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La búsqueda de una descendencia para Dios

© 2004 por Denny Kenaston

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CAPÍTULO 32

Los jóvenes: ungidos discípulos del Señor

Y en los postreros días, dice Dios,
Derramaré de mi Espíritu sobre toda carne,
Y vuestros hijos y vuestras hijas profetizarán;
Vuestros jóvenes verán visiones,
Y vuestros ancianos soñarán sueños;
Y de cierto sobre mis siervos y sobre mis siervas en aquellos días
Derramaré de mi Espíritu, y profetizarán. (…)
Porque para vosotros es la promesa, y para vuestros hijos, y para todos los que están lejos; para cuantos el Señor nuestro Dios llamare.
(Hechos 2.17–18, 39)

Como padres que somos, al leer los versículos anteriores, de seguro que cada uno de nosotros nos podemos situar en distintas etapas en cuanto a la crianza de nuestros propios hijos. Quizá algunos de ustedes ni siquiera tienen un bebé en sus brazos. Otros ya comenzaron la formación de sus familias y de hecho han comenzado a soñar acerca del futuro de los hijos. Y a lo mejor muchos se encuentran a plena mitad de la tarea en cuanto a la crianza de los hijos y es así que tal vez puedan estar un poco abrumados por las circunstancias, preguntándose acerca de cuál será el resultado de sus esfuerzos. A pesar de todo, los versículos de la cita bíblica del inicio son para ti, sin importar en qué punto de la crianza de tus hijos te encuentras. Estos versículos bíblicos contienen hermosas promesas eternas que también beneficiaron mucho a los santos de la antigüedad. Y desde este mismo momento, yo deseo que sepas que estas promesas también fueron escritas para ti y para tu descendencia.

Ahora yo deseo que te enfoques en el futuro que deseas para tus hijos. Por ejemplo, imagínate a tus hijos en cualquier parte del mundo. Están sirviendo a Dios. Se han convertido en jóvenes de unos veinte años de edad. Medita en cómo se desarrollan sus vidas al cada uno de ellos estar rebosando de gozo por su andar diario en el Espíritu Santo. Trata de visualizar cómo ellos abren su boca con denuedo, proclamando con la unción del Espíritu Santo de Dios la voluntad de Dios para con el género humano. Yo te aseguro que si tu descendencia actúa como se ha descrito anteriormente, entonces la misma será “conocida entre las naciones (…); todos los que los vieren, reconocerán que son linaje bendito de Jehová” (Isaías 61.9). Esto quiere decir que si el testimonio de tus hijos llega a ser como se ha descrito en este párrafo entonces todos podrán ver que la bendición de Dios descansa sobre tu descendencia.

Ahora bien, mis amados lectores, ninguno de nosotros debe nunca olvidar que Dios es Dios y que él “llama las cosas que no son, como si fuesen” (Romanos 4.17). Dios tiene poder para mirar al futuro y ver a tu descendencia de la forma que será. Es la voluntad de Dios que tu descendencia viva con la unción del Espíritu Santo para que lleguen a ser testigos fieles de su poder y que así puedan ser instrumentos del Altísimo para cambiar las vidas de las personas.

Una visión así debe estar en nuestros corazones permanentemente mientras invertimos tiempo y energías en la crianza de nuestros hijos. No obstante, llega el tiempo cuando tenemos que entrar en acción si queremos que se cumpla la visión de tener jóvenes ungidos. Hasta aquí hemos visualizado el poder que tiene Dios y los efectos de su poder en las vidas de nuestros hijos. De esta manera es que nosotros llegamos a considerar con mucha más importancia la gran bendición que será sacrificarnos por preservar a cada uno de nuestros hijos de la maldad del pecado para así poder guiarlos por la senda de la justicia de Dios.

En este capítulo, yo deseo que estudiemos un poco acerca del proceso de madurez que ocurre en la vida de los jóvenes. En particular, yo deseo enfocarme en las cosas que suceden en sus vidas desde el momento cuando ellos declaran: “Yo deseo entregarle mi vida al Señor”. Estudiaremos estos detalles y luego proseguiremos hasta que nuestra descendencia ha alcanzado lo que visualizamos anteriormente: jóvenes que son motivo de gozo y de consuelo para el corazón de sus padres.

Los jóvenes que han sido ungidos por medio del Espíritu de Dios se convierten en una gran bendición para cualquier hogar. De igual modo, los jóvenes que están aprendiendo a caminar con Dios bendicen a las demás personas de la familia. ¡Esto debe ser una meta en el corazón de cada padre y madre! Yo les aseguro que vale la pena luchar para lograr alcanzarla. Yo recuerdo la primera vez que me di cuenta acerca del nuevo nivel de espiritualidad que se había alcanzado en nuestro hogar por nuestros hijos jóvenes. Para ese tiempo, mis hijos mayores ya estaban en medio de la edad del desarrollo corporal y entraban en la etapa de convertirse en unos discípulos dedicados en la obra del Señor. Lo cierto es que el fuego del avivamiento estaba ardiendo en sus almas. ¡Qué cambio tan bello experimentó nuestro hogar! De repente, nuestros cultos familiares y nuestros tiempos de charlas especiales los domingos por la tarde llegaron a convertirse en horas de avivamientos. Se puede decir que esto fue como las primicias de una cosecha más grande que estaría por venir. Esto era la realidad del sueño descrito en los párrafos anteriores. ¡Gloria a Dios! Al notar la gran bendición que todo esto trajo sobre nuestro hogar, Jackie y yo nos animamos a buscar tener lo mismo para con cada uno del resto de nuestros hijos. ¡Valía la pena, pues hemos visto resultados positivos!

