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Cómo Oraban

Capítulo 1

EL PUNTO DE LA AVANZADILLA

“...tú, brazo de ellos en la mañana, sé también nuestra salvación en tiempo de la tribulación.”  Isaías 33:2

“Hazme oír por la mañana tu misericordia, porque en ti he confiado; Hazme saber el camino por donde ande, porque a ti he elevado me alma.”  SA 143:8

            Los santos combatientes de todos los tiempos están de acuerdo que la manera más confiable para asegurar un día de conquista y victoria es madrugar, muy de temprano.  Las primeras horas de la madrugada son el punto inicial para la avanzadilla o vanguardia, para iniciar el día con templanza, obteniéndola al negarse a sí mismo para Dios, dando al alma una ventaja sobre el enemigo; No pudiéndose obtener de otra manera.  -seleccionada

            El señor Floyd Banker, misionero en Gujerat (un estado de la India), experimentó el avivamiento en su campo de labor.  Descubrió que las presiones sobre un misionero son muchas y hay una tendencia a ser negligente en lo tocante al matutino velar.  El señor Banker nos comparte el secreto para vencer que aprendieron él y su esposa, en lugar de tener tantos fracasos, como antes.

            “Alguien podría preguntar, ¿Qué pasó cuando se durmieran hasta tarde o que el despertador no funcionara?  ¿Hay excusas, a veces, por no orar temprano?’  Quiero compartirles un remedio secreto, que se ha vuelto una regla muy sencilla en nuestras vidas; se dice en cuatro palabritas: No-oración, no-desayuno.”

            “Llegamos a esta regla tempranamente en la vida de oración, como consecuencia de una experiencia muy extraña.  Sucedió una mañana cuando el despertador falló y nos dormimos hasta tarde.  Pasamos a desayunar, pensando que más tarde encontraríamos tiempo para orar privadamente, pero los afanes y cargas del trabajo urgían, y el orar se olvidó.  El siguiente día madrugamos, y fuimos a nuestros lugares para la hora de oración, y, nos aconteció lo mismo a ambos.  Al llegar a nuestros lugares de oración, fue como si Cristo ya estaba allí para darnos la bienvenida, pero con cara triste mientras nos decía: —Te esperé durante 24 horas.” 

            “Cómo un electrochoque del cielo, esta nueva verdad impresionó nuestras mentes: Habíamos robado de Él el compañerismo que Le encantaba tanto.  No sólo nos aprovechaba orar en privado, sino Él también recibió provecho y gran placer.  ¿Ya no te es extraña nuestra regla, “no-oración, no-desayuno?”   -usado con permiso, publicado como en Wesleyan Methodist.

 

En un nuevo libro, Peace Like A River (Paz como un Río), Sallie Chesham narra la historia de una lucha que Samuel Brengle tenía al querer establecer el hábito de madrugar para orar y sobre la gran importancia que él puso en este sagrado tiempo para iniciar un nuevo día.  “En cierta ocasión, Brengle fue preguntado: —¿Cuáles son tus tentaciones más temerosas: las más sutiles, las más violentas?”

“Dio la respuesta:  —Es tentación empezar mi día sin antes invertir tiempo a solas con Dios, en oración y la lectura de su Palabra.”

            “Sin embargo, antes de responder, les sostenía a sus interrogadores en suspenso por decir primero: —Por treinta años tenía yo sólo una tentación que me preocupaba grandemente.  Pero por treinta años, por la gracia de Dios, la he vencido.  Y, por esto, ninguna otra ha podido penetrar mi armadura.  Con todo, antes de treinta años atrás, a menudo me venció esta tentación.  Y, cada vez que me vencía ella, al momento estaba indefenso a otras diez mil.”

 

¡Un tiempo de peligro es la mañana!

No hay nada que temer por la noche;

Con calma se cierran los ojos,

Cansados de la luz urgente;

El cuerpo se sana al dormir,

Cesan la labor y trabajo,

El alma está segura en el cuidado de Dios,

El corazón está en paz perfecta.

 

Pero, ¿Quién puede predecir

Cuán feroces las pruebas serán?

¿Cuáles sendas difíciles habrá?

¿Cuáles penas me compasarán?

Brilla el sol para todo el mundo;

Pero no veo lo que pasará,

Cuáles peligros o penas extrañas

En el futuro me rodearán.

