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Pláticas oportunas con adolescentes

-Daniel Kauffman

Capítulo 5

EL PLACER

 

     Una de las preguntas más serias para los jóvenes serios es el decidir hasta dónde llegar en la búsqueda de placer y diversión. ¿En qué clases de diversiones debe uno meterse? ¿Cuáles se deben evitar? ¿A cuáles reuniones se puede atender con seguridad y propiedad? ¿De cuáles debemos alejarnos? En nuestra búsqueda de recreación saludable, ¿cuánto placer debemos conectar a ello?

     No es asunto de que estemos o no estemos felices. Eso ya Dios lo ha decidido. Toda la naturaleza sonríe con tal de alegrarnos. La Biblia repite las palabras: “gozo”, “regocijarse”, “alegre”, “alegría”, “regocijándose”, etcétera, muchas, pero muchísimas veces. Dios nos ha creado de modo que podamos admirar y disfrutar la belleza de la naturaleza, y, a la vez, mirar más allá de ese mundo tan glorioso.

 

“Donde el placer nunca termina

Y la tristeza no existe.”

     Pero, aún hay que contestar a la pregunta: “¿Cuáles placeres debemos seguir?” Esta pregunta la responde Pablo indirectamente al decir: “Aborreced lo malo, seguid lo bueno.” El gozo de muchas personas se convierte en amargura porque ellos se placen en cosas malas y dañinas. Si te places en cosas buenas, tu gozo será duradero. El placerse de las cosas malas siempre termina en tristeza. Hay varias reglas generales que podrás aplicar a tu vida, las cuales, conectadas al sentido común, y el deseo de hacer lo bueno, te mantendrán en lo correcto en cuanto a las diversiones.

1.      Toda necedad debe ser evitada.

2.      Cualquier diversión que te haga menos pensativo y menos sobrio, es dañina y peligrosa. Por lo tanto, debe ser evitada.

3.      Evita cualquier reunión o diversión que sea popular entre personas descuidadas o mundanas.

4.      Evita cualquier reunión (aunque no veas ningún daño especial en ella) que cultive el apetito para reuniones más dañinas.

5.      El compañerismo con personas necias o descuidadas, debe ser evitado.

6.      “Y todo lo que hagáis, hacedlo para la gloria de Dios.”

          Son raros los casos en los que sea sabio el buscar placer sólo por amor al placer. La más alta forma de placer se expresa en la satisfacción de haber hecho lo correcto. Aquellos que insisten en buscar lo que llaman “diversión”, invariablemente descienden a una forma vulgar de placer que tiene el efecto de gratificar los placeres carnales en lugar de cultivar los encantadores rasgos de una hermosa alma. Aquellos que dedican su tiempo al cultivo de la mente y la moral, y aplican sus manos a las obras útiles, tienen mayor satisfacción real y más placer verdadero que aquellos que se dan a sí mismos a las necedades de este mundo.

     Los placeres mundanos siempre destruyen, porque siempre tienen el aguijón del pecado. Producen satisfacción momentánea, pero, nunca duradera. Producen un deseo por algo más excitante, y, por lo tanto, llevan a placeres más necios y degradantes. Fascinan las mentes de sus víctimas y ciegan sus ojos a las cosas malas y pecaminosas. Muchos de los que al principio buscaban lo que llamaban “diversión” llegaron al punto de ser ruinas morales. Los jugadores, borrachos, libertinos, chantajistas, mentirosos, y asesinos  más dañinos están entre los que empezaron sus vidas “para divertirse un poco”. Asegúrate de beneficiarte de sus errores, y evitar seguir su ejemplo.

     Pero hay un dicho que dice que “no se le puede poner cabeza vieja a hombros jóvenes”. Y es cierto. Esperamos que los jóvenes estén llenos de vida, y queremos que sean optimistas, alegres, felices. Y, a los más ancianos, sus acciones a veces les parecerán ser muy briosas. Según uno va envejeciendo, llega a ser más formal en sus hábitos. En los jóvenes esperamos hallar esa vida que produce vigor e interés en toda clase de trabajo. Y no es necesario el ser ligero para ser alegre, ni es necesario estar tristes para ser sobrios. Y aunque no se desee tener “cabeza vieja en hombros jóvenes” es muchísimo peor tener una cabeza de necio “en hombros jóvenes”. Tanto los jóvenes como los ancianos deben evitar toda necedad, y todo placer pecaminoso debe ser condenado y rechazado por todo el mundo.       

     El placer verdadero es el resultado de una vida llena de metas sublimes y de obras nobles. Los placeres provenientes de la asociación de amigos puros, la lectura de buenos libros, el ejercitar los talentos en trabajo útil, y el crecimiento natural que resulta del mismo, satisfacen y edifican mucho más que cualquier placer artificial que este mundo pueda ofrecer. La necedad le es atractiva sólo a los necios.

     Al concluir este capítulo, debemos decir: Sé alegre pero no ligero; alegre pero no frívolo; sobrio pero no triste. Dedica tu vida a propósitos nobles, y hallarás en tus experiencias abundancia de placer verdadero.