Amados padres, la etapa de la juventud es un tiempo crucial en la vida de tu hijo. Muchos padres actúan como si tuvieren miopía cuando se trata de esta etapa tan importante. Algunos piensan que ya que su hijo se convirtió en un cristiano entonces sus responsabilidades como padres han cesado. ¡Esto aquí es un gran error! Yo he tenido muchas sesiones de consejería con muchos jóvenes que se han descarriado luego de haberse convertido, ya que sus padres dejaron de “cuidarlos”. En muchos de estos casos y con el pasar de los años estos jóvenes llegaron a estar tan confundidos que hasta han dudado de lo que tuvieron por experiencia en épocas anteriores. En este capítulo, yo deseo abarcar una buena parte del proceso de la crianza de los jóvenes espirituales, los que se han convertido en verdaderos ejemplos de lo que significa ser un discípulo ungido del Señor Jesucristo.

Forma un discípulo

Jesús les dijo a sus discípulos que fueran e hicieran a otros sus discípulos de la misma manera que él lo había hecho con cada uno de ellos. Por esa razón es que nos corresponde a nosotros hacer discípulos para el Señor Jesucristo. Nosotros como padres debemos tener para con nuestro hijo recién convertido la misma actitud que tenemos para con un mundano que acaba de convertirse y que recientemente empieza a asistir a la iglesia. En nuestra congregación nos encantamos mucho con las personas del mundo que se convierten en cristianos y les protegemos de cualquier cosa. A ellos les preguntamos cómo les va, les recordamos que estamos orando por ellos, les hablamos con paciencia, y hasta les hacemos saber que tienen un lugar especial en nuestros corazones. ¿Por qué los tratamos de este modo? Porque son bebés en Cristo y sabemos que ellos necesitan de algún tiempo para establecerse en la fe.

Esto es lo mismo que debe suceder con nuestros propios hijos cuando se convierten en cristianos. ¡No debemos desatenderlos! Y es preciso que nosotros los padres nos armemos “del mismo pensamiento” (1 Pedro 4.1) con relación a nuestros propios hijos. De hecho, la labor de discipulado de nuestros hijos debe ser una prioridad durante los años posteriores a su conversión. Y esto debe continuar hasta que se haga patente que ellos ya andan por sí solos en la gracia de Dios.

Te es necesario ser espiritual

Una persona espiritual es aquella que ha aprendido a caminar con Dios. No podemos discipular a otra persona hasta que nosotros primero hayamos sido discípulos. Tú no debes “sentarte en la banca de atrás” y dejar que el pastor instruya a tus hijos que ya se hayan convertido. Tú debes buscar a Dios diligentemente. Como ya lo he expuesto antes, yo sé que muchos padres se niegan a desempeñar esta responsabilidad y mandamiento de Dios. Tal parece que ellos se niegan a hacerlo debido a que no hubo tal clase de discipulado en sus propias vidas. ¡Qué condición tan miserable es tener a un hijo que se ha entregado al Señor, y no instruirle! Pablo le dijo a Timoteo: “El labrador, para participar de los frutos, debe trabajar primero” (2 Timoteo 2.6). Nosotros podemos conducir a nuestro hijo en la vida espiritual tan sólo hasta la medida que nosotros mismos hayamos alcanzado en Cristo.

Muy bien, ahora tal vez te preguntes: ¿Hasta cuándo el hermano Denny va a seguir insistiendo en estas cosas? Realmente no es que yo desee comportarme como un impertinente, pero no dejo de hacerte ver que estamos tratando temas de muchísima importancia. Lo cierto es que yo he visto ya muchas lágrimas en los rostros de varios jóvenes, quienes en un tiempo comenzaron bien su vida en la fe, pero que después cayeron en muchos y penosos pecados. La mayoría de ellos tendrán que llevar por el resto de sus vidas las cicatrices de los pecados cometidos.

Amados padres, ¡es imprescindible que seamos espirituales! Aunque sé que he invertido bastante tiempo, hojas y tinta tratando de convencerles acerca de este asunto tan importante, yo lo hago nuevamente por el bien de tus hijos. Y en este capítulo les hago más énfasis, ya que se trata de los jóvenes. Si tú tienes un hijo joven que se ha entregado al Señor, ya es tiempo que tomes muy en serio tu búsqueda de Dios. Pablo exhortó a Timoteo con estas palabras: “Sé ejemplo de los creyentes en palabra, conducta, amor, espíritu, fe y pureza” (1 Timoteo 4.12). ¡Démonos cuenta de esto!