 

O, háblame en las mañanas,

¡Señor, en cada uno de mis días!

Tú eres mi gran Director

Mientras paso las sendas escondidas;

Si escucho tu voz en la mañana,

Abro el día con canción,

A vencerlo voy,

Tu presencia me fortalece.

                                                                                                            -Marianne Farningham

 

            “Guarden todos la velada matinal.” instruyó J.R. Mott, un viajero de todas las partes del mundo.  “¿Qué expresa esta costumbre?  Quiere decir, comenzar cada día en aislamiento con Dios, leyendo las Escrituras meditativamente, orando, y estando en silencio ante de Dios.  Fíjate, quiero decir, comenzar cada día de esta manera, no, un día sí y otro no, ni solamente cuando te convenga hacerlo.  Hemos encontrado que los días que fueron los más difíciles para comenzar esta práctica, fueron los mismos días que más necesitaba de esa ayuda especial, que proviene de tal práctica.”

            “A la luz de la experiencia y observación, se puede decir con convicción, que no hay hábito más potente para conservar una fe real, para mantener y aumentar el nivel de energía espiritual, para prepararse para identificar y actuar ante los peligros y todas las oportunidades que él nos da; cuando comenzamos cada día velando ante Dios.”

 

            Muchos de nosotros tenemos una deuda de gratitud por la ayuda que hemos recibido de los escritos de Osvaldo Chambers.  De la reseña hecha por la sobrina del Sr. Chambers, saque una lección. Dijo la sobrina:

            “‘Él tuvo por costumbre madrugar, levantándose muy, pero muy temprano.’  A veces, cuando ella bajaba a gatas las escaleras, a las 6 de la mañana, lo encontró en la cocina, envuelto en su manto (la tetera siempre la tenía cerca) leyendo o escribiendo- a veces arrodillado.  Sin mostrar cualquier desagrado al ver a su pequeña- y muy habladora- sobrina, siempre le mostró una sonrisa. La ponía en un rincón con un libro, donde se quedaba sentada, feliz y contenta, sólo por estar con él.”

 

             Osvaldo Smith da la siguiente observación: “Durante más de cuarenta años, he cuidado el velar matutino de tres maneras:  Empiezo leyendo la Palabra de Dios, acordándome de las palabras “desead, como niños recién nacidos, la leche espiritual no adulterada, para que por ella crezcáis para salvación,” (1 Pedro 2:2)  Segundo, en obediencia al Salmo 5:3, “Oh Jehová, de mañana oirás mi voz; De mañana me presentaré delante de ti, y esperaré”, yo oro.  Tercero, tocante a la somnolencia: antes yo siempre estaba con somnolencia cuando quería orar.  La causa era porque tenía la costumbre de arrodillarme, cerrando los ojos y bajando la cabeza a mis brazos.  Desde hace años que tomé la costumbre de orar andando.  Andando de aquí para allá, nunca me da somnolencia.  Puedo estar alerto.”

            “Descubrí que al arrodillarme y orar en voz baja, diez minutos me parecían mucho tiempo, pero al orar en voz alta y caminar, el tiempo pasaba rápidamente.  Al acostumbrarme a este método, he podido orar durante horas seguidas y he encontrado el velar matutino ser como mi fortaleza y sustento.  Los problemas se resuelven antes de que los encuentres.  Dios oye y responde.  En lugar de permitir que las circunstancias me venzan o me manden al sanatorio por crisis nerviosa, puedo ganarlas.  No conozco una emoción más agradable que la emoción conmovedora del velar matutino.”

 

            Hay algo inexplicable tocante a la fuerza que se vierte en un hombre o una mujer que conserva el velar matutino, no solamente apartando apuradamente unos veinte minutos, sino gozando de quietas horas calmamente, mientras el día está sin mancha, fresco y quieto.  Juan Wesley se levantó a las cuatro de la mañana y predicó dos veces al día durante cincuenta años.

            Cristo nos dio un ejemplo cuando “levantándose muy de mañana, siendo aún muy oscuro,” estaba con Su Padre esforzándose para el día.  Fue el único tiempo para estar a solas con Su Padre, porque al salir el sol la muchedumbre lo apretaba durante todo el día y sus discípulos querían de Su compañerismo.

