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La búsqueda de una descendencia para Dios

© 2004 por Denny Kenaston

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CAPÍTULO 30

Cómo tener esposas alegres
y radiantes

Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella.
(Efesios 5.25)

El matrimonio santo de un hombre con una mujer constituye la relación más íntima en la que dos personas pueden encontrar un gozo sin igual. Esto es una realidad para los matrimonios de inconversos así como para los matrimonios de cristianos. Sin embargo, los aspectos diarios de una relación de matrimonio que se ha fundado sobre el cimiento de la Palabra de Dios traen una influencia duradera sobre las siguientes generaciones. Aunque en la relación matrimonial hay tantas y tantas maneras de influir en la vida de los hijos, Dios lo resume cuando dice: “¿Y por qué uno? Porque buscaba una descendencia para Dios” (Malaquías 2.15).

Yo pienso que muchas debieron ser las razones por las cuales Dios hizo que el esposo y la esposa fueran una sola carne una vez que se unieran en el matrimonio. Sin embargo, yo estoy convencido que la razón más importante para ello es a causa de la influencia que tal unión ejerce sobre los hijos. En verdad, yo soy del criterio que el regalo más grande y mejor que se les puede dar a los hijos es que sus padres tengan un matrimonio feliz. Los hijos tienen el derecho de crecer en medio del ambiente de protección y seguridad que pueden brindarles los padres al amarse mutuamente. Este amor debe ser tan profundo y hermoso que los hijos deben ser capaces de testificar lo siguiente con toda buena conciencia: “¡Mis padres se aman!” Sin embargo, resulta en un verdadero desastre que los hijos se críen en medio de constantes regaños y peleas. En tales hogares, los hijos siempre viven cargados de una pesada carga, al pensar: ¿Vivirán juntos mis padres o se van a divorciar? A causa de este presentimiento y experiencia, los hijos viven inseguros y eso les estorba en su propio desarrollo. Aunque en el hogar se lleven a cabo una variedad de buenas prácticas (por ejemplo: el culto familiar, orar juntos, etc.), la inseguridad de un matrimonio infeliz socava el desarrollo mental de un niño y el bienestar de esa familia. En capítulos anteriores, ya nosotros estudiamos acerca del papel que debe desempeñar la esposa para formar un matrimonio feliz. A continuación, nosotros vamos a estudiar sobre el tema de lo que nos toca hacer a los hombres en cuanto a este asunto.

Dios ha dicho así…

Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella, para santificarla, habiéndola purificado en el lavamiento del agua por la palabra, a fin de presentársela a sí mismo, una iglesia gloriosa, que no tuviese mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que fuese santa y sin mancha.

Así también los maridos deben amar a sus mujeres como a sus mismos cuerpos. El que ama a su mujer, a sí mismo se ama. Porque nadie aborreció jamás a su propia carne, sino que la sustenta y la cuida, como también Cristo a la iglesia (Efesios 5.25).

En cuanto al tema de nuestra responsabilidad para con nuestras esposas, yo pienso que muchos de nosotros no tenemos en nuestras vidas todo el poder y las bendiciones que están disponibles para los hombres debido a que no somos lo suficientemente sabios como para brindarles el cuidado apropiado y el amor necesario a nuestras esposas. Lo que necesitamos tener es un ornamento radiante que nos dé gloria como hombres y líderes que somos. Y este ornamento radiante es una esposa virtuosa que sea amada por su esposo. Ella le será una gloria a él e irradiará al hacerlo mientras sepa que su esposo le entrega todo su amor junto a todas sus fuerzas y hasta lo mejor de él. Se ha demostrado que una esposa así andará en santidad, sirviendo a su esposo por amor.

La imagen que se visualiza en los versículos citados anteriormente es maravillosa e inspiradora. Al buscar alguna manera para ilustrar la hermosura del matrimonio en el Nuevo Pacto, Pablo nos dirige a que meditemos sobre la relación tan maravillosa en la que Cristo y la iglesia se gozan: un ejemplo profundamente espiritual. En esta enseñanza se nos hace ver con mucha claridad acerca del cuidado de Cristo para con la iglesia: una novia gloriosa, radiante, inmaculada y sin mancha de culpa, reservada para él mismo. Esta descripción también nos revela el afán del novio en preparar a su novia para las bodas; una unión que perdura por la eternidad. ¡Aleluya! Yo pienso y estoy seguro que los métodos que él usa para prepararla son dignos de imitar. Es por eso que vamos a considerarlos más adelante. Pero, primeramente, vamos a considerar algunos aspectos de la novia…

Una mujer radiante

Nosotros podemos extraer y aprender bastante de los versículos de esta cita de Efesios. Tal y como la esposa de Cristo es radiante (gloriosa), así también debe ser la nuestra. Una iglesia gloriosa es siempre una corona para Jesucristo, su gloria. Los avivamientos que marcan la historia de la iglesia han demostrado que esto es una gran verdad.

Del mismo modo, una esposa radiante y feliz es una corona para su esposo. Tal y como Cristo se responsabilizó en mantener su corona limpia y resplandeciente, así también nos toca a los esposos mantener la lucidez de nuestras esposas. El rostro de nuestra esposa debe reflejar la gloria que hay en su corazón. En el contexto del cristianismo verdadero esta reflexión es mucho más que la felicidad: es la manifestación de lo que está ocurriendo en el corazón de la pareja. A continuación vamos a considerar algunos de los “colores” que se mezclan para producir un rostro radiante:

• Un corazón “purificado en el lavamiento del agua por la palabra”.