Jóvenes maduros

Es necesario que cada padre se dé cuenta que si tiene hijos jóvenes es porque ya han dejado de ser niños. Yo sé que esto es algo que simplemente podemos ver con nuestros ojos, pero muchas veces no nos damos cuenta al relacionarnos con ellos. Me gusta utilizar la frase “jóvenes adultos” para referirme a los jóvenes que van llegando a cierta madurez. Esta frase me ayuda a recordar que yo debo tratar a mis hijos en un nivel de madurez superior al que se trata a los hijos más pequeños. Además, yo pienso que es bueno que sepas que si tienes hijos jóvenes que ya se han entregado al Señor entonces ahora tu hijo es también tu hermano o tu hermana en Cristo Jesús. Por supuesto, esto requiere un cambio en la forma de relacionarte con tu hijo. No olvides que ahora ellos se dan cuenta de tus faltas. Esto requiere que te pongas a cuenta con tu hijo para no serle una piedra de tropiezo en su vida cristiana. Las faltas de parte de un padre son dañinas en cualquier etapa de la vida de los hijos, pero el niño pequeño no se da cuenta de tus errores. No obstante, sí lo hace cuando ya ha alcanzado cierta madurez en su carácter. Y es imprescindible que los padres arreglemos cuentas con nuestros hijos a causa de nuestros comportamientos errados.

En capítulos anteriores, yo compartí con ustedes algunos de los fracasos que Jackie y yo tuvimos en algunas de las áreas de la crianza de nuestros hijos. Nunca olvido que en cierta ocasión les dimos la oportunidad a nuestros hijos para que nos compartieran su opinión acerca de nosotros. Recuerdo que una de las quejas fue que los ofendíamos al tratarlos como si todavía fueran unos pequeñitos. Nosotros tuvimos que aprender que ya no podíamos mandarles a hacer algo tal y como se manda a un pequeñito. Jackie y yo aprendimos que ellos ya pensaban por sí mismos y en ocasiones lo hacían de una forma muy distinta a la nuestra. Es correcto y muy sabio permitir que los jóvenes nos cuestionen la razón de ser de un mandato. Por supuesto, nuestra misión está en enseñarles cómo hacer esto de una forma amable y respetuosa. Debido a eso, nosotros cambiamos nuestro modo de expresarles nuestras órdenes; pasamos de unas cuantas palabras a una conversación que incluyera una explicación. A pesar de todo, no pudimos hacer de golpe los ajustes con respecto a nuestro modo de pensar. Nosotros tuvimos que decirles en varias ocasiones: “Lo sentimos mucho, estábamos en error. Por favor, perdónennos.”

Ayúdales a mantener limpia su conciencia

Es parte de nuestra responsabilidad como padres enseñarles a nuestros hijos a caminar con Dios diariamente y a que reconozcan que ha sido el Señor quien les ha salvado de sus pecados y les ha lavado con su propia sangre. El propósito de la salvación incluye restaurar la relación con Dios que fue rota a causa del pecado. Es por eso que la salvación de nuestros hijos es de una prioridad singular y uno de los aspectos más importantes del discipulado cristiano. Un discípulo verdadero debe convertirse literal y personalmente en un seguidor de Jesucristo. Y, como padres de un hijo que recientemente se ha convertido en cristiano, nos corresponde cultivar esa nueva relación.

Nuestro hijo Joshua hace poco tiempo que experimentó el nuevo nacimiento. ¡Qué gran alegría fue aquella experiencia para toda la familia! Ahora sabíamos que su corazón había sido limpiado y cambiado por medio de la sangre del Señor Jesucristo. No obstante, no mucho tiempo después de aquella experiencia tan hermosa, él pecó. Yo sabía que su conciencia le estaba molestando y fue por eso que decidí tener una conversación a solas con mi hijo. Aquí aproveché y le di la lección acerca de cómo mantener limpia su conciencia. Además, yo le expliqué que de ahora en adelante él mismo tendría la responsabilidad de mantener limpia su conciencia ante Dios y ante los hombres. Bueno, lo cierto fue que durante la primera semana después de su conversión, él estaba lleno de gozo. Sin embargo, luego de ese pecado cometido su conciencia quedó nublada y el gozo se le fue. Él no sabía qué hacer para ser restaurado, pero me aseguré de instruirle con todo amor y paciencia. Entonces después de haber conversado con él por un buen rato, los dos nos arrodillamos y él se arrepintió de su pecado. ¡Qué paz y alegría se reflejaban en su rostro después de haber orado! Ya ha pasado algo de tiempo después de aquella experiencia y recuerdo que en varias ocasiones me acerqué a mi hijo para cerciorarme que ahora él sabía cómo mantener su conciencia limpia para con Dios y los hombres en su diario caminar en el Señor.

