud del cuerpo, pues nuestros nervios no pueden soportar una sobreabundancia de lo excitante. Si el cristianismo realmente va a cambiar al mundo, no será a través de lo emocionante: la religión espasmódica tiene que acabarse. Entonces, lo emocionante no se necesitará, porque los cristianos no dormirán la mayoría del tiempo, despertándose de vez en cuando. Y los ministros no necesitarán gastar sus vidas tratando de parar la mundanería en los miembros de la iglesia.

Sin embargo, el estado de la iglesia actual no está suficiente maduro para no necesitar avivamientos. Hay demasiado de lo político y de otras diversiones que descarrían la iglesia de la santidad. Estas distracciones son las necesarias para precisar de un fuerte avivamiento para contrarrestarlas.

Hasta que los cristianos maduren lo suficiente, cada esfuerzo de promover el cristianismo, sin avivamientos, será en vano. A mí, esto me parece como buena razón, y la historia de la iglesia demuestra que es la verdad.

No creo que el cristianismo cambiará a las naciones paganas, sino por medio de avivamientos. Cada esfuerzo de afectar cambios genuinos a través de la educación o mejoramiento graduales, sin el evangelio, no servirá. Mientras las leyes de la humana queden fijadas, los esfuerzos carnales nunca podrán lograr cambios duraderos. Se necesita una profunda convicción del pecado; algo para despertar la conciencia endurecida y dormida de los perdidos.

Mientras los cristianos viven casi de igual modo de los paganos, es imposible que Dios, o los hombres, promuevan la verdadera religión, sino sólo por medio de los avivamientos. Dios ha usado los avivamientos muchas veces en la historia de la iglesia para estimular a los perezosos a la obediencia. Por ejemplo, hay muchos que saben de su deber de obedecer a Dios, pero no lo cumplen a razón del temor de los hombres; temen las burlas de sus amigos. Otros tienen sus ídolos, y otros demoran en arrepentirse hasta que (según piensan ellos) hayan ganado muchas riquezas u otras cosas mundanas. Tales personas no van a abandonar sus vanidades hasta que sientan vergüenza por sus pecados y hayan sentido plenamente el peligro de estar eternamente en el infierno. Solamente entonces irán a Jesucristo para refugiarse.

Todos mis comentarios hasta aquí son solamente una introducción. Ahora quiero señalar:

1. Lo qué el avivamiento no es.

2. Lo qué el avivamiento es.

3. Las agencias que promueven el avivamiento.

 

1. Un avivamiento de la religión genuina no es un milagro.

1.1 Un milagro es algo en que Dios interfiere para obrar, poniendo al lado las leyes de la naturaleza. En este sentido, el avivamiento no es un milagro, porque el mismo ocurre dentro de las leyes de la mente humana.

1.2 El avivamiento tampoco es un milagro según otra definición de milagro: algo que sucede sobrenaturalmente. De veras, el avivamiento puede ocurrir dentro de las leyes de la naturaleza, ocupando los poderes naturales de la mente humana. Cuando alguien se arrepiente, no está usando poderes sobrenaturales. Solamente está usando sus poderes naturales en una manera diferente, para la gloria de Dios.

1.3 Un avivamiento no depende de un milagro. Es solamente el resultado del debido uso de las habilidades naturales de arrepentirse y humillarse. No obstante, las medidas usadas para traer un avivamiento no producirán efectos sin la bendición de Dios. Es igual que una semilla. Las semillas no nacerán sin la bendición de Dios. No se puede decir que una cosecha ocurrió sin la bendición de Dios, pero a la vez es una de las leyes de la naturaleza que las semillas nacen, crecen y dan fruto. Así también es con el avivamiento: es el resultado de las leyes de la naturaleza, con la bendición de Dios.

Los apóstoles hicieron milagros, pero el avivamiento hubiera podido ocurrir sin ésos. El avivamiento ocurrió junto con los milagros, pero los avivamientos mismos no fueron milagros.