• Un corazón rociado por el amor del esposo y que a diario mana gozo.

• Un corazón que manifiesta el carácter piadoso de Cristo.

• Un corazón repleto de sabiduría que brota de la madurez y del discernimiento sano.

• Un corazón sin ataduras emocionales que produzcan problemas espirituales.

• Un corazón que experimenta a diario la presencia de Dios.

Estimados hombres y hermanos, todos estos aspectos mezclados crean a una esposa radiante, y tal resplandor se ve en nosotros como una corona sobre nuestras cabezas. El rostro y el carácter radiante de una esposa alegre le habla a un mundo lleno de matrimonios destruidos, diciéndole: “Mi esposo me ama y me cuida bien”. Al repasar la lista anterior de estos “colores” entonces podemos apreciar que el esposo tiene mucho que ver en cada uno de ellos. De hecho, se puede afirmar que la esposa irradia de gozo cuando sabe que su esposo le entrega todo su amor constantemente. O sea, la vida de esta esposa le dice a otros que ella es feliz, que se siente una mujer satisfecha, que desea andar en el camino que la guía su esposo y que se deleita en estar bajo la autoridad y el cuidado espiritual que su esposo le brinda.

Poner nuestras vidas

El libro de Efesios nos enseña con toda claridad que con la misma ternura que Cristo manifiesta su amor por su novia, la iglesia, así también nosotros debemos amar y servir a nuestras esposas. La revelación de esta enseñanza y también una gran verdad se expone cuando dice que él “se entregó a sí mismo” por la iglesia. Es a causa de lo que leemos sobre el ejemplo de nuestro Señor y por medio de nuestra propia experiencia con él que aprendemos a conocer sus métodos. Nuestro Señor Jesucristo nos guía en el camino al cielo y siempre espera con paciencia que cada uno de nosotros crezcamos y maduremos para llegar a convertirnos en lo que él ha diseñado para nosotros. ¡Es tanta su paciencia que a veces espera por muchos años hasta que al final nos entregamos a él y cambiamos! Y mientras seguimos cambiando y moldeándonos más a su carácter y al modelo de su vida, él nos sigue amando y nos da las bendiciones que acompañan a nuestro andar con él. ¡Oh, Señor! ¡Por favor, ayúdanos a ser como tú para que aprendamos a ser así para con nuestras amadas esposas! Muchas veces esto quiere decir que en ocasiones vamos a tener que ofrecerle una sonrisa a nuestras esposas a pesar que sepamos que hay algunas faltas en sus vidas. ¿Acaso ellas no han hecho lo mismo tantas veces? Yo ruego a Dios que nuestras bocas fruncidas se conviertan en sonrisas de amor hacia nuestras amadas esposas.

Vosotros, maridos, igualmente, vivid con ellas sabiamente, dando honor a la mujer como a vaso más frágil, y como a coherederas de la gracia de la vida, para que vuestras oraciones no tengan estorbo (1 Pedro 3.7).

Este versículo nos ayuda a comprender lo que quiere decir “poner nuestra vida por nuestra esposa”. En este caso, Dios vincula nuevamente el ejemplo de Cristo con los mandamientos prácticos en cuanto a cómo amar a nuestras esposas. Aquí se relacionan estos aspectos por medio de la palabra “igualmente”. Esto quiere decir “de la misma manera”. Con respecto a las esposas en el primer versículo de l Pedro 3 se utiliza la palabra “Asimismo”. Estas dos palabras, “igualmente” y “Asimismo”, se refieren al ejemplo de Cristo que se expone en los versículos anteriores a las citas. Para comprenderlo mejor, yo deseo que vuelvas a leer 1 Pedro 2.21–25. De esta manera podrás entender de una forma más clara lo que trato de exponer aquí.

Tomando en cuenta lo que dice en esos versículos, nosotros vamos a notar lo que Dios nos está tratando de decir al relacionar el sufrimiento o el sacrificio con relación a nuestras esposas. Al leer estos versículos, yo me imagino a un esposo lleno de fe, que vive de forma amorosa y pacientemente con su esposa. Además, yo supongo que en ese hogar no se escuchan insultos destructores ni argumentos egoístas que dividen a una pareja y propician la destrucción de los hijos. Por otra parte, yo pienso que es de entender que en tal hogar no se toma represalia o se busca la venganza por los fracasos de una de las partes de la pareja. Aquí la palabra “vivid” tiene un significado muy profundo. Esta palabra revela una verdad y una experiencia que va mucho más allá que la mera convivencia de la pareja. La descripción que la palabra “vivid” nos ofrece es la de un esposo que se relaciona y que vive con su esposa, demostrando a diario que la comprende, que la ama, que desea ayudarla y que está dispuesto a hacer lo que tenga que hacer por hacerla feliz y radiante.

Nosotros debemos convertirnos en esposos que aprendamos a conocer a nuestras esposas de una forma tan íntima de manera que seamos capaces de discernir sus necesidades así como también saber cuánto ella puede soportar. El versículo de la cita anterior dice “vivid con ellas sabiamente”.