La nueva relación que ahora gozamos los dos es maravillosamente encantadora. Mi hijo se ha convertido en todo un hombre de Dios que a pesar de llevar tan poco tiempo en la fe cristiana, se ha determinado caminar en las bendiciones de Dios. Yo le doy gracias a Dios por haberme dado un hijo así y por ayudarme a enseñarle a ese hijo el camino de Dios. Es Dios quien me ha ayudado a mostrarle a mi hijo que sí se puede caminar con el Señor con una buena conciencia. Y a menudo mi hijo se me acerca para pedirme algún consejo en cuanto a las cosas que suceden dentro de su corazón y que él mismo puede ver por medio de sus pensamientos y deseos más íntimos. ¡Qué gran bendición! Bueno, ahora ya no soy quién lo corrige cuando yerra, pero sí soy un instrumento de Dios para alentar su fe y recordarle el gozo que hay en la vida con Dios. Todo esto ha producido un nuevo nivel de amistad entre nosotros… ¡más alto que nunca!

Ayúdales a dedicar tiempo a la lectura
de la Biblia

En este punto nosotros somos bastante prontos para ayudarles a los recién convertidos que se acercan a la fe cristiana en nuestra congregación. Nosotros reconocemos que si ellos dedican suficiente tiempo a la lectura y el estudio de la Palabra de Dios, y también a la oración, entonces crecerán o madurarán en la fe. ¡Y deseamos de todo corazón que maduren en la fe! Siempre nos preocupamos por conocer cómo anda esta área en la vida de nuestros hermanos en la fe porque comprendemos que es de suma importancia para el bienestar de la congregación.

Y sugiero que algo así sea una práctica en tu relación para con tus hijos recién convertidos a la fe cristiana. Yo sé positivamente que estoy repitiendo lo mismo una y otra vez, pero no dejo de pensar que cada hijo necesita de padres que le ayuden a afirmarse en las cosas espirituales. Si tus hijos no tienen suficiente tiempo para buscar a Dios a diario entonces es hora que les ayudes a hacer los respectivos ajustes en sus estilos de vida. De hecho, muchas veces ellos esperan que tú hagas algo parecido. La verdad es que muchas veces ellos desean que tú les ayudes a levantarse más temprano y hasta que les preguntes cómo anda el estudio de la Biblia y el tiempo de oración.

A menudo por las mañanas, yo me dedico a ir por las habitaciones de mis hijos para ver cómo andan todos mis corderitos. Entonces les pregunto acerca de qué están recibiendo de Dios por medio del estudio de la Biblia y cómo les ha ido en su tiempo de oración personal. Pues, como mis hijos saben que hago esto regularmente, ninguno de ellos se siente presionado o se inquieta a causa de mis preguntas. En realidad, ellos desean que yo siempre lo haga. Yo reconozco que al mantener este tipo de contacto personal con mis hijos en cierta forma puedo visualizar constantemente su caminar con Dios. ¡Qué gran gozo es para mí poder observar de primera mano el crecimiento espiritual de mis hijos y escuchar de sus propios labios su deseo de conocer más de Dios!

Tiempos de charla y contabilidad

Para la gran mayoría del género humano le es una necesidad expresarse por medio de la comunicación verbal. Y yo estoy convencido que para los jóvenes es mucho más que una necesidad. Mantener una comunicación abierta con los jóvenes es lo que permite muchas veces que se abran los canales que ayudan a su dirección e instrucción en el progreso espiritual. En muchas ocasiones este tipo de comunicación debe ser con toda seriedad y en otras se hace necesario un poco de informalidad tal y como se experimenta en las conversaciones familiares. Esto no significa que todas las relaciones de intercambio sean “pesadas”; el humor natural y familiar puede proveer un tiempo especial para compartir lo que pasa en el corazón de cada uno. Por ejemplo, a veces en nuestro hogar los domingos por la noche compartimos de esta forma mientras comemos palomitas de maíz. Además, nosotros aprovechamos este tiempo para conversar acerca del sermón predicado en la iglesia y exponemos de forma voluntaria la manera que el mensaje nos habló a nuestros corazones.

Bueno, tú no tienes que seguir este método. El punto importante es que como padre seas capaz de conocer las preferencias de tu hijo joven. La juventud es un tiempo en el cual los jóvenes buscan y adquieren sus convicciones personales. Y por lo general, ellos debatirán estos asuntos con alguien. Es por eso que se aconseja que lo mejor sea que este “alguien” sea su padre y su madre.

Esta doble vía en la comunicación entre los padres y los hijos abre el camino perfecto para que los jóvenes expongan sus puntos de vistas, sus necesidades y sus aspiraciones. Y si las relaciones entre los padres y los hijos son sanas entonces esos momentos de charlas y de dar cuentas se convierten en un tiempo especial que afirma el amor y la confianza entre ellos. Por lo general, los hijos que se crían en este tipo de ambiente perciben este tiempo como una forma de los padres proteger a sus hijos, y lo reciben con mucho amor.