¿Cuáles son las leyes que las semillas obedecen para poder producir frutos? Simplemente son las que Dios ha puesto en la naturaleza. En la Biblia, la Palabra de Dios se compara con una semilla, y los resultados de ella se comparan con los frutos. Y igual que el fruto es el producto de las leyes de la naturaleza, el avivamiento es el producto de las leyes de la naturaleza.

Ojalá que esta verdad se profundice en tu mente, porque desde hace mucho tiempo se ha pensado que el avivamiento es algo muy peculiar, y el mismo no se puede producir sino por medio de un milagro. O sea, muchos piensan que el avivamiento no tiene nada que ver con lo normal, ni se puede producir por las leyes de “causa y efecto”. Esta doctrina es muy peligrosa y no tiene razón.

Imagínate que alguien hubiera enseñado a los agricultores que, pues Dios es soberano, él va a dar una cosecha solamente cuando él lo quisiera, y por esto será en vano cultivar la tierra y sembrar semilla. Pues, si tratamos de cultivar y sembrar, no estamos dejando todo en las manos del Soberano Dios. Además, no hay relación entre el sembrar y el cosechar.

¿Qué tal de esa doctrina? ¡Si los agricultores la hubieran creído, todos morirían de hambre!

El mismo resultado pasa si la iglesia cree que el avivamiento es sólo el regalo de la soberanía de Dios, y que no existen leyes de causa y efecto en el avivamiento. ¿Cuáles serán los resultados de esta doctrina? ¡Una y otra generación irían al infierno! Millones y millones de personas han ido al infierno mientras que la iglesia espera que Dios los salve sin usar las leyes de la naturaleza. ¡Ésta es la obra del diablo; el engañador! Porque la ley del avivamiento es igual a la del sembrar y cosechar.

Existe una verdad acerca de la soberanía de Dios que se debe notar. Es la de continuación: Lo que es necesario para la vida (la comida y el abrigo) siempre se puede conseguir fácilmente, siguiendo las sencillas leyes de la naturaleza. Lo de lujo es más difícil obtener, y lo que es dañino muchas veces necesita mucha labor[1]. Así es con lo espiritual también: para recibir bendiciones espirituales, solamente se tienen que usar las maneras que Dios nos ha dado.

 

2. Lo que el avivamiento es.

2.1 El avivamiento es la renovación del primer amor entre los cristianos, que luego resulta en despertar y convertir a los pecadores. En este sentido, el avivamiento en una comunidad despertará, vivificará y reclamará a los que se han apartado de Dios. La necesidad de un avivamiento presupone que la iglesia ha caído en la apostasía y que ella necesita volver otra vez al arrepentimiento.

2.2 El avivamiento siempre conlleva la convicción del pecado en los miembros de la iglesia. Los que se han apartado no pueden despertarse y volver de golpe al camino correcto; siempre necesitan escudriñar su corazón profundamente antes de empezar de nuevo en el servicio de Dios. Los orígenes del pecado necesitan descubrirse. En el avivamiento auténtico, los cristianos apartados siempre sienten convicción; ven sus pecados luciendo tan claros que muchas veces les parece ser que no hay esperanza de reconciliación con Dios. No siempre es tan fuerte, pero sí, el genuino avivamiento siempre es acompañado por la convicción del pecado.

2.3 Los cristianos que se han rebelado contra Dios volverán al arrepentimiento, pues el avivamiento es nada menos que un nuevo comienzo de la obediencia a Dios. Igual que un inconverso, el primer paso para el rebelde es el arrepentimiento; el quebrantamiento del corazón, el bajarse al polvo en humildad y el abandono del pecado.