De igual modo, Dios nos amonesta a honrar a nuestras esposas “como a vaso más frágil”. ¿Qué quiere decir “como a vaso más frágil”? ¿Acaso quiere decir que ella es fatua o falta de sabiduría? ¡No! No es bueno que algún esposo piense así de su esposa. Muchos esposos no entienden bien lo que se aclara en este versículo. En lugar de menospreciarla a causa de su fragilidad, nosotros debemos estimarla como una perla preciosa, tal como apreciamos a nuestros ojos. Debido a la delicadeza y sensibilidad de nuestros ojos, nosotros los cuidamos bien. De igual manera, nuestra esposa merece nuestro cuidado más tierno y especial. Por eso, amados hermanos, honren a sus esposas e inviertan toda la atención necesaria en ella. “Guardaos, pues, en vuestro espíritu, y no seáis desleales para con la mujer de vuestra juventud” (Malaquías 2.15).

Otro aspecto importante que notamos en las Sagradas Escrituras con relación al esposo y la esposa es que ambos son iguales ante Dios en lo que respecta a la salvación. Tanto el hombre como la mujer son coherederos de la gracia de Dios y ambos pueden llegar a experimentar el lavamiento de los pecados por medio de la sangre preciosa del Señor Jesucristo. El esposo y la esposa juntos pueden ser parte del Reino de Dios y gozarse de las bendiciones que les ofrece tal vida. Por eso, estimado lector: “No te ensoberbezcas, sino teme” (Romanos 11.20). Aquí se resume esta enseñanza que en ningún momento el esposo debe mostrar una actitud arrogante y autoritaria para con su esposa. Es mi deseo que cada esposo ejerza su autoridad en un ambiente de amor y de paz. Tal ambiente es ungido por medio del Espíritu Santo. Todos somos hermanos y hermanas en Cristo, sometidos a los sabios principios de la Palabra de Dios que se han tomado como fundamento para funcionar dentro de la hermandad de creyentes.

Por otra parte, yo pienso que los matrimonios cristianos deben convertirse en un equipo muy unido de oración. Por supuesto, a Satanás no le gusta eso en ninguna manera. Yo a veces tengo que preguntarme acerca de cuántas parejas existen que realmente tienen un ministerio efectivo de oración. Me temo que si la relación de la pareja no es la mejor entonces lo mismo ocurrirá en el aspecto de la oración. Cuando la relación entre la pareja está muerta así también será la vida de oración de la misma. Dios está amonestando a los esposos en cuanto a cómo reparar cualquier herida emocional que exista en la pareja. Y la forma para hacerlo es dando nuestra propia vida por nuestra esposa.

A parte de todo lo expuesto, la Biblia declara que un hombre no está calificado para ser parte del ministerio del evangelio si él no está experimentando un ministerio efectivo para con su esposa. De hecho, el ministerio en lo que concierne a lavar con la Palabra, animar, enseñar y discipular a la esposa es lo que prepara al esposo para ocupar el cargo de la predicación de la Palabra de Dios en la congregación. El líder de la iglesia debe tener una esposa santificada, pues eso indica que él ha podido ministrar a su esposa y es así entonces que ya está preparado para discipular a los miembros de la iglesia.

Existen muchas maneras acerca de cómo el esposo puede ministrar a su esposa. A continuación se detallan algunas de ellas:

Puntos prácticos para ministrar
a la esposa

Comprende lo que significa la poderosa emoción del amor. Es necesario tener una definición clara acerca de este primer punto, ya que los demás están estrechamente relacionados con el mismo. Existe una gran diferencia entre las acciones del amor y la emoción del amor. Lo ideal sería que todas las acciones del amor provengan de la emoción del amor. Es por eso que se ha decidido comenzar con la explicación de este tema tan importante para luego desarrollar los demás.

La emoción del amor es uno de los fenómenos que casi está fuera del alcance de la comprensión humana. El libro de Los Cantares dice: “Las muchas aguas no podrán apagar el amor, ni lo ahogarán los ríos. Si diese el hombre todos los bienes de su casa por este amor, de cierto lo menospreciarían”. Esto aquí describe en gran manera acerca del poder de la emoción del amor.

Pues bien, el amor es una fuerza que prácticamente es imposible de describir y que obra en el hombre para producir todo lo que se describirá a continuación. Cristo no murió solamente por efectuar un simple acto de obediencia, sino que el amor le constriñó a tal punto que dio su vida por la nuestra. De acuerdo a mi experiencia, yo no conozco otra cosa que sea más eficaz para hacer que una esposa irradie de gloria que no sea únicamente por medio del amor. Aquí me refiero a un amor genuino que es capaz de involucrar a la pareja en el compromiso que tienen el uno para con el otro y en la emoción misma de amar. Yo pienso que no debemos separar el compromiso que tiene cada cónyuge con la emoción misma de amar y viceversa. Cada factor tiene mucho que ver con la relación del matrimonio santo, y ambos forman parte del amor verdadero del esposo para con la esposa.

Cierta noche yo fui testigo de cómo se puede ilustrar de una forma muy sencilla lo que he tratado de explicar. Recuerdo que esa noche un joven de nuestra congregación anunció su compromiso matrimonial con cierta señorita. Yo tuve la oportunidad de mirarle su rostro y me di cuenta que ella irradiaba de gloria. ¿Por qué era que esa muchacha irradiaba de gozo y de gloria? Yo llegué a la conclusión que aquel anuncio público hecho en un lenguaje lleno de amor y de gozo, saliendo de los labios de alguien que testificaba que amaba a la persona a quien sus labios habían pronunciado su nombre, era el factor determinante para que la favorecida doncella irradiara de gloria.