Otro ejemplo que puedo sugerir es que si tu hijo joven asiste a una “reunión de jóvenes” celebrada en la congregación entonces tú debes ser capaz de sentirte con toda libertad de preguntarle cómo le fue en la misma y de qué charlaron. Por otra parte, tú debes aprender a convertirte en tal amigo de tu hijo que no haya ningún inconveniente al preguntarle acerca de cómo anda moralmente. Tu discernimiento debe ser tal que sepas reconocer si tu hijo te esconde algo. El intercambio que debe existir entre tú y tu hijo debe ser libre de pretensiones para que así tú lo puedas ayudar mejor en las luchas diarias que vienen con la juventud.

Yo he visto a docenas de jóvenes que han ganado la batalla de la pureza moral al haber mantenido una buena relación con sus padres y sus padres con ellos en cuanto a ponerse a cuentas con toda honestidad. Se puede decir que no existe nada que estorbe tanto su crecimiento espiritual que estas batallas morales. Si por medio de la honestidad y su deseo de mantenerse limpio en el camino de Dios, además de la ayuda de los padres y de los hermanos en la fe, el joven es capaz de obtener la victoria en este asunto, entonces es muy seguro que Dios le use en su reino desde su juventud.

La bendición de estar bajo una
autoridad humana

Yo estoy en el ministerio de la predicación de la Palabra de Dios desde mi juventud y confieso que estoy envejeciéndome en el mismo. He conocido acerca de las vidas de muchos jóvenes durante los últimos 25 años. Yo me he dado cuenta que los jóvenes que han prosperado de forma maravillosa fueron aquellos que se pusieron bajo alguna autoridad que también les ayudó a crecer en el Señor.

Por favor, te ruego que medites en lo que trato de explicar. Los padres conocen a sus propios hijos mejor que cualquier otra persona. Además, los padres tienen más amor natural hacia sus hijos que cualquier otra persona. ¡Bendito es el joven que tiene padres que lo guardan y lo guían durante esos años de formación!

Uno de los capítulos anteriores se basó en la autoridad, pero desde la perspectiva de los niños. Es obvio que si manejas bien el asunto de la autoridad durante la niñez de tus hijos entonces vas a enfrentar menos problemas al discipular a esos mismos hijos ya hechos jóvenes. Los principios sobre la autoridad no cambian. Y el principio a recordar es que el más maduro y sabio guía a los más jóvenes. Si el joven inexperto aprende a someterse a esta autoridad que le ha sido puesta para ayudarle en su camino entonces recibirá mucho provecho en la vida. Es importante reconocer que este tipo de autoridad debe ser calmada y tierna. Al tratar con los jóvenes, el tema de la autoridad se hace prioritario ya que ellos están comenzando a cuestionar los asuntos de la vida y a formular sus propias conclusiones. Por esto es que se hace vital que como padre ya hayas sabido establecer tu autoridad con el amor y la firmeza que Dios te ha concedido. No es recomendable que surjan argumentos innecesarios que por su naturaleza destruyan la relación, las contenciones poco edificantes que hagan elevar el tono de la voz de alguna de las partes ni las palabras o las acciones que cierren cualquier canal de comunicación con tu hijo joven. Estas cosas siempre son contraproducentes. Es muy probable que si tu hijo no aprendió a rendirte su voluntad durante la niñez entonces cuando sea joven no estará de acuerdo con tu opinión o tus acciones. Por favor, si surgen tales situaciones entonces es muy importante y hasta necesario que te comportes de forma calmada, pero firme. “En quietud y en confianza será vuestra fortaleza” (Isaías 30.15).

Yo deseo que sepas que en ocasiones a los jóvenes se les tiene que decir “no”. Y es tu responsabilidad hacerlo. Ellos necesitan supervisión mientras aprenden a vivir la realidad de la vida. Esto también quiere decir que cuando haya suficiente señales en cuanto a la templanza y la madurez en los jóvenes entonces es que podemos menguar un poco y permitirles que ellos comiencen a tomar sus propias decisiones. Pero mientras ellos no caminen sabiamente entonces se requerirá de las restricciones y la orientación de autoridad de parte de los padres.

Ninguno de nosotros debemos olvidar que la meta es ser un instrumento de Dios para ayudar a formar a un joven que vaya por la vida, venciendo todos los obstáculos y caminando de forma constante con Dios. Desde el momento que tu hijo llegue a este punto entonces todo cambiará para su bien, el bien de la familia, de la iglesia y de la sociedad. Yo recuerdo la época cuando nuestro hijo Daniel llegó a este punto. En aquel entonces, él tenía 19 años de edad y había estado en África durante seis meses. Dios le había concedido experimentar unos momentos preciosos mientras estuvo en ese lugar, además de padecer hepatitis durante seis semanas en las cuales casi no pudo comer nada. En medio de todo esto, Dios lo trajo al punto de la entrega total.