2.4 Los cristianos se renovarán en la fe. Mientras uno está en la rebelión, está cegado al estado de los pecadores, sus corazones están duros y las verdades bíblicas son como sueños. Tal persona da su consentimiento a la verdad, y su conciencia y discernimiento igualmente dan la aprobación a ella. Sin embargo, su fe no la ve como acentuada; o sea, la verdad no está vista en su viva y eterna realidad. Pero al entrar a un estado revivido, ya no ve a los “hombres como árboles andando”, más bien, ve que la luz brilla tan refulgente que el amor de Dios se levantará de nuevo en su corazón. Esto los impulsará a trabajar celosamente para la salvación de otros. También, a razón de tener en sí tanto amor a Dios, el hombre revivido sentirá pena, dándose cuenta de la falta de amor a Dios en muchos otros. Ese amor le impulsará a persuadir a sus vecinos a entregarse al Señor. Así, el tierno amor de Dios se perfeccionará en el hombre revivido, llenándole con una pasión para la salvación de almas. Esa pasión se ampliará hasta incluir a todo el mundo, trayendo una agonía al corazón por los que desean ver convertirse: sus amigos, parientes y hasta sus enemigos. El hombre renovado no solamente urgirá a ellos a rendirse a Dios con palabras, sino los llevará a Dios a través de la oración, con gemidos y lágrimas, implorando a Dios salvarlos del infierno.

2.5 El avivamiento rompe el poder del mundo y del pecado en los cristiano, y les da ventajas, engrandeciendo sus deseos para entrar al cielo. Además, les da un gusto del cielo y nuevos deseos para estar unidos a Dios. Y en sus vidas, la seducción del mundo se ve conquistada y la fuerza del pecado, vencida. Cuando las iglesias están despiertas y renovadas de esta forma, la reformación y la salvación de los pecados seguirán caminando en los mismos pasos de convicción, arrepentimiento y luego reformación, en los corazones ablandados y humillados. Muchas veces, los pecadores más duros son los que se convierten primeros; ¡las prostitutas, los borrachos, los ateos y personas semejantes se despiertan y convierten! Los más abandonados de los humanos se ablandan y son reclamados, convirtiéndose a hermosos ejemplos de la hermosura de santidad.

 

3. Los agentes que promueven el avivamiento.

Normalmente, hay tres agentes[2] que se usan en la conversión de un pecador, y un instrumento. Los agentes son: Dios, el pecador y otra persona que habla (predica) la verdad. La verdad misma es el instrumento. A veces, hay solamente dos agentes: Dios y el pecador.

 

3.1 Dios se usa a sí mismo en la conversión de pecadores, en dos distintas maneras: por su providencia y por su Espíritu.

3.1.1. Por su providencia, arregla los eventos en la vida de un pecador de tal manera que la mente de éste y la verdad se encuentren. O sea, Dios guía al pecador a un lugar donde escucha la verdad o la ve en la vida de otra persona. Es muy interesante escuchar el testimonio de cómo Dios ha obrado esto en las vidas de las personas, y de cómo Dios arregla todas los eventos a favor de un avivamiento. A veces usa algo temporal, una enfermedad u otra circunstancia para que el pecador esté dispuesto a darse cuenta de la verdad. A veces, Dios envía a un ministro al pecador… ¡justo al momento necesario! O, el pecador escucha una cierta verdad bíblica… ¡exactamente al momento oportuno!

3.1.2 Por su Espíritu Santo, Dios habla la verdad a la mente del pecador. Y pues Dios sabe todo lo que hay en la mente de una persona, y sabe la historia de él, puede usar la verdad que se precisa en ese momento. Además, Dios puede reforzar esa verdad con poder divino. Da tal fuerza, vida y poder a la verdad, que el pecador siente convicción y muchas veces se vuelve de su rebelión y se rinde al Señor. Bajo la influencia del Espíritu Santo, la verdad corta y quema como fuego en la conciencia. La verdad ungida con el Espíritu revela y quebranta el orgullo del pecador, como si un monte hubiera caído sobre él.

Si los hombres estuvieran dispuestos a obedecer a Dios por naturaleza, la sola lectura de la Biblia y la predicación de ella, hechas por los hombres, serían suficientes para que ellos aprendieran de Dios. Pero, pues los hombres son por naturaleza inclinados a rebelarse en contra de Dios, Dios usa su Espíritu Santo para iluminar la verdad y convencer a los pecadores; de tal manera que no pueden resistir; se rinden y se convierten.