Sé un conocedor de tu esposa. Tal y como lo expliqué al principio de esta parte, yo estoy completamente seguro que este punto se desprende de lo que acabamos de ver en el punto anterior. Cuando un esposo ama verdaderamente a su esposa entonces deseará con todo su corazón conocerla mucho más, aprender a comprenderla, y siempre tendrá una actitud de consideración hacia ella. Con relación al papel diferente de la mujer con respecto al hombre, yo ruego a Dios que todos nosotros sepamos comprender e interpretar la voluntad de Dios de una forma positiva. Lo cierto es que estas diferencias son hermosas ya que ella también es una de las obras “formidables, maravillosas” (Salmo 139.14).

Muchas veces he conocido de hombres que se refieren a las mujeres con frases tales como: “¡Mujeres! ¿Quién las puede comprender?” Tales expresiones surgen de un corazón necio. Además, yo pienso que estos hombres revelan su propia ignorancia acerca del propósito de Dios al haber creado a las mujeres. Yo estoy seguro que cuando tú aprendas a comprender esas diferencias entre tú y tu esposa de manera positiva entonces la relación con ella puede mejorar. Ella es una creación de Dios maravillosa, pero distinta a ti en muchos aspectos tanto físicos como emocionales. Es sabio y muy bíblico que tú aprendas a encontrar gozo al interactuar con estas cualidades únicas que tiene tu esposa. De hecho, estas cualidades de ella serán una corona sobre tu cabeza. Por otro lado, tal y como Cristo procura conocer a su novia entonces nosotros los hombres debemos procurar conocer a nuestras esposas.

Sé un líder espiritual. Jesucristo ha sido el iniciador o el primero en establecer la relación que tiene con su esposa. “Nosotros le amamos a él, porque él nos amó primero” (1 Juan 4.19). Jesús entregó su vida para atraernos a sí mismo. Pues, como él es el iniciador o el primero en establecer su relación de amor para con su esposa la iglesia, entonces nosotros debemos seguir su ejemplo con toda humildad. Este aspecto de la relación del Señor con su iglesia constituye una señal del papel del liderazgo espiritual del esposo para con su esposa. En la mayoría de los casos, las esposas cristianas anhelan tener un esposo que guíe al hogar con la ternura y la autoridad que ellas han sido diseñadas para recibir. Tal clase de liderazgo trae una gran seguridad al corazón de la esposa. Por supuesto, lo contrario es también verídico. ¿Acaso alguna vez has visto irradiar de gozo a una mujer insegura?

En muchas ocasiones, al conocer y aprender sobre estas cosas, los esposos deseamos poner la cabeza debajo de la arena tal y como lo hacen las avestruces. Claro está que hacer esto no ayuda en ninguna manera. Estas cosas tienen solución solamente cuando el esposo se levanta en fe y amor para enfrentar la crisis que ha surgido en el hogar. De esta manera es que la esposa puede llevar a cabo sus funciones en paz y dedicación a la voluntad de Dios y de su esposo.

Sé un sabio administrador de los recursos financieros. Cristo es el proveedor de todo lo que su esposa la iglesia necesita. Ella no se preocupa por nada cuando sabe que tiene su presencia cerca de su vida diaria. Y nosotros los esposos debemos seguir el ejemplo que él nos da sobre este asunto. De ninguna manera yo deseo que ninguno entienda que nosotros debemos enriquecernos materialmente para que así nuestras esposas se sientan más seguras. Lo que trato de hacerles ver, amados esposos, es que es muy importante y bíblico que cada uno de nosotros sepa usar de forma sabia los recursos materiales que Dios nos ha permitido tener en esta vida. El administrador que es sabio no gasta el dinero en lo innecesario ni en cosas que demuestran que él es un egoísta. Tal tipo de gasto crea una herida en el corazón de la esposa. Si nuestra esposa nos ve gastando dinero en algo que nos produce un entretenimiento temporal sin importancia y luego le decimos “no” cuando ella desee comprar algo para sí misma, entonces su nivel de confianza y de consideración hacia nosotros disminuirá paulatinamente. Si la administración de tu acceso monetario no anda bien entonces es tiempo de hacer cambios con el fin de arreglar esta situación que puede deteriorar tu relación con tu pareja. No es sabio contraer lo que yo llamo “deudas necias”. En realidad, yo no puedo imaginarme a Cristo haciendo algo parecido. Es más, yo te aseguro que nunca serás capaz de lograr una completa paz en tu hogar hasta que la manera necia de manejar el dinero se haya acabado en tu vida.

No dejes de alabarla y de prestarle la debida atención. El cuidado continuo de Cristo por su iglesia es el combustible necesario que hace arder al amor en nuestro corazón. Y lo mismo sucede en nuestro matrimonio. Tu esposa debe darse cuenta que la alabas y que te deleita darle una atención esmerada. Existe un refrán que dice lo siguiente: “Un poco de amor ayuda mucho”. Tú debes invertir el tiempo que sea necesario en mostrarle a tu esposa el lugar tan importante que ella ocupa en tu vida. Casi puedo asegurarte que si te detienes a pensar por un momento entonces tú podrás recordar muchos aspectos de su vida que aprecias mucho. Sin embargo, para ella eso no significa nada si tú no le demuestras lo mucho que los mismos valen para ti. Escríbele una notita, expresándole tu amor y tu agradecimiento por todo lo que ella hace por ti y luego déjala en algún lugar de la casa donde ella tiene que hacer algo. Esto hará que su estima se eleve y su amor por ti se haga mucho más profundo. Nunca dejes pasar alguna oportunidad para decirle o mostrarle lo mucho que la amas. Y si piensas que vas a necesitar ayuda en esto, yo te propongo que te detengas por un momento y que pienses en cómo sería tu vida si ella muriera en este mismo momento. Entonces aprende a nunca dejar de expresarle tu gratitud y agradecimiento.

