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La búsqueda de una descendencia para Dios

© 2004 por Denny Kenaston

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CAPÍTULO 8

¡Vuélvanse los padres
a su hogar!

Sean nuestros hijos como plantas crecidas en su juventud,
Nuestras hijas como esquinas labradas como las de un palacio.
(Salmo 144.12)

Nuestro amado patriarca David fue un profeta, alguien que experimentó el mensaje profético por medio de la unción del Espíritu Santo. Como es normal para un profeta, él vio el trasfondo de muchas cosas y llevó muchas cargas, cargas que los demás ni siquiera supieron que existían. El Salmo 144 ejemplifica una de estas grandes cargas que Dios puso en el corazón de David. En este Salmo se visualizan algunas de las necesidades que actualmente tienen las familias del continente americano y de hecho de las demás partes de este mundo, especialmente las que tan rápidamente se están industrializando.

Permíteme guiar tus pensamientos mientras leemos una parte de este Salmo. El contexto es la guerra, y David habla de las bendiciones de Dios que sólo él derrama en medio de ella. Pero, en medio de sus reflexiones y alabanzas surge una oración de su corazón. Esta oración brota de los anhelos más profundos que él tenía: que las guerras terminaran, porque él deseaba una sociedad pacífica y el fruto que resulta de la paz. Al reflexionar sobre esto, leamos algunos versículos del Salmo 144:

Salmo 144.7–15

7. Envía tu mano desde lo alto;
Redímeme, y sácame de las muchas aguas,
De la mano de los hombres extraños,

8. Cuya boca habla vanidad,
Y cuya diestra es diestra de mentira.

9. Oh Dios, a ti cantaré cántico nuevo;
Con salterio, con decacordio cantaré a ti.

10. Tú, el que da victoria a los reyes,
El que rescata de maligna espada a David su siervo.

11. Rescátame, y líbrame de la mano de los hombres extraños,
Cuya boca habla vanidad,
Y cuya diestra es diestra de mentira.

12. Sean nuestros hijos como plantas crecidas en su juventud,
Nuestras hijas como esquinas labradas como las de un palacio;

13. Nuestros graneros llenos, provistos de toda suerte de grano;
Nuestros ganados, que se multipliquen a millares y decenas de millares en nuestros campos;

14. Nuestros bueyes estén fuertes para el trabajo;
No tengamos asalto, ni que hacer salida,
Ni grito de alarma en nuestras plazas.

15. Bienaventurado el pueblo que tiene esto;
Bienaventurado el pueblo cuyo Dios es Jehová.

La oración de David

En la primera parte de este Salmo, David está reflexionando, alabando a Dios y orando por la guerra (véanse los versículos 1–10). Él ora por la ayuda de Dios, para que él le rescate de sus enemigos. En estos versículos se ve el deseo de un rey justo de ser librado de la influencia de las naciones vecinas. Pero en la última parte del mismo Salmo (los versículos 11–15), David se enfoca en la vida de Israel luego de la terminación de la guerra. En el versículo 11, David repite una frase que anteriormente ya había dicho en el mismo Salmo. Esta frase es una oración por Israel, para que fuera librado de la guerra: “Rescátame, y líbrame de la mano de los hombres extraños, cuya boca habla vanidad, y cuya diestra es diestra de mentira”.

Bueno, todos sabemos que David era un hombre de guerra. Durante todos sus días hubo guerra en Israel. Puesto que se daban tantas batallas, los hombres de Israel tenían que levantarse apresuradamente en muchas ocasiones y salir a enfrentarse con el enemigo. En algunas ocasiones esto motivó que ellos estuvieran aislados de sus hogares hasta durantes seis meses seguidos. Mientras tanto, ellos vivían en los campos y se iban lejos de sus familias, ciudades, fincas y trabajos.

Ya habiendo observado el costo de la guerra cuando Israel salía a luchar, podemos saber la razón anhelante de la oración de David, la cual era lograr una sociedad pacífica. En el mismo Salmo, David clama por ser rescatado de la guerra para que así los hombres puedan regresar a casa. ¿Para qué él hacía tal oración? Bueno, en ese Salmo se visualizan siete razones por tal oración; todas esas siete razones se lograrían cuando los hombres volvieran a casa. Así que, la oración de David se puede resumir de la siguiente forma: “Señor, que vuelvan los hombres de la guerra para que”:

• Nuestros hijos lleguen a ser hombres maduros y responsables.