3.2 Muchas veces, los hombres son agentes en la conversión de los pecadores. Los hombres no son los instrumentos en la conversión de pecadores. El instrumento es la verdad. Sin embargo, el predicador (u otra persona que habla a un pecador) es un agente que usa la verdad. Y la obra del predicador no se hace sin la voluntad de él mismo. Por esto, el predicador es un agente activo en la conversión de los pecadores.

3.3 El pecador mismo es un agente en su propia conversión, porque éste tiene que obedecer la verdad que entiende. Por esto, es imposible que se convierta un pecador sin ser él un agente en su propia conversión. Sin embargo, Dios y otro hombre (el predicador, por ejemplo) le influyen.

Los hombres influyen en otros no solamente por sus palabras, sino por sus miradas, lágrimas y los demás hechos de la vida diaria. Por ejemplo, si un hombre inconverso tiene una esposa piadosa, las miradas, la ternura, la compasión y la dignidad de ella le impactarán y serán un sermón para él en todo tiempo, porque ella ha sido moldeada y conformada a la imagen de Cristo. Si él no se esfuerza en pensar en otras cosas, toda la vida de ella le será un reproche y será igual de escuchar un sermón continuo.

Como seres humanos, estamos acostumbrados a leer el aspecto de nuestros vecinos. Y los pecadores siempre están leyendo el estado de la mente de los cristianos, fijándose en los ojos. Si los ojos de un cristiano demuestran liviandad, ansiedad o tristeza, los pecadores lo notarán. Pero si lucen del Espíritu Santo, los impíos lo notarán y muchas veces caen en la convicción, sólo por haber mirado al aspecto de un cristiano.

En cierta ocasión, un cristiano[3] fue a visitar una fábrica para ver la maquinaria que estaba allí. La mente de él estaba llena de pensamientos solemnes, pues recién había llegado de un avivamiento. Los trabajadores de la fábrica conocían al visitante y sabían que era cristiano fiel. Al pasar éste, mirando a la maquinaria, una joven trabajadora susurró algo tonto a su compañera, riendo. El cristiano lo escuchó y se paró, mirando a la joven con tristeza. Esa mirada le trajo tanta convicción a ella que no podía seguir trabajando. Trató de componerse, mirando la ventana. Una y otra vez trataba seguir trabajando, sin lograr nada. Después de varios intentos infructuosos, se sentó. Luego el cristiano se le acercó y habló con ella, lo cual hizo penetrar más profundamente la convicción.

De repente, como un fuego devorador, la convicción pasó por toda la fábrica, tanto que dentro de unas horas casi todos los trabajadores se sentían convencidos de pecado. El dueño, quien no era creyente, fue asustado, ¡tanto que pidió que todos parasen su trabajo y orasen! Dijo que era más importante que se salvará a los trabajadores, a que siguieran el trabajo. Y dentro de unos días, el dueño y casi todos los trabajadores se convirtieron.

Así, llegó el avivamiento, solamente por razón del serio comportamiento del cristiano. Sus ojos que lucían compasión y su aspecto solemne reprendieron la liviandad de esa joven y le trajeron la convicción del pecado. Una sola mirada trajo el avivamiento (por supuesto, es cierto que había otras influencias también) a una fábrica.

Todo esto digo para decir que si los cristianos entran profundamente en la religión, producirán grandes efectos a dondequiera que vayan. Pero si son fríos y bromistas, hacen huir la convicción de pecado.

Conozco a una persona que estaba bajo la convicción de pecado. Pero un día me percaté que casi toda la convicción se había ido de ella. Le pregunté qué había pasado, y ella me respondió que estuvo toda la tarde con algunos amigos que profesaron ser cristianos. Pero la verdad es que éstas fueron personas bromistas y frívolas: y así, por estar entre ellos, compartiendo en sus vanidades, causó que la convicción saliera de su corazón. Sin duda, esos profesores hipócritas, por su tontería, ayudaron a destruir a esa persona, porque la convicción del pecado nunca volvió a ella.