No dejes de brindarle un buen “tiempo de calidad”. Una buena relación íntima es la llave para tener un matrimonio feliz. Esto va mucho más allá que la simple relación física de una pareja. Tanto para los esposos como para las esposas se hace necesario que ambos se entreguen el uno al otro de una manera tierna y completa. En este aspecto es imprescindible que ambos sean creativos a la hora de crear oportunidades que provoquen que los lazos de amor de la pareja se afiancen de una manera constante y perpetua. Por ejemplo, Jackie y yo tenemos una “cita de amor” todos los martes. El propósito de este tiempo especial es aprovechar la oportunidad de estar juntos y solos para así compartir un tiempo muy personal y dulce entre nosotros. Muchas veces charlamos un poco mientras cenamos en un restaurante. Otras veces salimos a caminar ya sea por un parque o por el bosque y lo hacemos tomados de la mano. Soñamos acerca del futuro, nos reímos acerca de algo que los hijos han hecho o planeamos algún evento de importancia familiar. De la manera profunda que Cristo desea conocer a su esposa es que nosotros debemos desear y tratar de conocer a nuestras esposas. Y si realmente deseamos conocer a nuestras esposas de la manera que Cristo conoce a su esposa la iglesia, entonces siempre se sobrarán oportunidades para hacerlo.

No dejes de cumplir tus promesas y no olvides chequear “la lista de peticiones”. ¿Acaso no sabes que muchas veces les hacemos promesas a nuestras esposas que con el tiempo olvidamos? Cada vez que ella se da cuenta que nos hemos olvidado de una de esas promesas es como que se abre una grieta en su corazón. Y muchas veces estas promesas son parte de lo que yo llamo “la lista de peticiones”. ¿A qué me refiero con eso de “la lista de peticiones”? La lista de peticiones es el deseo de tu esposa para que le arregles algo en la casa o que al menos te preocupes que alguien lo haga. ¿Tienes tú una lista así en tu casa? Si no la tienes, yo te aconsejo que le preguntes de vez en cuando a tu esposa si existe algo descompuesto o roto dentro de la casa que ella desee que tú te preocupes por ello. Quizá el grifo del fregadero de la cocina no funciona bien. Lo cierto es que si tales trabajos no son hechos por el esposo, o al menos él no se preocupa que otro lo haga, entonces de una forma silente él le está diciendo a su esposa que no le importa en absoluto que ella pase trabajo a causa de estos inconvenientes. Amado esposo, ayuda a tu esposa a sentirse satisfecha en su papel de esposa y de madre. Ayúdale en esas tareas del hogar donde tu ingenio masculino y tu fuerza varonil le son necesarios. ¡No lo dejes para mañana!

Sé su protector. Cuando nosotros caminamos al lado de Cristo no experimentamos ningún temor, pues sentimos y sabemos que estamos bajo sus alas. Asimismo deben sentirse nuestras esposas a nuestro lado. Nosotros debemos ser como un refugio o un abrigo para ellas. Es por eso que nos corresponde estar alertas a los peligros y las presiones que enfrentan nuestras amadas esposas. Ellas deben sentirse seguras a nuestro lado. Es cierto que muchas veces ella puede tener temores en su corazón, aunque se encuentra a nuestro lado. Nuestra tarea es eliminar tales temores por medio de nuestra forma espiritual y madura de expresarnos y de actuar. Existe un secreto revelador que ha ayudado a varios matrimonios a asentar las bases de su compromiso y a experimentar la verdadera felicidad en la relación y es que “las esposas aman a los hombres que son buenos oidores”. Es sabio que aprendas a formular preguntas en un tono de cariño y con el sello del amor que te haga conocer lo que está pasando en el corazón de tu esposa. Y así te determinas a escuchar con paciencia mientras ella comparte lo que está causándole interferencia en su vida diaria. Una vez que has escuchado el asunto de parte de ella entonces un esposo sabio podrá actuar de la forma espiritual y madura que se necesita para aliviar la carga de su esposa y darle la seguridad que ella necesita tener.

Sé cortés. Uno de los significados de esta palabra indica: “La manera de comportarse ante la corte del rey”. Lo curioso de esto es que nadie nos tuvo que aconsejar sobre nuestra manera de comportarnos mientras tuvimos la relación de novios. Durante este tiempo pensamos en la forma más linda y hasta romántica para decirle algo a nuestra novia o para hacer algo por ella. Lo más probable haya sido que te hayas bañado y quizá hasta cepillado los dientes antes de ir a tener una cita con ella. Y a la hora de hablarle escogiste bien las palabras para hacerlo con gentileza y paciencia. Por supuesto, las palabras “discúlpame” y “muchas gracias” nunca se apartaron de tus labios durante ese tiempo tan especial. Yo no deseo dejar de recordarte que por medio de este tipo de cortesía le haces saber a tu esposa lo importante que ella es para ti. En la sociedad actual muchas veces se interpreta como “actuar como un hombre” de parte del sexo masculino al expresarse o actuar de una forma torpe, abusiva y hasta cruel para con las mujeres.