Al él volver a nuestro hogar y desde su primer día con nosotros tuvimos la oportunidad de darnos cuenta del cambio efectuado en su vida. Anteriormente, él siempre había sido un “buen hijo”, pero ahora se notaba cierta humildad y sumisión hacia Dios y para con nosotros sus padres. En otras palabras, ahora todo era distinto y mucho mejor. Yo todavía recuerdo cómo mi corazón se acercó mucho más al corazón de mi hijo Daniel. Además, yo me di cuenta que él ahora andaba de acuerdo a la dirección personal que recibía en su corazón de parte del Espíritu Santo. Así fue como sentí en mi corazón que mi hijo ya no necesita de mi autoridad. Sin embargo, al mismo tiempo, él pensaba de la siguiente manera: Yo deseo estar bajo la autoridad de mis padres en todo lo que hago. ¡Qué balance tan perfecto! A partir de aquel momento, nosotros no tuvimos jamás algún conflicto durante el resto del tiempo que él vivió en nuestro hogar. Y hoy confieso que en parte ha sido este tipo de sumisión voluntaria la que lo ha ayudado a formar un buen cimiento para su propio hogar.

Amigos piadosos

En la actualidad se escucha mucho acerca de “la presión de los iguales” o “la presión de los amigos”. Este tipo de “presión” hace que surja una gran preocupación en los corazones de los padres y hasta de los pastores en el caso que sea el tipo de presión que trae una influencia negativa. Sin embargo, yo sé que existe una “presión de los iguales” que puede ser buena en gran manera. Cuando me refiero a este tipo de “presión de los iguales” lo que quiero decir es la presión que hacen los amigos íntimos, aquellos que también aman al Señor y que pueden influenciar piadosa y positivamente en otras personas. Este aspecto es muy importante cuando se trata de la búsqueda de discípulos para Jesucristo. Me imagino que para algunos de ustedes se les hace difícil saber cómo poner por obra esto ya que residen en comunidades donde en realidad no hay buenos compañeros para sus hijos. Por tanto, les animo a que ustedes mismos se conviertan en los mejores amigos de sus propios hijos hasta que el Señor le provea a alguien más. Yo reconozco que es bueno que los hijos tengan otros amigos aparte de sus padres. Lo cierto es que los amigos piadosos que animan a los jóvenes a andar en el camino de la santidad son un complemento de la amistad que los padres también les brindan.

¡Es una gran bendición cuando lo que dicen y hacen los amigos más íntimos de los jóvenes concuerda con lo que dicen y hacen sus padres! Jackie y yo nos hemos dado a la tarea de buscar jóvenes más maduros que nuestros hijos para que sean sus compañeros. Por ejemplo, cuando nuestra hija Rebekah cumplió los 16 años de edad, ella tenía una amiga cristiana de 19 años de edad. Esta gran amiga de nuestra hija Rebekah fue de gran ayuda para ella mientras atravesaba el “tempestuoso” tiempo de la juventud.

Dios, en su infinita sabiduría, ha provisto este tipo de amistad y mucho más por medio de su iglesia. Es su voluntad que nosotros tengamos compañerismo cristiano para edificación nuestra y de nuestras familias. “Dios hace habitar en familia a los desamparados” (Salmo 68.6). Les animo a que busquen la ayuda y la orientación necesaria para sus familias. Mientras los hijos son todavía pequeños se hace fácil quedarse en casa sin congregarse en alguna congregación, pues en algunas comunidades no existe una iglesia bíblica. No obstante, cuando los hijos se convierten en jóvenes ya se hace necesario que la familia se congregue en una iglesia bíblica de manera que pueda recibir el alimento espiritual. Al no hacerlo entonces se priva a los jóvenes del compañerismo cristiano y se les hace mucho más difícil a los padres preservar la unidad familiar al igual que la espiritualidad del hogar.

Pues bien, es la voluntad de Dios que seamos responsables de buscar una iglesia bíblica que ame al Señor de todo corazón. Es bíblico separarse del mundo en las áreas que nos encomienda el Señor, pero es mucho mejor hacerlo al lado de otras familias cristianas que han aprendido a negarse a sí mismas y que ahora son parte de una iglesia bíblica. Me duele el corazón al pensar que algunos de ustedes han tenido que salir a buscar una iglesia bíblica bien lejos de sus comunidades ya que no han sido capaces de encontrar alguna a su alrededor. He conocido de familias que han visitado alrededor de unas veinte iglesias sin hallar una que sea bíblica. Por esa razón, algunos de estos hermanos llevan a cabo los servicios cristianos en sus propios hogares y en la mayoría de los casos nadie más les visita.

No deseo juzgar a nadie en este asunto. No obstante, les animo a todos a seguir en su búsqueda, aunque esto requiera un traslado hacia otra parte del país. Y en cuanto a esto deseo comunicarles que no soy yo solo quien tiene esta preocupación. Por ejemplo, yo recibo muchas revistas cristianas que vienen de parte de varias denominaciones. La mayoría de los líderes de cada una de estas denominaciones están bastante entristecidos debido a la apostasía que hay por todos lados. Y esta apostasía se hace manifiesta dentro de las iglesias “evangélicas”. Amados hermanos y hermanas, nosotros necesitamos un gran avivamiento. Yo ruego a Dios que él le conceda a cada padre de familia la sabiduría para guiar a su familia en esta realidad actual difícil que se está viviendo en nuestros días.

