Libros    Tratados    Música    Prédicas

 

La búsqueda de una descendencia para Dios

© 2004 por Denny Kenaston

www.homefirespub.com


 

CAPÍTULO 6

La herencia piadosa de hoy

Los cimientos de generación y generación levantará.
(Isaías 58.12)

Restaurarán las ciudades arruinadas, los escombros de muchas generaciones.
(Isaías 61.4).

Mi corazón se alegra pensando en las implicaciones y en la potencialidad de los mandamientos y promesas antiguos que consideramos en el capítulo anterior. Aunque esas palabras se escribieron hace 3.000 años todavía siguen vivas, vigentes y cargadas de la visión y la esperanza para los que “están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu” (Romanos 8.1). ¡Qué bendición es ver la forma que Dios honró la fe de aquellos hombres de la antigüedad! Pero, ¿qué de nosotros? ¿Acaso hay esperanza para los descendientes de nuestras futuras generaciones?

A veces siento que muchos de nosotros estamos tan modernizados que nos es difícil pensar en términos de muchas generaciones. Nuestras familias viven tan separadas y esparcidas por todas las regiones del país que esto estorba la visión de una descendencia para Dios. Aun lo básico de tener una familia unida se está erosionando rápidamente. Sin embargo, la Palabra de Dios siempre habla con claridad acerca de todo esto al exponernos las palabras de las promesas que abarcan múltiples generaciones. ¡Sí, hay esperanza para nuestra descendencia! Por la gracia que es por medio de la fe, nosotros podemos estar muy por encima de “lo normal” en cuanto a las costumbres que imperan en nuestra sociedad.

Una herencia viva

A Jackie y a mí no nos fue transmitida las enseñanzas acerca de la piedad por nuestros progenitores. ¡No hubo nada de eso! Somos cristianos de “primera generación”, lo que quiere decir que nuestros antecesores no fueron creyentes. La mayoría de nuestro pasado, lo anterior a nuestra conversión, ni se debe pensar, pues la Biblia dice “todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad” (Filipenses 4.8). Nosotros tuvimos que aprender a olvidar y hasta pedir a Dios que nos ayudara a olvidar mucho de nuestra herencia anterior. No obstante, aunque miramos con remordimiento nuestro pasado desperdiciado, nosotros ahora miramos adelante con fe y confianza para así hallar un mejor camino para nuestros hijos.

Nuestro testimonio y visión se resume así: “Por la gracia de Dios, nuestros hijos van a heredar una herencia piadosa”. Nuestros corazones están firmes (véase Salmo 112.7), confiando que nuestra descendencia sí heredará una herencia piadosa. Nuestros hijos tendrán algo precioso para recordar, algo que perdurará y los influenciará durante toda la vida y por la eternidad. Es nuestro deseo afirmarlos sobre una piedra santa de forma tal que ellos tengan un buen fundamento y dirección en la vida después que nosotros sus padres hayamos partido al cielo.

¿Qué pienso al decir que nuestros hijos van a heredar una “herencia piadosa”? En los capítulos siguientes me referiré más detalladamente a esto, pero por ahora solamente lo resumiré. La herencia piadosa es:

• Miles de cultos familiares compuestos del canto, la enseñanza y la oración.

• Cientos de versículos bíblicos preservados en el corazón, puestos allí por medio de distintos métodos.

• La dulzura de los tiempos al trabajar juntos en la obra de Dios, edificando el reino.

• Los recuerdos de haber sido criados en un hogar donde prevaleció un ambiente ungido por el Espíritu Santo.

• Una gran cantidad de recuerdos de haber vivido vidas piadosas, de actividades santas y de un amor cordial.

• Multitudes de oraciones, preservadas en copas de oro (véase Apocalipsis 5.8), hasta que sean derramadas después de nuestro fallecimiento.

• La seguridad que nosotros los padres amábamos a Dios de todo corazón y que hemos logrado entrar al cielo, donde nuestros hijos también procuran ir.

Estoy seguro que todos estamos de acuerdo que tal herencia es inestimable. ¡Déjales a tus hijos esta herencia; vale más que cualquier cantidad de dólares! Al meditar en la lista anterior, noto con claridad que tal herencia influye en la vida de muchas generaciones. ¡Lo deseo para mi descendencia!