• Nuestras hijas lleguen a ser pulidas y formadas hasta llegar a ser mujeres distinguidas.

• Nuestros sembrados produzcan abundantemente por la labor de nuestras manos.

• Nuestras ovejas tengan pastores y produzcan decenas de millares de corderos.

• Nuestros bueyes puedan tener fuerzas y hacer más labor a razón de nuestro cuidado.

• Nuestra tierra pueda recibir las bendiciones de la paz.

• Nuestro pueblo pueda animarse y dejar de murmurar.

Lo cierto es que durante el tiempo de guerra los hombres tienen que dejar sus hogares, hijos, esposas, fincas, negocios y ciudades. ¿Qué pasa con sus hogares, hijos, esposas, fincas, negocios y ciudades mientras ellos están en la guerra? Bueno, la respuesta puede darse en esta otra pregunta: “¿Qué pasa en la actualidad cuando los hombres están demasiado alejados de sus familias?” Todos sabemos la respuesta a esta pregunta, porque muchos hombres en la actualidad lo han experimentado personalmente: la familia queda al descuido. A veces esto ocurre por el simple hecho de la marginación por parte del padre; y los hijos y la esposa sufren gravemente a razón de su “ausencia”. En el continente americano esto ocurre a diario. Los padres dicen: “Mañana voy a comportarme mejor con mi familia”. Pero, ese mañana nunca llega. Otra voz siempre está llamando al padre, con mucha urgencia…

¿Puedes tú comprender la profundidad de la sabiduría y la visión que David tuvo en esa inspirada oración por Israel? En ella se puede visualizar a David con la visión que Dios había puesto en su corazón a través de la meditación en su Palabra. David entendía lo que necesitaban la nación de Israel y los niños. Del mismo modo, él sabía qué clase de bendición Dios deseaba derramar sobre su pueblo. Pero, Israel estaba por estallar en otra guerra.

David sabía lo que ocurría en los hogares mientras los padres se marchaban a la guerra. Nosotros también sabemos lo que pasa cuando estamos fuera del hogar. El rey David igualmente sabía que se necesitaba más que ganar una guerra para fortalecer a Israel. De hecho, los cimientos de justicia han de sentarse para la siguiente generación. Si no, la nación de Israel nunca iba a lograr ser lo que Jehová deseaba que fuera. Es por eso que David clamó: “Líbrame de la mano de los hombres extraños”. En esencia, al decir esto, él estaba orando: “Señor, libra a Israel de la guerra, para que los hombres de guerra puedan volver a casa y guiar a sus familias y cuidar sus fincas”.

Cómo fue contestada la oración de David

David nunca recibió la respuesta a su oración mientras vivió en esta tierra, pero Dios sí la contestó. Su hijo Salomón experimentó muy pocas guerras durante su reinado. Pensemos ahora en la diferencia resultante de no haber guerra durante veinte o treinta años: durante veinte o treinta años los padres estaban en el hogar, guiando, enseñando y entrenando a los hijos, cuidando los rebaños de ovejas, atendiendo la finca y manejando los asuntos de la comunidad. Sí, pensemos en esto… ¡todos los líderes de la nación vueltos a casa! ¿Qué pasó en el reinado de Salomón? ¡Durante su reinado, Israel llegó a ser la nación más poderosa en la tierra!

¿Alguna vez has considerado la razón por del testimonio de Israel? Fue durante el reinado de Salomón que Israel alcanzó su más grande magnitud de influencia. Pero, fue durante el reinado de David que las naciones vecinas sintieron el más grande temor a los ejércitos judíos. Sí, Israel fue mucho más potente en cuanto a la guerra durante el reinado de David. David reinó sobre muchas otras naciones con “vara de hierro”.