Concluyo esta sección diciendo que la iglesia tiene que usar el instrumento (la verdad) para que se conviertan los pecadores. Los pecadores no pueden convertirse por sí mismos. Es la responsabilidad de la iglesia promulgar la verdad y la responsabilidad del pecador recibirla. Así que, para traer el avivamiento, hay que difundir la verdad, presentándola a las mentes de los perdidos, y ellos tiene que escoger: recibirla y obedecerla, o resistirla y desecharla.

 

Comentarios

1. Muchas veces el avivamiento se cuenta como un milagro, algo que solamente Dios puede actuar. Esta idea persiste hasta hoy en día. Además, existen otras ideas acerca del avivamiento que son absurdas. Durante mucho tiempo la iglesia suponía que el avivamiento era un milagro; un entremetimiento del poder divino, del cual la iglesia no tenía nada que ver, tampoco lo podía provocar como agente. Se suponía que el avivamiento era igual a los truenos, las granizadas y los terremotos: Dios los produce, no los hombres. Hace poco tiempo que los cristianos se han despertado, dándose cuenta que el avivamiento es algo que los hombres pueden promover, si obedecen las leyes de él. Algunas personas habían determinado que el avivamiento ocurría como las lluvias: llueve en un pueblo, pero el otro quedaba seco. Asimismo se ha determinado que los ministros y las iglesias no pueden hacer nada para producirlo, del mismo modo que los hombres no pueden producir las lluvias.

De igual modo, algunos han propuesto que el avivamiento sólo aparece una vez en cada quince años. Y durante ésta ocasión se convertían todos los que Dios quería que se salvaran. Luego, la iglesia tendría que esperar otros quince años para una nueva cosecha de almas. Otros se imaginaban que la espera era de cinco años, no de quince.

Escuché un testimonio acerca de uno de estos pastores que pensaba que sólo podía llegar el avivamiento una vez cada cinco años. Llegó un avivamiento en su iglesia. El siguiente año, el avivamiento vino a un distrito vecino, y este pastor fue a predicar allí. Quedó allí varios días, hasta que su propia alma se encendió con el fuego de Dios. Luego, regresó a su propia casa el día sábado y se preparó para predicar el próximo día. Entró su cuarto de estudio, estando en agonía su alma en cuanto a los inconversos que asistían a su iglesia.

Reflexionando sobre todo esto, empezó a calcular de cuántos hombres se perderían en el infierno si el avivamiento viniera solamente una vez en cada cinco años. Sumando sus calculaciones, las anotó y predicó sobre esto el día siguiente, con un corazón ardiente. Con todo, no esperaba que el avivamiento llegara, pues según su teoría el avivamiento venía una vez en cada cinco años.

A pesar de su suposición negativa, cuarenta hombres fueron convertidos, escuchando ese mensaje. ¡La teoría de que el avivamiento puede llegar solamente una vez en cinco años fue claramente derribada! Así es cómo Dios evidenció que el avivamiento no es un milagro, sino es producto de los hombres rindiéndose a Jesucristo de todo corazón.

2. Erróneas ideas acerca de la soberanía de Dios han impedido mucho el avivamiento. Muchas personas han presumido que la soberanía de Dios es tal que el hombre no puede cambiar los sucesos y eventos de su vida terrenal. Esa exclusión supuestamente incluye la falta de poder del hombre de promover los avivamientos.

Pero la Biblia no enseña que Dios se ejercita de ese modo. Además, tampoco existen pruebas en la historia que él actúa así. Al contrario, se ha revelado que Dios le ha dado al hombre maneras y modos que pueden afectar los resultados de los sucesos cotidianos: ambos en lo natural y lo espiritual. La naturaleza no es como una gran máquina que se conduce sin darse cuenta a lo que hacen los hombres; Dios la ha creado y puesto en marcha de tal manera que el hombre tiene algo que ver con los sucesos. Tampoco se ha retirado Dios del universo, dejando todo en las manos de los hombres y la suerte. Pensar así es mero ateísmo.