He conocido a ciertas familias que han vivido los recuerdos de haber tenido abuelos fieles, y esto les ha servido de mucha ayuda a sus descendientes. Quizá tú tengas tal herencia. ¡Gloria a Dios! ¡Entonces tú eres rico! Sin embargo, hay cierto peligro para los que tienen tal tesoro; el peligro de dar por sentado lo que tienen y estancarse en la complacencia. No es sabio ser un simple parásito de tu herencia, sino que más bien debes agarrar la antorcha, atizar el fuego y pasarla a tus hijos. Levantémonos, diciendo: “Por la gracia de Dios vamos a legar esta antorcha a nuestros hijos”. ¡Podemos hacerlo!

Los fracasos desagradables de nuestro pasado y de nuestros padres pueden estimularnos a buscar logros más nobles para las generaciones futuras. Podemos cambiar el rumbo de nuestra descendencia por medio de nuestra sencilla rendición a Dios y por la obediencia a su Palabra. No olvides que nuestro Dios es el Dios que “llama las cosas que no son, como si fuesen” (Romanos 4.17). ¿Acaso ahora puedes visualizarte de setenta años de edad, sentado en una silla y rodeado de todos tus nietos, contándoles historias de la Biblia? ¡Lo tendremos, si no desmayamos!

La prueba de la autenticidad del cristianismo de un hombre

Se dice que la prueba de la autenticidad del cristianismo de un hombre son sus hijos. Esto es veraz. Pablo nos dice lo mismo cuando nos expone los requisitos para el liderazgo de la iglesia en 1 Timoteo 3. Muchos de de estos requisitos se exponen con una sola palabra, pero no así los que se relacionan con el hogar del líder. De hecho, Pablo hace hincapié en el requisito de una vida hogareña sana para los obispos y diáconos. La razón de esto se hace evidente ya que la prueba del carácter de un hombre se revela en la vida de sus hijos. Lo cierto es que existen versículos en la Biblia que llevan esta prueba a un paso más adelante.

Corona de los viejos son los nietos (Proverbios 17.6).

Mas la misericordia de Jehová es desde la eternidad y hasta la eternidad sobre los que le temen,Y su justicia sobre los hijos de los hijos (Salmo 103.17).

Estos versículos, junto a otros más que vamos a estudiar, tratan con la tercera generación. Si la experiencia cristiana de un hombre fuera auténtica, entonces él la habría propagado tan eficazmente en los corazones de sus hijos que ellos se motivarán a hacer lo mismo con sus propios hijos. De esa manera, por medio de los hijos, el testimonio de la vida del abuelo alcanzará a las vidas de sus nietos. Por esta razón es verídico decir que la prueba de la autenticidad del cristianismo de un hombre también son sus nietos.

Estudiemos unos ejemplos de la influencia de algunos padres en la historia de la iglesia. Mi corazón ha sentido muchas veces un desafío al observar la realidad de una vida fiel en otros hombres y mujeres, y la consecuencia de esto en las vidas de su descendencia.

William y Catherine Booth1

Los hijos de tus siervos habitarán seguros, Y su descendencia será establecida delante de ti (Salmo 102.28).

El versículo citado anteriormente es una preciosa y poderosa promesa, y la familia Booth es un hermoso ejemplo de su cumplimiento. William y Catherine fueron siervos consagrados del Dios Altísimo. Ambos obtuvieron una herencia de piedad de parte de sus padres que valdría la pena estudiarla. Sin embargo, ellos mismos fueron tan excelentes ejemplos como padres que yo decidí enfocar en ellos y en sus hijos.

William fue fundador del “Ejército de Salvación”. Durante muchas décadas esta denominación fue una poderosa fuerza para la salvación de multitudes de personas. William se consagró por completo a Dios y a la salvación de las almas perdidas. ¡Oh Dios, danos más hombres tal y como él lo fue! Su esposa era de la misma clase de personas dedicadas a Dios, y se daba a sí misma continuamente como un sacrificio vivo para el reino de Dios. El Señor bendijo a ese matrimonio con ocho hijos.

Parece ser que ellos obtuvieron el perfecto equilibrio mencionado anteriormente en cuanto a edificar el reino de Dios. Voy a repetirlo: las dos metodologías para edificar la iglesia son criar los hijos para Dios y buscar a los perdidos en todas partes. No había duda en los corazones de los hijos de William y Catherine Booth en cuanto a la consagración de los padres. El ambiente del hogar fue contagioso. El buen ejemplo de su hogar se reveló con claridad y la instrucción estuvo llena de los propósitos de Dios. Todos los hijos maduraron y escogieron andar en las pisadas de sus padres… ¡cada uno de los ocho! El Señor los esparció a distintas partes del mundo como misioneros. Ellos compartían su fe en algunas de las ciudades más grandes del mundo. Buscaban a los menos beneficiados de la sociedad para salvarlos, como que lo hicieron sus padres.