Ayúdalos a entrar en la obra de Dios

Nuestros hijos jóvenes que ya se han entregado a Dios y que también experimentan la realidad del Espíritu de Dios en sus vidas necesitan encontrar la salida que hace fluir los ríos de aguas vivas que están dentro de ellos. Aquí estamos en presencia de un importante principio neo-testamentario y un punto clave para establecerlos en la fe. ¡Es imprescindible que los hijos que se han convertido “entren en las aguas” del servicio a Dios! Yo sé que somos salvos por la fe, pero fuimos salvados para que sirvamos a Dios en su reino al servir a la humanidad a nuestro alrededor.

La realidad de la experiencia cristiana se manifiesta de varias maneras, pero el aspecto del servicio a otros es uno de los más importantes de esta experiencia cristiana. Los hijos que ya se han convertido en cristianos necesitan experimentar el gozo bendito de ser un canal por el cual puede fluir la gracia de Dios. Es nuestra responsabilidad como padres ayudarles a que ellos “entren en las aguas” del servicio en el reino de Dios.

Tal parece que con relación a este asunto algunos padres actúan como que tienen miopía y piensan que sus jóvenes deben madurar antes de servir en la obra del Señor. Es muy común que algunos padres piensen que la actitud de servicio es sólo para los adultos maduros, y que los jóvenes deben “esperar un tiempo”. Yo pienso que tal opinión es errada. La persona que ha nacido de nuevo, tal y como se describió en el capítulo 2, debe comenzar a servir por amor a la obra y al reino de Dios.

Esto puede describirse como los dos mares que tanto se nombran en la historia de la humanidad: El Mar de Galilea y el Mar Muerto. El Mar de Galilea es un mar que puede considerarse como “vivo”. Este mar recibe “aguas vivas” y las mismas salen de él. Esto quiere decir que este mar siempre recibe y dispersa sus aguas. Es por esa razón que muchos peces viven en este mar. Sin embargo, el Mar Muerto no es así. Las aguas del Río Jordán (y otras más) fluyen hacia él. No obstante, no hay salida para que estas aguas salgan hacia otras partes. Por esa razón, las aguas “mueren” y el Mar Muerto no tiene vida en sí.

En este caso, yo pienso que a nuestros jóvenes les es preciso tener una “salida” como una fuente, porque de otra manera pueden morir espiritualmente. Nuestros jóvenes deben ser tal y como era la familia de Estéfanas: “Ellos se han dedicado al servicio de los santos” (1 Corintios 16.15). Yo creo que la razón por la que se pudo testificar que la familia de Estéfanas fue una gran bendición para los santos era porque el padre de esa familia ayudó a sus hijos a conocer la importancia del servicio cristiano y todos ellos se entregaron de lleno.

Vivir para los demás es uno de los fundamentos para la razón de ser del cristianismo. Muchos jóvenes se descarrían debido a que se mantienen “desocupados” en la obra de Dios. Yo pienso algo así como que vivir para los demás es la mitad de la razón de la vida cristiana y “la segunda es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo” (Mateo 22.39).

Amados padres, quizá lo que acaban de leer aquí les duela un poco. Tal vez ustedes mismos están estancados en una vida cristiana “cómoda”. Si esto aquí es su realidad entonces les animo a poner en práctica estos principios y de esa manera aprenden junto a sus propios hijos.

¿Acaso recuerdan cómo William Booth llevó a sus hijos hacia las primeras filas de combate y ellos se dedicaron al servicio? Bueno, yo he tratado de hacer lo mismo. Cuando mis hijos cumplen 16 años de edad entonces los envío a una misión que está en África durante un tiempo de seis meses. Esto se ha convertido en una tradición en mi casa. Lo cierto es que mis hijos esperan esa oportunidad con mucho anhelo. Tales viajes han cambiado la vida de cada uno de ellos. Mis hijos regresan de allí con una nueva perspectiva acerca de la vida y de lo que realmente es importante.

Mis amados hermanos y amigos, nosotros que vivimos en EE.UU., donde las riquezas materiales nos están hundiendo, debemos ser un ejemplo de la vida cristiana verdadera. Las riquezas materiales son una gran trampa para la salvación de nuestras almas y la extensión del reino de Dios en la tierra. En este aspecto, algunos de ustedes son más bendecidos que yo. La verdad es que algunos de ustedes no tienen que enviar a sus hijos a otro país para que experimenten la realidad de la vida ya que para la mayoría de los hermanos que viven en el resto del mundo la realidad de la vida es la vida misma que se vive a diario. De todas formas, yo deseo que sepan que la importancia del asunto no consiste en enviar a los hijos a una misión en otro país, sino que lo más importante es introducirlos al servicio cristiano verdadero y darles un buen ejemplo.

A continuación les sugiero algunas actividades que tienen como objetivo animar a nuestros hijos jóvenes para que se entreguen al servicio en la obra del reino. Por supuesto, en esta lista no se encierran todas las actividades. De hecho, yo reconozco que existen numerosas oportunidades por todos lados a su alrededor.