La verdad es que Dios vela y controla todo, permitiendo al hombre ciertas maneras (limitadas, por supuesto) que tiene la capacidad de influir en los sucesos del mundo. No es que Dios haya dejado al hombre bajo su providencia soberana, sin maneras de influenciar su propio rumbo.

A pesar de esta verdad acerca de la capacidad del hombre de afectar su futuro, algunas personas se inquietan al ver un esfuerzo humano de poner en marcha un avivamiento, diciendo: “Estás tratando de tener un avivamiento por tu propia fuerza. ¡Cuidado! ¡Estás entremetiéndote en la soberanía de Dios! Mejor será seguir en el rumbo normal y permitir que Dios haga un avivamiento cuando Él quiera. Dios es soberano, y tú haces mal en esforzarte en tener un avivamiento solamente por la razón de que tú piensas que la hora ha venido.”

Tal razonamiento es exactamente lo que al diablo le gusta. Y los hombres no pueden hacer la obra del diablo más eficazmente, que por predicar sobre la soberanía de Dios de tal manera que todo empeño de tener avivamiento parece como una locura.

 3. Debido a lo erróneo que sale de emocionantes escenas que pasan durante los avivamientos, hay quienes dicen que es mejor no promoverlos. ¡Pero no sea así! Sí, hay quienes abusan con lo demasiado emocionante. Sin embargo, tales excesos siempre ocurren en cualquier buena obra, pero no deben parar lo provechoso.

La historia demuestra que en el estado actual del mundo, no hay mejor manera de propagar la religión que la de poner en marcha un avivamiento. Y, lo excesivo que ocurre es algo normal, pero no es suficiente razón para descontar avivamientos. Ni siquiera por un momento debe la iglesia considerarlos como peligrosos. La idea de abandonar los avivamientos es peligrosa a los intereses de Sion, muerte a las misiones y trae como consecuencia la perdición del mundo.

 

Una propuesta

No he comenzado esta serie de discursos sobre el avivamiento solamente para proponer una teoría mía. No quiero gastar mi tiempo y fuerza solamente para darles a ustedes algunas instrucciones, agradecer su curiosidad y suplirles con algo para conversar. Tampoco quiero discursar sobre el tema para que ustedes puedan decir al terminar, “Bueno, ya sabemos todo acerca del tema de avivamiento”, sin hacer nada para ponerlo en práctica.

Quisiera darles unas preguntas a Ustedes. ¿Por qué quieren escuchar discursos sobre el avivamiento? ¿Realmente van a poner en práctica lo que han escuchado? ¿Realmente van a permitir que estos discursos afecten su manera de vivir? ¿Van a usar los métodos que enseño, en sus esfuerzos de ganar a almas? ¿Van a escuchar todos los discursos, sin hacer nada?

Lo que yo quiero es que, tan pronto que escuchen algo, lo pongan en práctica. Pónganlo a prueba entre los pecadores a sus alrededores. Si no van a hacer esto, quiero saberlo inmediatamente, para que pueda yo desistir de continuar predicando sobre el tema. Escojan ahora qué van a hacer. Ustedes saben que rogamos a los pecadores escoger la obediencia a Cristo inmediatamente. De igual modo, debo obligarles a Ustedes a decidir en este mismo momento. Les ruego que hagan sus votos a Dios tan pronto que puedan, y que oren por un derramamiento de su Espíritu Santo sobre la iglesia y esta ciudad.


 


[1] Se habla aquí de la inteligencia necesaria para producir estas cosas. No se necesita mucha educación para sembrar semilla, hacer ropa sencilla o construir una casa sencilla. Pero para hacer y construir cosas innecesarias (como computadoras, etc.), muchas veces se tiene que estudiar mucho.

[2] El autor ocupa la palabra “agentes” para explicar que éstas son las personas involucrados en el acto de la salvación. El “instrumento” es la herramienta usada por las mismas personas, en el acto.

[3] Creo que el autor habla de sí mismo, pero no para atraer la atención hacia sí. Incluyo esta nota del pie para demostrar la seria manera en que se comportaba el autor en la vida cotidiana.