Entonces esos ocho hijos tuvieron 45 hijos propios. ¿Puedes adivinar lo que hicieron estos 45 nietos de William y Catherine? Ellos observaron las vidas de sus padres completamente dedicadas al Señor y se dieron cuenta que sus padres amaban a Dios. Al ver la vida cristiana genuina en sus padres, cada uno de los 45 nietos escogió servir al Señor. Cada uno se dijo a sí mismo: “¡Voy a andar en el ejemplo de mis padres!” Todos se fueron a distintas partes del mundo a trabajar como misioneros.

Hace algunos años, yo tuve la oportunidad de charlar con una mujer del “Ejército de Salvación” mientras viajábamos a Kenya, África. Yo le compartí acerca de mi aprecio por William y Catherine Booth. Al pasar al tema acerca del hogar de ellos, ella me informó que había asistido a una escuela bíblica con algunos de los bisnietos de William y Catherine. Además, ella me dijo que esos bisnietos están sirviendo al Señor como misioneros en la actualidad.

Esto es lo que Dios quiere de nosotros: ¡pasarles a nuestros hijos un cristianismo ferviente y vivo que les motive a levantarse y entrar en acción en la obra de Dios! Luego, al nuestros hijos escuchar y ver que sus padres se mantienen firmes en el servicio a Dios, los nietos se levantan y hacen lo mismo. Y probablemente este ciclo se repita una y otra vez. Lo único que rompe este ciclo es la tibieza y el pecado en las vidas del pueblo de Dios. Ahora nosotros vamos a estudiar otro hogar.

Hudson Taylor

En la vida de Hudson Taylor se observa otro ejemplo de lo que es la herencia de la piedad. Hudson fundó la China Inland Mission (“Misión al Interior de China”). Un gran porcentaje de lo que está pasando en China hoy en día se puede trazar hasta los labores pioneras de Hudson en ese país. Hay millones de cristianos en la actual China a causa de una pareja que pasó la antorcha de la fe a sus hijos.

Sin embargo, tres generaciones de ardientes y celosos metodistas antecedieron a Hudson. Al estudiar los antepasados de este célebre misionero, yo encontré nuevamente el cumplimiento de las promesas de Dios. El bisabuelo de Hudson Taylor, James Taylor, sentó un fundamento que se mantuvo por muchas generaciones. James Taylor se convirtió el día de su boda, luego de escuchar a Juan Wesley predicar sobre los hogares piadosos. El texto de aquel mensaje fue “pero yo y mi casa serviremos a Jehová” (Josué 24.15). Allí mismo en su granero, el día de su boda, James se arrodilló y rindió su vida a Jesucristo. Por eso, ¡él llegó tarde a su propia boda, porque estaba orando para que Dios bendijese su hogar! No te recomiendo que llegues tarde a tu boda. Sin embargo, ¡no conozco mejor razón que ésa para demorarse!

Este bisabuelo llegó a convertirse en un predicador laico metodista. Él tuvo varios hijos, y todos ellos se criaron con el mismo celo que consumía a su padre. Luego, todos estos hijos tuvieron sus propios hijos, quienes de igual modo legaron a convertirse en predicadores muy fieles y capaces. ¿Puedes ver el ciclo? Es una hermosa descripción y un ejemplo digno de imitar, ¿verdad? Ahora bien, de todos esos nietos de James, uno de ellos fue el padre de Hudson.

Se necesitaría un capítulo entero para describir el hogar en que Hudson fue criado. Ese hogar es uno de los más bíblicos de los que yo haya conocido. Cuando Hudson todavía era un niño, su padre oró diariamente: “¡Oh Dios, manda misioneros a China!” En aquel entonces había muy pocos misioneros en ese lugar. A diario, el niño Hudson escuchó esas oraciones y las mismas caían como gotas de misericordia en su tierno corazón. A sus seis años de edad, Hudson se apartó a solas con Dios, y le dijo: “Dios, me presento ante ti para ir a China”. Desde aquel día en adelante, el corazón de él se consagró para la obra de Dios entre los inconversos de China.