Sé un hombre disciplinado. El hombre disciplinado es uno que puede controlar su propio ser. Cuando la esposa se da cuenta que su esposo practica una vida ordenada entonces eso la ayuda a respetar y alabar su forma de dirigir. La constancia en la práctica de la lectura personal de la Biblia es un buen cimiento para mostrar que se lleva una vida disciplinada. La realidad es que una esposa que observa a su esposo leer la Palabra de Dios diariamente y orar tiene menos problemas a la hora de confiar en lo que él hace o dice por medio de su papel como guía. De manera que, amados hermanos, sigan la meta de auto disciplinarse en las cosas que hacen que sus almas se edifiquen y que sus esposas se sientan más confiadas. Muy pronto se darán cuenta que este tipo de auto disciplina les ayudará mucho a vencer las malas costumbres del viejo hombre por medio de la gracia y el poder de Dios. Es muy edificante preguntarle a la esposa acerca de lo que a ella le molesta en nuestra vida. Y por supuesto, es muy sabio que cada uno de nosotros determine hacer los cambios que tengamos que hacer para ser agradables a los ojos de Dios, de nuestras esposas, de nuestros hijos y del mundo que nos observa diariamente.

Sé humilde. A menudo, mientras tengo alguna sesión de consejería matrimonial, yo he escuchado algunas esposas decir la siguiente frase. “Mi marido nunca dice: ‘Lo siento’”. Lo más triste del caso es que este comentario se ha escuchado de bocas de esposas que sus esposos profesan ser cristianos. Las esposas saben perfectamente que sus esposos cometen errores. Por esa razón a mí me parece algo bastante injusto que un esposo nunca diga: “Lo siento”. Específicamente cuando él sabe que ella se ha dado cuenta de su error. La integridad del esposo se pone a prueba en estas ocasiones y de seguro que la falta de humildad en él puede destruir cualquier cosa buena dicha o hecha en el pasado. Se hace necesario que cuando el esposo comete un error que afecta a la esposa entonces le pida perdón y se humille ante ella para reestablecer la comunicación en la pareja y profundizar el cimiento de la confianza y el amor. Tal vez tú pienses que tu esposa te despreciará al haber confesado una falta y humillarte a ti mismo. Sin embargo, yo te aseguro que lo opuesto será lo que ocurra. Cuando un esposo hace algo así entonces el nivel de respeto de ella hacia él aumenta.

Determinen hacer los planes y los cambios juntos. Muchos esposos, apoyados en una autoridad dictatorial, dañan el espíritu de unidad de su matrimonio al tomar decisiones sin consultar con sus esposas. ¡Esto representa un camino peligroso! Yo he visto a muchos hogares destruirse a causa de este tipo de comportamiento. Hermanos, no se les ocurra llegar a sus casas del trabajo y anunciarles a su esposas que les parece que “Dios” les “está guiando a dejar el trabajo” para seguidamente decirles que “ya dejé el trabajo”. Lo mejor sería que no sorprendas a tu esposa con tal decisión ya que la inseguridad se apoderará de ella y le afectará en gran manera. El consejo que les doy es que consulten con sus esposas primeramente. No es que tengan que aceptar lo que ellas les digan, pero por lo menos escuchen sus opiniones. De hecho, las esposas se convierten muchas veces en las mejores consejeras que un esposo pueda tener. Ellas nos conocen mucho mejor que cualquier otra persona. No olvides que eres una sola carne con tu esposa. Tal unión íntima demanda unidad de corazón y pensamiento en cuanto a las decisiones a tomar en el seno del hogar y en muchas otras áreas de la vida diaria. Cuando el esposo rehúsa buscar el consejo de su esposa, él hiere el espíritu de unidad de su matrimonio. Lo cierto es que sin decir una sola palabra, él le dice a ella: “Tu opinión no me interesa para nada”. De acuerdo a lo que se puede interpretar al estudiar algunos de los personajes bíblicos, el hombre es el visionario. Esto quiere decir que por lo general el hombre es quien mira al futuro, el soñador. Sin embargo, la mujer es más del presente. Amado esposo que lees estas líneas, yo te aseguro que muchas veces tus sueños no se podrían cumplir si no tuvieras una esposa como la que tienes que vive la realidad actual. Es por eso que tú debes ser más sensible para con sus sentimientos. Lo otro es que tú debes tratar de no hacerle saber noticias que relacionen grandes cambios para la familia si antes no lo has consultado con ella.

No compares a tu esposa con otra mujer. El Apóstol Pablo nos avisa de los peligros de eso, al escribir acerca de la necedad de estar “comparándose consigo mismos” (2 Corintios 10.12). La relación conyugal se hiere y hasta puede destruirse cuando el esposo compara a su esposa con otra mujer. Muchos esposos cometen este error sin darse cuenta de lo mucho que hieren a sus esposas. Y lo peor de todo es que, por lo general, tales comparaciones se hacen junto con una reprensión. Quejarse en cuanto a la suciedad y el desorden de la casa, haciendo una comparación con la casa de la esposa de algún hermano, será como clavarle un cuchillo en lo más profundo del corazón de tu esposa. Tal queja a tu esposa unida a la forma injusta de hacer la comparación crea un malestar en su mente y le indican que no estás satisfecho con ella. Lo peor del caso es que ella pone en su mente con toda razón que ahora tú estás pensando en otra mujer. Tú debes ser un hombre de una sola mujer y tu esposa debe estar segura de ello.