 

A las praderas del monte

Antes que luciera la luz del sol,

El Varón de dolores lloró y gimió

Y se levantó fortalecido de poder:

Oh, escúchanos, entonces, porque somos

Muy débiles y frágiles;

El nombre del Señor es nuestro ruego,

Y seguro va a prevalecer.

                                                                                                -Carlos Spurgeon

 

            E.M. Bounds, cuyos libros sobre la oración han traído gran bendición y siguen imprimiéndose, enseñó unas apreciadas lecciones a muchos otros ministros en cuanto al madrugarse.  Uno de estos ministros, el Rev. Hodge, quien estimó grandemente al Sr. Bounds, nos comparte unas de estas lecciones, las cuales se nos aplican particularmente, a causa del tiempo complaciente en que vivimos.

            “Al comienzo, el hombre físico se rebela en contra de ella (la oración matutina); el cuerpo, consentido y cuidado por años, rehúsa responder a las demandas del alma; el diablo no lo permite.  Los hombres no la toleran.  Todas las cosas en la tierra y el infierno protestan contra el alma.  Noventa ministros de cada cien te dirán que es tiranía impuesta sobre ti mismo.  ¡Oh, hombre de Dios, no les hagas caso!  La autocomplacencia es la ley de la muerte, la abnegación es la ley de la vida.  La familia murmurará en contra de tres o cuatro horas de oración matinales.  Las potestades de la oscuridad están opuestas a ti.  Pero no te desanimes.  ¡Dios está cerca!”

            “Si falla (la oración) por una mañana nomás, tu familia lo reconocerá y lo anunciará a los vecinos.  Quizá el hombre mismo que tratabas de animar a levantarse temprano, te llamará en esta misma mañana que no te levantaste a las cuatro de la mañana.  Y, te encontrará todavía dormido a las seis; te llamará hipócrita.  Sigue paciente.  Dios es bondoso y conoce tus buenas intenciones.  El perdona cuando los demás condenan.”

            “¡Mi alma por tu alma!  Si confías en Dios y lo haces (orar temprano), tendrás un deleite inmenso.  El gozo de estar con Dios durante horas seguidas, antes de que se despierte el mundo, te recompensará en todas tus pruebas y penas, y la gloria traída a Su nombre no se puede comprender.”

            “Yo no creo en el seguir ciegamente a los otros hombres.  El cuerpo humano necesita unas ciertas horas para descansar cada noche (para mantener la salud), y al probar a mi cuerpo, encontré que necesito siete horas, nada menos.  Si no puedo dormir esa cantidad en la noche, duermo el resto durante el día.  Juan Wesley dijo que su cuerpo necesitaba seis horas y media diariamente.  Dormía seis por la noche y treinta minutos después de almorzar.  Pero miremos a Cristo como ejemplo en la oración y no a los hombres en el asunto.”

 

            Si te has formado la regular costumbre de la real oración matutina y la retienes, has cumplido el aspecto casi más notable que un hombre o una mujer es capaz de hacer.  No solamente glorificas a Dios y animas a otros, sino que también tienes un buen comienzo para la eternidad.  Muy seguramente te establecerás en Dios, pero faltar a esta práctica, y seguir faltando, es igual que faltar por completo hasta el fin.  No se piense que el que ora poco ha ganado mucho.  Cuídate de las charlitas con Jesús si realmente conoces al Señor.  Orar poco es a veces peor que no orar; es un apaciguamiento a tu conciencia y un insulto a Dios, Quien te dio la existencia, la fuerza y el tiempo.  ¿Para qué te los dio?                                 -C.T. Pike

 

¿Has encontrado a tu Señor esta mañana,

Antes de ver otra cara humana?

¿Has mirado su belleza,

Por su gracia sobreabundante?

 

¿Te inclinaste en oración ante Él

Antes de irte en tu camino?

¿Has pedido poder llevar

Todas las cargas del día?

 

¿Has visto su voluntad al leer

Algo de Su Santa Palabra, y tomaste

De Sus promesas una porción,

Bendita con Su amor, por Su nombre?

 

Oh, tan débil e indignos somos,

Y nuestros espíritus tiemblan adentro

Si no buscamos a nuestro Maestro

Antes de empezar la senda.

 

¡Cómo espera por derramar Su bendición

Sobre nuestras vidas al otro día!

Cristianos, nunca empiecen sin Él;

Debes hablarle y luego, obedecer.

                                                                                    -de una publicación de Union Gospel Press