La historia de Hudson no termina con su muerte. Las generaciones de predicadores siguen hasta la generación actual. Ya hay nueve generaciones de predicadores en la genealogía Taylor. En la actualidad, uno de estos predicadores es misionero en Tailandia. ¡Nueve generaciones de predicadores! ¡Es un ejemplo maravilloso de una herencia piadosa! Que Dios nos encienda con la misma clase de visión y nos dé la fuerza para criar una generación de soldados para Cristo. ¡Qué potencialidad cruza nuestro umbral todos los días! Dios no hace acepción de personas. Los ejemplos citados arriba no fueron hombres especiales en sí mismos que Dios escogió para bendecir más abundantemente de lo que lo hacía en los demás. Sino que ellos fueron hombres ordinarios y comunes que obedecieron a Dios, creyeron a sus promesas y recibieron el fruto de su obediencia.

¡Oh, Dios... danos una visión!

Una que nos consuma,
Que nos motive,
Que cambie nuestras prioridades,
Que nos aparte cuando estemos demasiados ocupados y
Que el mundo no pueda oscurecer en nuestra vida.

Jonathan Edwards

Antes de seguir adelante con este estudio, enfoquémonos en una historia más sobre la herencia piadosa. Dios usó a Jonathan Edwards hace 250 años atrás para traer el avivamiento a la parte oriental de los EE.UU. Jonathan y Sara, su esposa, se comprometieron al Señor. La herencia cristiana de ellos se puede trazar en sus antecesores durante tres generaciones. Ellos comenzaron su matrimonio, sentando un firme cimiento y una visión de un hogar lleno de hijos fieles. Dios les dio once hijos y ellos se los devolvieron al Señor.

Al estudiar las vidas de Jonathan y Sara se nota patentemente que fueron ungidos por el Espíritu Santo. El fruto de esa unción se manifestó tanto en su hogar como en los demás aspectos de sus vidas. El orden en el hogar y el carácter de los hijos fueron tan notables que muchas personas los imitaron. Tales fueron sus atributos que el célebre predicador inglés George Whitefield, al conocerlos, cambió su actitud negativa con respecto al matrimonio. Y el notable guerrero de la oración y misionero David Brainerd planeaba casarse con una de las hijas de Jonathan, pero la pulmonía mató a David antes que la boda se realizara. La descendencia de los Edwards es maravillosa y es también un poderoso ejemplo de una herencia de múltiples generaciones piadosas.

Cinco generaciones de luz

Hace algún tiempo, en el estado de Nueva York, se realizó un estudio de la descendencia (hasta cinco generaciones) de Jonathan y Sara. Los números exactos no se saben, pero las estadísticas reportadas a continuación nos dan a entender la influencia que tuvo ese matrimonio. De cinco generaciones de descendientes de Jonathan se pudieron contar 729 hombres. De estos 729 hombres por lo menos 200 de ellos llegaron a convertirse en predicadores y 65 fueron maestros en varias escuelas bíblicas. Trece de los descendientes fueron presidentes de universidad y sesenta fueron autores. Muchos de ellos trabajaron en el servicio público, contando así a más de cien que ejercieron el derecho o fueron elegidos como jueces. Además, 60 de estos hombres se titularon como doctores y hubieron unos cuantos que fueron elegidos senadores y gobernadores de algunos estados de los EE.UU. Y hasta uno de los descendientes de Jonathan y Sara logró convertirse en vicepresidente de los EE.UU. Todos estos hombres fueron descendientes de una sola pareja que se consagró a criar a sus hijos para Dios.

Cinco generaciones de oscuridad

En el estado de Nueva York igualmente se hizo otro estudio en cuanto a una descendencia impía. Vale la pena fijarnos en este estudio, ya que el mismo demuestra lo que sucede cuando nos negamos a realizar nuestras responsabilidades. Max Juke y su hermano se casaron con dos hermanas. Ellos no fueron cristianos y rechazaron las enseñanzas de la Biblia. Más bien, ellos optaron vivir egoístamente y escoger su propio camino.

Dentro de las cinco generaciones descendientes de ellos sumaron 1.026 personas, incluyendo a las mujeres. De estos descendientes, 300 murieron antes de tiempo a causa de haber llevado una vida dura. 140 de ellos fueron encarcelados en un promedio de trece años cada uno y 190 mujeres de su descendencia fueron prostitutas. Además, alrededor de cien de los descendientes de estos dos hermanos fueron alcohólicos. Según los datos del estado de Nueva York (y esto para el año 1900, cuando el dólar tenía mucho más valor), el costo de cuidar a tantas personas descarriadas costó $1.200.000,00. ¡Cuán diferente al primer grupo estudiado! De cierto, “la justicia engrandece a la nación; mas el pecado es afrenta de las naciones” (Proverbios 14.34).