• Visitar a los ancianos. Los ancianos son personas que por lo general están solas o se sienten solas. Tus hijos pueden visitarles y cantar algunos himnos de la fe cristiana, así como también compartir sus testimonios o simplemente echarles una mano en sus trabajos. ¡No hay muchos ancianos que rehúsen alguna ayuda en sus trabajos! Lo cierto es que no hay límites en esta oportunidad de testificarles a otros del amor de Dios. Yo estoy seguro que uno podría invertir toda su vida sirviéndoles a los ancianos a nuestro alrededor.

• Ministrar a los niños. Este ministerio ha cambiado la visión de muchos jóvenes en nuestra congregación. Por ejemplo, nosotros tenemos un ministerio que beneficia a los niños de una ciudad cercana. Este tipo de ministerio provee experiencias de primera mano, pues muchos de los niños a los que ministramos son aquellos que han sido rechazados y que tienen algunas cicatrices emocionales en sus vidas. Nuestros jóvenes edifican relaciones positivas con estos niños, les instruyen en las enseñanzas de la Biblia y en algunas ocasiones ellos han sido capaces de ministrarles a los padres de estos niños. Muchos jóvenes de nuestra congregación han testificado que este ministerio les ha orientado o les ha afirmado en la fe a ellos mismos. Los jóvenes pueden entrar a este ministerio a la edad de 15 años. Yo pienso que a esta edad el factor de la formación es esencial en la vida de los jóvenes.

• Ganar almas. Muchos de los recién convertidos desean compartir su nueva fe, pero no saben cómo hacerlo. Es por eso que los padres tenemos que ayudar a nuestros hijos a participar en esta actividad que también es un mandamiento del Señor. ¡Ser pescadores de hombres sobrepasa el valor de ser un pescador o un cazador de animales! En realidad, existen varios métodos para ganar almas para Cristo. Por ejemplo, nosotros podemos ir de casa en casa o caminar por las calles y hablarles a todos acerca del amor de Dios y la salvación que hay en Cristo Jesús. Una vez que tu hijo joven gane el alma de una persona para el Reino de Dios entonces la gloria de esto lo hará un adicto de lo mismo. ¡Gloria a Dios si nuestros hijos se hacen adictos a testificarles a otros del amor y la salvación de Dios!

• Hacer viajes evangelistas a una ciudad de mayor población. Este es otro ministerio que tiene nuestra congregación. Nosotros tratamos de orientar a nuestros jóvenes con relación a cómo relacionarnos con estas personas que viven esas vidas tan apresuradas en las zonas urbanas. En este caso, un grupo de hermanos y hermanas se dirige hacia alguna ciudad para desarrollar algo así como “un día de testimonio”. En este día, nosotros realizamos predicaciones al aire libre mientras la mayor parte del grupo se separa para distribuir la literatura cristiana que hemos escogido para la ocasión. ¡Qué día tan bendecido para los jóvenes! En muchas ocasiones, los padres se unen a sus propios hijos y todos trabajan en armonía para llevarles el mensaje de la salvación a otras personas. Mientras ellos viajan en el autobús, cantan y comparten entre sí las obras de Dios en sus vidas. La verdad es que muchos de estos jóvenes aprenden a predicar en estas experiencias misioneras.

• Hacer viajes misioneros de seis semanas. Dos veces al año, un adulto de nuestra congregación lleva a diez jóvenes a un país pobre para que así experimenten algo de la vida misionera. Estos viajes son en sí una fuente de cambio. Nunca he visto ni siquiera a un solo joven que haya participado en estos viajes y que no haya sido tocado por el Señor de una forma poderosa. Es de entender que estos viajes no son para pasear ni mucho menos para mostrarles a los naturales que somos turistas. Estos viajes representan seis semanas de batalla en el mismo frente de batalla. Aunque estos viajes son de seis semanas nada más, yo entiendo que se provee de bastante tiempo para entrar y experimentar la vida misionera. Esto incluye: el evangelismo personal, las predicaciones al aire libre, la distribución de literatura cristiana y cualquier otra actividad que tenga como objetivo llevarle el mensaje de la salvación a los perdidos. Lo más seguro es que una vez que los jóvenes gustan del Señor y de su reino de esta manera entonces se les hace mucho más fácil pensar, hablar y actuar como verdaderos cristianos. Bueno, no es que tú tengas que hacer exactamente lo mismo. Lo importante en este caso es separar por un tiempo a tu hijo de los afanes de la vida cotidiana para que se dedique por entero a la obra de Dios. Por supuesto, esto no tiene que ser en otro país, pero es mejor que sea en un lugar apartado de tu hogar para que pueda dedicarse completamente a la obra, sin las distracciones de sus amigos y del trabajo.

Conclusión

Por favor, dale a tu hijo joven una oportunidad para crecer en su vida espiritual. Algunos no lo creen, pero sé que el servicio madura a la persona. En este aspecto pienso que nuestros hijos aprenden de la Biblia al compartirla con otras personas. De la misma manera, ellos aprenden a orar al pensar en esa persona que está herida emocionalmente y que conocieron recientemente. Y así es como nuestros hijos desarrollan sus convicciones personales al buscar las respuestas a las preguntas que el alma necesitada les formula.