Apóyala y establécela en su ministerio. Nosotros estamos viviendo en una época donde ser esposa y madre no es la moda de la sociedad. Existen muchos que nos regocijamos por las muchas hermanas que han “regresado a casa” para dedicarse al llamado que tienen de parte de Dios. Sé que muchas esposas han escogido hacer esto después de haber sentido una convicción sincera y todavía se mantienen firmes en su decisión. ¡Alabado sea Dios por cada una de ellas! Sin embargo, ellas enfrentan muchos adversarios y reciben una gran cantidad de insinuaciones y propuestas negativas acerca del sacrificio que han hecho. Por eso, estimado esposo, apóyala en su llamado. Trátala de forma tal que la ayudes a establecerse en su ministerio. Si creemos que ser madres es el llamado de Dios para ellas entonces es necesario que con mucho ahínco las animemos de forma tal que cada una de ellas se sienta motivada a cuidar de su hogar y a criar a sus hijos de una forma que agrada a Dios. Usted y yo ponemos en peligro el llamado que tienen nuestras esposas al olvidarnos del compromiso que ellas llevan en su corazón con respecto a la familia. La realidad es que ellas pueden escuchar muchas voces negativas que las llaman a una vida más fácil y que su fin es su destrucción eterna. Es la voluntad de Dios que cada esposo sepa preparar a su esposa para que cuando ella sea anciana pueda enseñar “a las mujeres jóvenes” (Tito 2.3–5).

Aprende a cómo darle consuelo y a saber escucharla. Muchas veces se hace tan fácil pasarse el tiempo reprendiendo a nuestras esposas que nos olvidamos de lo mucho que tanto nosotros mismos como ellas necesitan de una palabra de consuelo o de un oído dispuesto a escuchar. En ocasiones la represión se hace necesaria, pero es sabio utilizar todas las alternativas antes de reprender a nuestras amadas esposas. Quizá la reprensión no es lo que en verdad se necesita. El esposo que ama a su esposa sabe aceptar que ella también comete errores, y la ayuda a aprender de esos mismos errores y fracasos. Nosotros sabemos por experiencia propia que muchos aprendemos de nuestros propios errores. Por lo general, no es sabio corregir a la esposa en el mismo momento de su error. ¿Acaso te gustaría que ella lo hiciera cuando tú te equivocas? Es bueno dejar pasar un tiempo prudencial para abordar el tema y tomar las medidas que sean necesarias. Tu esposa necesita que seas un buen oidor y alguien que sepa consolarla.

Busca proveerle un discipulado santificado. Al repasar esta lista acerca de las maneras prácticas de amar a nuestras esposas, yo me doy cuenta que todas fluyen hacia este punto. Sí, estimado lector, todos estos actos de amor son formas por medio de las cuales el esposo puede “lavar y santificar” a su esposa a través de la Palabra de Dios (véase Efesios 5.26). Esta forma práctica de amar es lo que ayudará a que la esposa llegue a ser una verdadera discípula del Señor Jesucristo. De hecho, yo estoy seguro que de este tema se puede escribir todo un libro de varias páginas. Cuando este discipulado se desarrolla por medio de un esposo que ama a su esposa como “a sí mismo se ama” (véase Efesios 5.28), entonces él puede elevarla a ella a un nivel mucho más alto en el aspecto espiritual.

Aprende a aceptarla de forma incondicional. En Cristo, nosotros somos “aceptos en el Amado” (Efesios 1.6). ¡Yo me siento muy agradecido por este mensaje, ya que el mismo es una tremenda motivación para seguir creciendo en la santificación! Y este mismo principio se aplica al matrimonio. El esposo es como el salvador de la esposa. Y el proceso de discipular funciona mejor en un ambiente de amor y aceptación incondicional del uno para con el otro. Cuando aprendemos a aceptar a nuestras esposas de la forma que ellas son, entonces ponemos un buen cimiento para su crecimiento cristiano. Es muy difícil lograr discipular a tu esposa si ella no se siente aceptada por ti.

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Reconozco que hay mucho más que se puede añadir sobre esta tema. Y yo siento que lo que se ha tocado ha sido nada más de forma superficial. Quizá si ya eres un esposo entonces exclames: “¡Usted escribe que ha tocado este tema de forma superficial y yo veo una larga lista de tareas y de compromisos que se me hace interminable!” Yo te exhorto a cambiar de actitud con respecto a lo que has leído ya que a continuación te voy a compartir un gran secreto…

Esposos y hermanos… ¡cuiden su gloria!

Porque el varón no debe cubrirse la cabeza, pues él es imagen y gloria de Dios; pero la mujer es gloria del varón. (…) Por el contrario, a la mujer dejarse crecer el cabello le es honroso (1 Corintios 11.7, 15).

Muchas verdades hermosas entrañan la porción bíblica que se ha citado anteriormente. Te animo a que medites en todos sus aspectos. En vista de que no deseo hacer mucho más extenso este libro para continuar desarrollando otros temas que no tengan tanta relación con cómo tener esposas alegres y radiantes, limitaré mi enseñanza a los dos versículos que acabo de citar.