6 x 6 x 6 x 6 x 6 = más de 7.000

¿Me permites compartir contigo un ejercicio de estadística? Hace tiempo, mientras les impartía las clases a mis hijos (les enseñamos en el hogar, no en las escuelas públicas), ellos y yo tuvimos una charla acerca de la bendición que son los hijos en el hogar. Alguien propuso que calculásemos la cantidad de descendientes que una pareja pudiese tener, si todos tuvieran familias grandes. Ese ejercicio resultó ser interesante, y a mis hijos les encantaban hacer los cálculos.

Hicimos dos marcas en la pizarra, una de las cuales representa al padre y la otra a la madre. Luego, debajo de estas marcas, nosotros hicimos seis marcas más, diciendo: “Estas marcas son los seis hijos de esa familia”. Para ser realistas, nosotros escogimos el número seis para cada generación de descendientes, aunque tal vez algunas familias llegan a ser más grandes. Pasando a la generación siguiente, anotamos seis marcas para cada persona en la segunda generación, sumando así 36. Seguimos así de esa manera hasta llegar a cinco generaciones, sumando a todas las personas e incluyendo a las parejas de cada uno. ¡La suma dio más de 7.000 personas! Al observar todo esto, mis hijos y yo nos quedamos en silencio por un rato, dándonos cuenta de la gran cantidad de posibilidades de una sola pareja.

Bueno, quizá para ti este cálculo no sea nada importante. Sé que esto es sólo una estadística y a veces una estadística no se convierte en una realidad. Sin embargo, esos números a mí me impactan tremendamente.

Voy a informarte a quien más le impactan estos números: a Satanás. Él sabe muy bien que existe una realidad en estas estadísticas. Él sabe además que si logra descarriar al padre y a la madre que encabezan a los descendientes, entonces los siguientes serán muchos más fáciles de cazar. Para mí, los estudios realizados por el estado de Nueva York demuestran claramente la posibilidad de tal ocurrencia.

Por otro lado, Dios también conoce esas estadísticas y los tremendos efectos que cinco generaciones fieles pueden traer al mundo que nos rodea. Dios sabe que si a él se le permite ganar los corazones de algunos padres y se le permitiera cambiarlos a un rumbo correcto, entonces esto pudiera surtir efecto en muchas generaciones para que lleguen a su reino. Entiendo que todo lo que aquí expongo es hipotético. Lo comparto solamente para ilustrar la potencialidad que ustedes, como padres y madres, tienen para con sus hijos. Si quieres ser más realistas, tú puedes reducir la suma de las cinco generaciones hasta la mitad. Ahora bien, aunque ya solamente sumen 3.500 almas eternas en tal descendencia, ¡es de todos modos una tremenda influencia la que una sola pareja puede realizar!

La obra del ministerio

¿Puedes ver las posibilidades que tenemos como padres en este ministerio? Muchas personas están buscando oportunidades para ministrar; aquí tenemos uno de los ministerios de más largo alcance que se puedan tener. Dios está llamándonos a nosotros los padres para que cumplamos nuestras responsabilidades, pero te es preciso ser un cristiano genuino de 24 horas al día y de 7 días a la semana. Tienes que ser auténtico en el hogar; alguien que camina con Dios, con un fuego ardiente en tu interior… ¡en tu hogar! Si tú estás listo para ser pulido acerca de la crianza de tus hijos y estás también listo para poner en práctica los principios de la Palabra de Dios en tu hogar, entonces Dios puede hacer contigo una realidad de lo que se describe en los capítulos anteriores. Él no hace acepción de personas. ¡Puedes tener un ministerio que alcance más allá de lo que te hayas imaginado posible! Tal vez algunos de los que lean este libro lo duden, pero debemos creer lo que dice la Biblia porque ella está colmada de versículos que concuerdan con lo que he escrito hasta aquí. Sin una visión, el pueblo se desenfrena; pero con ella, la obra de Dios prospera hasta la tercera y la cuarta generación.

Oración

¡Oh Dios! Con nuestros oídos hemos oído, nuestros padres nos han contado de la obra que hiciste en sus días, en los tiempos antiguos. Bien, por favor, cúmplanse tus promesas en nuestros días, Señor. La verdad ha tropezado en la calle y en nuestras familias también. ¡Ten piedad de nosotros! Amén.