Por el contrario, durante el reinado de su hijo Salomón, Israel gozó de más reverencia por parte de sus vecinos. De hecho, la nación de Israel llegó a ser un testimonio para todo el mundo, destacándose por ser una nación muy diferente a las demás. Muchas de las otras naciones miraron a Israel diciendo: “¡Ciertamente pueblo sabio y entendido, nación grande es ésta!” (véase Deuteronomio 4.6). Es cierto, durante el reinado de Salomón la nación de Israel fue sana, rica y sabia. Es por eso que muchos decían: “¡Ella es una nación extraordinaria!”

Una de las razones más sobresalientes que Israel alcanzó un testimonio tan distinguido durante el reinado de Salomón es que ¡los hombres de guerra habían regresado a casa! ¡Sí, los padres piadosos habían vuelto a sus hogares! Ahora en lugar de pelear con los enemigos en el campo de batalla, ellos peleaban con los enemigos del hogar. Toda su energía espiritual, la que anteriormente se invertía en pelear contra las naciones vecinas, ahora se dirigía para ayudar a sus familias. Y así, Israel llegó a ser una nación poderosa porque los padres les enseñaban y les predicaban a sus familias, estando en sus propios hogares. ¡Y esta es la única manera de volverse fuerte cualquier nación!

Cuando en una nación los padres vuelven sus corazones hacia sus hogares, entonces esa nación empieza a ver cambios positivos. Se verán las reformas y las transformaciones necesarias solamente cuando los padres se levantan con una carga y visión en su alma para con sus hogares. ¡Amados lectores, Dios puede despertar cualquier país para su gloria a través de las familias piadosas!

Hoy en día muchos hablan acerca del avivamiento y yo doy gracias a Dios por el avivamiento. Yo acepto el avivamiento; o sea, el derramamiento del Espíritu Santo. ¡Oro y anhelo que venga el avivamiento! No obstante, si pensamos solamente en el avivamiento en términos de predicaciones y personas que responden a los llamados al altar, entonces estamos pensando solamente en la mitad del avivamiento. La otra mitad del avivamiento es una nación de padres y madres que instruyen a sus hijos en los caminos de Dios. Uno de los frutos más destacados del avivamiento es producir familias que amen a Dios de todo corazón. El avivamiento es mucho más que una mera emoción. Si el avivamiento es auténtico, va a surtir efecto en las relaciones que tenemos con nuestros familiares más cercanos, los de nuestro hogar. Si el avivamiento no transforma nuestros hogares entonces no es un avivamiento genuino.

De manera que, ¿cómo se aplica a tu vida el Salmo 144? La mayoría de nosotros no vivimos en medio de guerras y, además, como cristianos no resistentes, no participamos en las guerras terrenales. Así, la guerra no nos distrae de nuestros deberes en el hogar.

Hacemos bien al considerar lo que sí está distrayéndonos. Vivimos entre muchas personas que “quieren enriquecerse” (1 Timoteo 6.9). Los medios de comunicación masiva promueven el desarrollo de la economía y hay mucha presión para lograr ser exitosos, económicamente hablando. Y esto repercute hasta el punto que algunos padres de países latinos buscan emigrar a Europa o hacia América del Norte, dejando al descuido a sus familias.

El precio de esto se observa de forma patente al ver que las cárceles están repletas de jóvenes delincuentes y el índice de divorcios aumenta. Lo más triste es que esto también se ve entre las iglesias evangélicas.

¡Seamos realistas! Es tiempo de darnos cuenta de la innegable verdad que la prosperidad económica está destruyendo nuestra vida hogareña… ¡poco a poco, día tras día! No obstante, todo el mundo está hablando del avivamiento espiritual que está gozando. Pero, ¿por qué no se están volviendo los corazones de los padres hacia los hijos? Yo sé que me estoy expresando de forma muy franca, pero la necesidad que apremia es urgente. Mi corazón se une con la oración de David: “¡Señor! ¡Que vuelvan los padres a casa!”

Sean nuestros hijos como plantas crecidas en su juventud,
Nuestras hijas como esquinas labradas como las de un palacio.

Oración

¡Oh Señor Dios! Padre nuestro, abre nuestros ojos de manera que sean capaces de ver la condición real de nuestras familias. Haz volver a los padres a casa antes que sea demasiado tarde. Sí, Señor, hazlo, aun si tenemos que perder todo lo material y nos quedemos en la pobreza. Amén.