En el capítulo 11 de 1 Corintios se mencionan tres glorias distintas. Una de estas glorias es la corona a la cual hice referencia en otra parte. La palabra gloria quiere decir: “Algo que irradia rayos de luz, calor, etc., atrayendo la atención de otros”. El varón, como imagen de Dios, es la corona de Dios, pues refleja la gloria de Dios. El varón es quien hace que toda la atención sea dada únicamente a Dios porque aquí radica su llamado. En este caso, el hombre es la primera gloria que se menciona en el texto de la cita.

La mujer fue hecha a la imagen del hombre. Ella fue formada de la costilla de Adán. La mujer es gloria del hombre. Es decir, la mujer representa la segunda gloria descrita en el texto de la cita. Su esplendor causa que el hombre reciba atención. Ella le es una corona al hombre.

Y la tercera gloria a que se refiere en el texto de la cita se refiere al cabello largo de la mujer. La Biblia usa la palabra “honrosa”. El cabello largo para una mujer le representa su honra, su gloria. Es decir, su cabello largo le trae a ella la atención de los demás. Aunque la Palabra de Dios manda a la mujer que cubra su cabello, el mismo le es de gloria a la esposa y sobre todo cuando el esposo es el único que la ve descubierta.

Nosotros podemos notar que para cada una de las tres glorias que menciona el texto, aparece una persona responsable del cuidado de cada una de ellas. Por ejemplo, Dios es el responsable del cuidado del hombre y le ha provisto todo lo que éste necesita para que él mismo sea glorificado. El hombre es el responsable del cuidado de la mujer y debe proveerle todo lo que ésta necesita para que él sea glorificado por ella. Y la mujer es la responsable del cuidado de su cabello y debe proveerle todo lo que éste necesita para que ella sea glorificada por medio del mismo. El consejo y mandamiento bíblico para los hombres es: ¡cuiden su gloria! Tu esposa es tu gloria.

Como ya se ha explicado y mostrado bíblicamente, la gloria del hombre es su mujer. Por tanto, nuestra responsabilidad es la de cuidar a nuestra gloria atendiéndola de tal manera que ella irradie gozo y bienestar, y así estas amadas esposas son coronas sobre nuestras cabezas. Yo recuerdo que cuando percibí esta idea en mi mente por primera vez, pensé: ¡Que necios somos los hombres! Si cuidamos bien a nuestras esposas, ellas resplandecerán más gloriosamente.

En el caso de mi esposa, ella cuida muy bien su gloria, su cabello. Y yo aprecio mucho esto de parte de ella. Por las noches y antes de irse a la cama, ella descubre su cabello y lo deja suelto por un rato delante de mí. Yo la alabo por la hermosura de su cabello. Entonces ella cepilla su cabello largo y lo atiende bien para que crezca y esté sano. Aquí yo me doy cuenta que ella no es ignorante. ¡Ella cuida muy bien lo que sabe que atrae mi atención! Me gusta mucho su cabello largo y siempre se lo admiro mientras ella se lo cepilla por las noches.

Amados esposos y hermanos, por favor, cuiden bien su gloria. Ustedes se autodestruyen a sí mismos si no lo hacen. Al negarnos atender a nuestra esposa como Dios manda entonces su esplendor empieza a disminuir. Esto también quiere decir que el carácter de Cristo comienza a desvanecerse y el corazón de ellas se empaña. Lo cierto es que muchas veces puede existir una falta en la vida de ellas y Dios espera que nosotros los esposos tratemos con ese problema de la forma que él nos lo ha indicado en las Sagradas Escrituras.

Hermanos, nosotros tenemos que comenzar a anhelar crecer espiritualmente y madurar en el Señor. No es la responsabilidad de los pastores de la congregación cuidar de nuestra corona, la mujer. Es nuestra responsabilidad hacerlo y es nuestro deber obedecer a la Biblia en lo que se refiere al cuidado tierno de nuestras esposas.

Yo estoy seguro que si cada uno de ustedes ha llegado a comprender estos principios y si tienen un deseo interno fuerte de ponerlos en obra en sus propias vidas entonces la gracia de Dios les ayudará a mejorar sus matrimonios y en general sus vidas cristianas. Por favor, no olviden que si sus esposas no irradian gloria entonces ustedes son los que están perdiendo sus coronas. Además, yo deseo que sepan que al sus esposas no irradiar gloria, entonces con ello se está distorsionando una de las manifestaciones más claras de Cristo en la tierra.

¡Cuidemos, pues, nuestra gloria!

Oración

Padre santo, gracias por tu infinita bondad y preocupación por nosotros. Gracias por dejarnos ejemplos de cómo tenemos que ser mientras vivimos en esta tierra. Prepáranos, para poder bendecir a nuestras esposas. Ayúdanos a vivir con ellas de tal forma que ellas también lleguen a ser luces en esta tierra para que así nos ayuden a ganar almas para tu reino. Danos de tu gracia, Señor, para que siempre tratemos a nuestras esposas como la joya que son y que ellas irradien gloria en todo momento. Señor, te pido que nos enseñes a ministrarles a nuestras esposas de tal forma que muchos crean a ti por el testimonio santo y piadoso de ellas para que tanto ellas como nosotros traigamos gloria a tu Nombre. Te lo pido en el nombre del Señor Jesucristo, la Cabeza de la iglesia. Amén.